1-4 Corse Bondage

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-Espectacular, ¿verdad? -presumió Georgie con orgullo-. Es una de mis especialidades. Imagina estar sujeta con un arnés sin saber qué cremallera se va a abrir, sin tener idea de qué manera tevan a usar o cómo van a jugar contigo. Pero lo mejor es que ofrece docenas de posibilidades... Si quieres un juego diferente puedes desarmar todo el traje y utilizar solo algunas partes. Las perneras se pueden usar como botas hasta el muslo, las mangas se convierten en guantes. También lleva un sujetador y un corsé... Lo que quieras. Siempre he pensado que estaría bien una escena en la que se utilicen solamente la
capucha, las botas y un cinturón ancho. En cierta ocasión vi un cuadro en una pinacoteca en el que la
protagonista lucía un atuendo semejante. En aquel lienzo el cuero que cubría a la mujer brillaba como
este traje y había un montón de personas serias mirándola y comentando lo simbólico que resultaba. - Emitió una risita-. Yo solo pensé que me parecía muy atractiva y aposté conmigo misma sobre cuál sería el motivo por el que la pintó el artista.

Ella clavó los ojos en el maniquí. ¿Espectacular? Sí, debía admitirlo. El cuero transmitía cierta
agresividad que quedaba complementada por la evidente posición sexual de las cremalleras, que hablaban de sumisión. Especuló con la lenta apertura de los dientes cromados, imaginó el frío roce del
aire en la piel expuesta antes de sentir la punta de unos dedos o de una lengua exploradora.
Indudablemente resultaría fascinante para cierto tipo de personas. Pero, ¿y para ella? ¿Qué se sentiría al estar enfundada en ese traje de cuero de cuerpo entero? Se giró hacia un lado. Otro maniquí mostraba un complicado corsé que se ataba a la espalda y estaba cubierto de correas, hebillas y remaches. Pensó que parecía muy incómodo.

-¿Hay mucha gente que compre este tipo de cosas? -preguntó.

-¡Oh, sí! -Georgie asintió con la cabeza-. Y habría mucha más si dispusieran de dinero para
pagarlas. Intento no pasarme con los precios, pero utilizo el mejor cuero y ninguna de mis correas se romperá cuando no debe; son totalmente diferentes a las que se ven por ahí. Cuando te atan con una de ellas permaneces así hasta que tu amo o ama decide soltarte.

____clavó los ojos en el corsé, intentando imaginar por dónde se atarían las diversas correas;
qué se sentiría cuando las apretaran. Cuanto más miraba, más fácil le resultaba concebir esa prenda -tan
manifiestamente sexual- en un cuerpo de verdad o, para ser más exactos, en el suyo.
Jamás había comprendido antes el sex-appeal que podían tener las prendas de cuero, o quizá sería
más honesto reconocer que jamás había pensado en ello. Pero comenzó a hacerlo ahora, rodeada de aquellas figuras con diseños fetichistas. Se imaginó con el corsé de cuero, con aquellas correas atándola y constriñéndola, y se dio cuenta de que encontraba excitante la idea. Estiró el brazo y tocó el material. Era suave y sensual.
Georgie la observó.

-Es agradable, ¿verdad? Casi tanto como acariciar a un gato. El tuyo es de la misma calidad. Lo mejor que hay.

-¿El mío? -Se sintió alarmada con aquel brusco regreso al presente.

-Tu corsé -explicó Georgie-. El que encargó tu amigo.

-¿Me has hecho un corsé? -Sintió que se le calentaba la cara. Volvió a mirar el del maniquí; era como si Park Jimin le hubiera leído el pensamiento.

-Claro. -Georgie asintió con la cabeza-. Aunque disponía de poco tiempo y no tenía tus medidas exactas, lo conseguí. Tu amigo me indicó más o menos cuál sería tu talla y confeccioné uno adaptable. Te sentirás genial con él, te lo prometo.

____notó que las mejillas se le enrojecían todavía más al pensar en ello. Una cosa era fantasear con una de esas prendas provocativas, o incluso usarla con una pareja con la que mantenías una larga relación y en la que confiabas, pero Jimin técnicamente era un desconocido.

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora