2 Terreno de fantasía

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—¿Cómo va tu asuntillo con el señor Park? —George Fullerton estaba parado frente al escritorio
de ____.

—¿Mi asuntillo? ¿Qué asuntillo?
—Había estado concentrada en su trabajo y la respuesta sonó más
aguda de lo que quería.

—Bueno... quizá no sea esa la palabra adecuada. —Fullerton se apoyó en la mesa. Llevaba un
clavel rojo en el ojal—. La cosa es que me dio la impresión de que te llevabas muy bien con él en la
última reunión. Me pregunto por qué no hemos vuelto a verlo.

Ella observó a Fullerton y apoyó la barbilla en los dedos.

—¿Qué estás insinuando exactamente con eso de que me llevo bien con él, George? —le preguntó
con dulzura.

Fullerton tuvo el detalle de parecer incómodo.

—Pensaba que quizá la relación entre vosotros había adquirido un cariz más personal.

Revisó su opinión sobre George Fullerton. Al parecer era mucho más observador de lo que pensaba.
Debía haber percibido lo incómoda y excitada que se encontraba cuando interrumpió la poco ortodoxa inspección a la que estaba siendo sometida por Park Jimin.

—El señor Park es un hombre atractivo —indicó ella—. No voy a negar que intercambiamos algunos cumplidos; es bueno para el negocio. Pero eso fue todo.

—Muy bien —intervino Fullerton antes de hacer una pausa—. ¿Quieres un consejo?

Ella sonrió.

—Me da la impresión de que me lo vas a dar de todas maneras.

—Es posible que conozcas la reputación comercial de Park; no ha llegado a millonario siendo un angelito, y conste que no tengo nada contra ello, pero además le precede cierta fama.

—¿Con las mujeres? —él asintió con la cabeza—. Ya he escuchado los rumores.

—Y manipulando a las personas —añadió Fullerton—. Las maneja a su antojo como si fueran piezas de ajedrez. Creo que de lo que más disfruta es de la lucha por el poder.

—¿Y eso en qué nos afecta? —preguntó—. Si tenemos suerte podremos ocuparnos de su cuenta publicitaria. Me da igual lo que haga con su dinero, que se lo meta donde quiera.

—¿No te has preguntado cómo llegó hasta nosotros? —dijo Fullerton.

—Vio las campañas que hicimos para Electa y Thorwoods y le gustó nuestro estilo —explicó—. Nuestro departamento creativo rebosa talento. Nosotros queremos crecer; él lo sabe y le gusta.

—Quizá. Pero en este momento sigue trabajando con Randle Mayne, y son ellos los que se encargan de sus cuentas internacionales. ¿Por qué va a cambiar si está contento con los resultados?

—Porque no está contento; me lo confesó. Al parecer no comparte sus ideas creativas.

Fullerton se encogió de hombros.

—Es difícil de satisfacer, lo sé, y Randle Mayne no son los mismos desde que perdieron a Steve
Farmer. La cosa es que me gustaría saber si Park Jimin está realmente decidido a cambiar de empresa publicitaria o si está jugando con nosotros por sabe Dios qué razones. Quizá nos esté utilizando para sacar provecho de un tercero. Eso sería muy propio de él y, la verdad, no me gustaría que Barringtons
fuera ninguneada así como así; tenemos una imagen que mantener. Me pregunto si tendrá un preacuerdo con alguien más.

—No me dijo nada —replicó sin inflexión en la voz.

Él se la quedó mirando.

—¿Qué te dice tu intuición femenina? ¿No te indica nada sobre sus motivos?

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora