7-1 Castigo Corporal

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Una vez más agradeció vivir en un bloque de apartamentos
donde los vecinos pasaban los fines de semana en sus casitas de campo.

Practicó con las botas y la sorprendió que, una vez que se acostumbraba a realizar
los movimientos necesarios, se puede caminar sin caerse de bruces o tropezar. Se miró obligada a dar pasos
diminutos; como una geisha, pensó. Pero no era esa la comparación en la que quería pensar.
Cuando recordaba a las geishas, ​​no podía dejar de especular sobre lo bien que lo había pasado Jimin en Japón. Lo imaginado con una hermosa chica vestida según las costumbres japonesas arrodillada a sus pies,
quitándole los zapatos.

El estaba vestido con un kimono oscuro mientras seguía a la chica para darse un baño Los vio juntos, desnudos. La joven le lava la espalda disimulando la risa. Más tarde estaban tumbados en un futón, haciendo el amor. Park recorría el cuerpo de la joven con la boca y después era ella quien trabajaba expertamente sobre el suyo, deslizamiento de los labios de arriba abajo por la rígida longitud de su pene hasta que el cuerpo de Jimin comenzó a sacudirse con los espasmos del orgasmo. 
Al llegar a ese punto, la geisha cambió y se convirtió en Jade Chalfont, lo que le hizo darse cuenta de que aquellos pensamientos ya no eran una simple fantasía. Eran dolorosamente factibles. Un hecho que la irritaba y deprimía a la vez. Ni siquiera recordaré la voz de Jimin al teléfono arreglando un encuentro con ella el buen ánimo.

Jimin paró frente a su casa en el minuto exacto y dio un bocinazo. ______ se puso el abrigo de
piel sobre el vestido y bajó las escaleras, con aquellos tacones imposibles, sin demasiados problemas.
Desde el asiento del conductor mientras se dirigía al coche.

-Espero que te hayaas vestido correctamente -comentó. Ella abrió un poco el abrigo-. Muy bien -aprobó-. Date la vuelta.

Al principio de su acuerdo habría protestado, ahora ni se molestó. Las calles estaban desiertas. El Mercedes estaba parado bajo el foco de luz que proyectaba una farola.

-Levántate el abrigo -ordenó él bruscamente-. Ya sabes lo que quiero ver.

Tampoco ahora se molestó en discutir. Se giró y apartó el vuelo del abrigo a un lado,

permaneciendo de pie con las piernas algo separadas. Casi pude sentir el movimiento de sus ojos acariciándole la curva de las nalgas.

-Muy cómodo -comentó él. Abrió la puerta del coche-. Entra.

Ella se acomodó a su lado mientras el Mercedes se alejaba ronroneando de la acera. Lo miró de reojo Park estaba tan apuesto como siempre, con un traje negro, aunque en esta ocasión llevaba debajo de un cuello de cisne negro en el lugar de la camisa de color blanco y la corbata de seda.

-¿Por qué soy yo siempre tengo la misma cosa que vestir de manera especial? -preguntó.

-Porque yo pago el vestido -explicó-, así que creo que merezco poder lucirte. -Hizo una
pausa-. ¿Quieres dejarlo?

-Claro que no -replicó con voz aguda.

Él se rió.

-Los negocios primero, ¿verdad? Como siempre. - Jimin condujo en silencio durante algunos
minutos-. Y ha tenido suerte -añadió poco después-, iba a pedir a Georgie que confeccionara un
auténtico corsé de sumisión. Entonces, sí, que tenía algo de que quejarte.

-Pensaba que ya tenía una -comentó ella. Observó el blanco destello de su sonrisa entre las
sombras.

-Ese no es más que un disfraz -aseguró él-. Uno de verdad está hecho a medida. Te proporciona el tipo de cintura con la que siempre ha soñado; una auténtica figura de reloj de arena. Tendría correas y hebillas para colgar el techo y poder mantenerte inmóvil. Te moverías solo cuando yo te lo permitiriera Y sería muy incómodo. Estoy seguro de que te encantaría.

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora