7 Mujer Dominante.

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Aunque sabía que Jimin no la llamaría desde Japón, ______ seguía esperando escuchar su voz cada vez que cogía el teléfono.
Pero las llamadas eran siempre de amigos, salvo una de Philip para confesarle que pensaba permanecer libre mientras estuviera en la universidad.

—Nos hemos puesto de acuerdo un buen número de chicos —aseguró—. Las mujeres no valen la pena.

—Primero te frustras porque tus novias no dejan que las ates —se burló ella— y luego quieres convertirte en monje. Es lo más estúpido que he oído jamás.

—¿Acaso piensas que no lo conseguiré?

—Sí, creo que no podrás conseguirlo.

—Desde luego, hermanita —dijo él de mal humor—. Ni que fuera un obseso sexual.

—No. Solo un varón normal. Tendrás novia nueva dentro de una semana.

—¿Te apuestas algo a que no la tengo? —preguntó él.

—Claro que no —se apresuró a decir—. Además daría igual, aunque ganara la apuesta tú nunca pagas cuando pierdes.

—Esto voy a tomármelo muy en serio. Ya verás.

Cuando Jimin finalmente la llamó, parecía amigable y relajado. A _____ le sorprendió que le preguntara cómo estaba en vez de darle las consabidas instrucciones.

—Estoy bien, gracias —repuso, esperando haber logrado disfrazar el placer que sintió al escuchar otra vez su voz—. ¿Qué te han parecido los japoneses?

—Muy cooperativos, la verdad —respondió él.

—¿Y las geishas? —inquirió dulcemente.

—Lo mismo —aseguró.

Se sintió tentada a preguntarle si Jade Chalfont había disfrutado de su visita, pero el orgullo le
impidió incluso admitir que sabía —o le importaba— que Jade hubiera ido con él.

—Jade también se lo ha pasado muy bien —añadió él alegremente mientras ella seguía tratando de pensar cómo sacar el tema desde un punto de vista neutral—.Te acuerdas de Jade Chalfont, ¿verdad? La conociste en la feria de antigüedades.

—Por supuesto que la recuerdo —repuso con frialdad—. La señorita Chalfont hace judo, kárate o algo por el estilo.

Él se rió.

—Sí, algo por el estilo. Trabaja en Lucci's. ¿O lo has olvidado? Me resultó muy útil en Japón.

—Es evidente que llevas fraguando este trato con los japoneses algún tiempo —dedujo—. ¿Por qué no me dijiste nada cuando discutimos sobre tus futuros requisitos publicitarios?

—No había nada en firme —dijo él—. No me gusta aventurar posibilidades. Sin embargo, ahora el tema va viento en popa.

De repente, se sintió aprensiva; sabía que Lucci's era solo una más de las agencias que lo cortejaban. ¿Se atendría en realidad a ese poco ortodoxo acuerdo que tenía con ella? ¿Era una ingenua al creerlo cuando insistía en que siempre mantenía su palabra? Si Park quería salir de su vida después
de esos noventa días y no contratar a Barringtons, le resultaría fácil hacerlo.
Ella no estaba en posición
de ofrecer objeciones públicas.

—Bien, estamos deseando enfrentarnos al reto que supone una campaña de publicidad internacional —dijo.

—La cuenta todavía no es vuestra —replicó él con suavidad.

—¿Cabe alguna duda?

—Aún quedan dos semanas para poner fin a nuestro acuerdo —le recordó él—. ¿O se te ha olvidado?

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora