5-2 Espactaculo

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  Ella estiró el brazo y cerró el portafolio de golpe antes de que Ricky siguiera mostrándole su extensa colección.

 —Estás enfermo —le dijo con frialdad. 

Él sonrió de medio lado.

—Los japoneses adoran estos dibujos. En especial la serie con las mujeres occidentales. 

—Hay pervertidos en todas partes —comentó ella—. Me gustaría que te largaras a venderlos a otra parte. 

—Claro, claro —se burló—. Pero tengo dificultades para encontrar clientes que paguen lo que pido. 

Eso los hace especiales. Son realmente artículos de coleccionista.Pensar en Ricky encerrado en su estudio dedicado a realizar aquellas sádicas imágenes la conmocionaba. 

—Entonces ve por ahí a buscar a algún coleccionista. Y hazlo ya. Me gustaría almorzar en paz.

 —¿Quieres decir que no me ayudarás? 

—¿Ayudarte? —Estaba furiosa—. ¿Qué demonios quieres decir con «ayudarte»?

 —Quiero que le sugieras mi nombre a Park. 

—Eso es lo último que haría. Ya te lo he dicho. 

—Solo quiero que menciones mi nombre. —él se inclinó sobre la mesa hacia ella—. Ni siquiera tienes que decirle que conoces mi trabajo, no es necesario. únicamente que le des a entender que conoces a un artista que puede realizar cuadros muy especiales. Park sabrá lo que quieres decir. 

—¿Por qué estás tan seguro de eso? —preguntó, controlando la cólera. 

—Es un pervertido; lo sabe todo el mundo. A la gente así le encanta esta clase de arte. 

—Bueno, no sé quién es tu fuente informativa —se burló ella—, pero me parece que el pervertido eres tú.
La expresión de Ricky cambió. 

—Tengo cuentas que pagar. Nadie me da trabajo. 

—Es culpa tuya. 

La miró lleno de cólera.

 —Contrátame en Barringtons, así no tendré que dibujar cuadros eróticos. 

—No. Ya te di una oportunidad y no te daré otra. No eres de fiar. No cumples los plazos. Responsabilidad y fecha de entrega son palabras que no entran en tu vocabulario. Es más... —añadió cuando él ya se ponía en pie, furioso—, si relacionas mi nombre con esos dibujos delante de cualquiera, Park Jimin  incluido, enviaré a la Brigada Anti vicio a tu puerta antes de que cuentes tres. 

Ricky se apartó de la mesa. 

—Se reirían de ti. No he hecho nada ilegal. —Pero no parecía muy seguro de sí mismo y ella se preguntó si no tendría algún otro cuadro más sabroso guardado en el estudio. 

—Mantente alejado de mí —le advirtió—. No quiero verte, ni a ti ni a esos ejemplos que llamas arte. 

—Eres una furcia, _____ Loften —la insultó entre dientes—. Una furcia de primera. 

—Vete —repitió en tono helado. 

Y se marchó, mascullando improperios. El encuentro había consumido el tiempo de que disponía para el almuerzo. El recuerdo de las imágenes permaneció mucho tiempo en su mente. Encontró repugnante y triste que hubiera personas que disfrutaran viendo cómo lastimaban a una mujer, que obtuvieran placer con la certeza de que otros seres humanos estaban siendo sometidos por la fuerza,sufriendo dolor y humillación sexual contra su voluntad. 

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora