2-3 Nuevo e Inusual

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Ensayó unos pasos y se dio cuenta de que si alteraba su forma de moverse no resultaba tan difícil contonearse. El principal problema no era balancearse al caminar, sino impedir que la falda se subiera a
cada paso hasta la parte inferior de la curva de las nalgas y evitar que el triángulo de su vello púbico fuera claramente visible.
Esperaba no tener que cubrir una gran distancia caminando; solo hasta el coche. No tenía duda de que Jimin la recogería en coche y que, el sitio al que la llevaría, o cualquier cosa que hubiera planeado para ella, sería en un interior. No pretendería que se paseara por la calle vestida de esa manera.
Escuchó el poderoso sonido de un motor y se acercó a la ventana. Una inmensa motocicleta negra con un montón de piezas cromadas se detuvo junto a la acera. El conductor estaba vestido de pies a cabeza con ceñidas prendas de cuero negro y llevaba un casco con una visera oscura cubriéndole la cara.
Portaba otro similar en el brazo. Intentó convencerse a sí misma de que era un desconocido que esperaba a otra persona; que en cualquier momento alguien se subiría a esa máquina y se alejarían a toda
velocidad.
Pero no.
Había algo familiar en la alta y delgada figura, y cuando él tocó el claxon con impaciencia
supo que estaba en lo cierto. ¿Una motocicleta? ¿Cómo iba a subirse a una moto con esa falda? Apenas
era lo suficientemente larga como para cubrirle el trasero. Si se sentaba a horcajadas sobre el asiento, se
le subiría hasta la cintura.
¿De verdad esperaba él que se exhibiera en público llevando esa ropa que atraería todas las
miradas, como si fuera de la clase de mujeres que los hombres consideraban fáciles al instante? Su
primera reacción fue de cólera, pero al momento admitió que la idea le resultaba excitante.
Se recordó a sí misma que aquella situación no había sido de su elección. Le era impuesta a la fuerza. Bueno, más o menos; podía poner fin a ese acuerdo en el momento que quisiera, pero eso también sería el fin de cualquier posibilidad de cerrar el trato con Park Jimin. Y el de cualquier probabilidad de un ascenso. Bajó la escalera y salió a la calle.
Él estaba parado junto a la poderosa máquina con el depósito cromado. Su ropa de cuero estaba hecha a medida y marcaba sus anchos hombros y delgadas caderas. Ella se dio cuenta de que la abultada cremallera del pantalón atraía su mirada y apartó la vista con rapidez. No pensaba darle la satisfacción de saber que encontraba excitante su equipación sexual.
Lo vio mover la cabeza y supo que estaba siendo examinada.

-Estupendo -dijo él. Su voz resultó clara y diáfana, y se percató de que había un micrófono
dentro del casco-. Levántate la falda.

No había nadie más en la calle, pero aun así se apretó las manos protectoramente contra los muslos.

-No llevo nada debajo -le aseguró.

-Eso espero -añadió él mientras le tendía el casco-. Ponte esto.
Ella lo cogió y lo sostuvo.

-No puedo ir de paquete vestida de esta manera.

-¿Por? -parecía sorprendido-. Hace un día muy agradable.

-Es evidente por qué no. -Intentó tirar de la minúscula falda-. Solo tienes que mirarme para
saberlo.

-Estás estupenda -aseguró él, y ella supo que estaba sonriendo ampliamente-. Ponte el casco.
-Se cubrió la cabeza con él y, tras escuchar un clic, percibió su voz en el oído-. Pareces la típica fulana en moto. Voy a llevarte a dar una vuelta y te garantizo que lo recordarás durante el resto de tu vida.
-Pasó una pierna por encima de la moto y quitó el apoyo antes de volver hacia ella aquella visera
oscura-. Siéntate detrás de mí. -Ella vaciló-. A horcajadas. -La voz fue dura-. O me largaré. Y si
cualquiera que pase te echa un vistazo entre las piernas, no me molestará en absoluto.

La calle estaba vacía, pero podía haber alguien mirando por la ventana. Se acercó a la moto
despacio. De repente se sintió como si estuviera participando en una obra teatral. Con esa ropa era una
persona diferente y el casco aseguraba que nadie la reconociera. Dejaría que le diera una vuelta a la
manzana. Cualquiera que la viera no tendría tiempo de darse cuenta de que estaba más desnuda que
vestida.
Se sentó a horcajadas sobre la moto y sintió el asiento caliente contra su piel desnuda. Sin saber
muy bien cómo, logró meter el borde de la falda por debajo de las nalgas, diciéndose que si se apretaba
contra el asiento, podría conservarlo allí. Bien, decidió, no era tan malo después de todo. Deslizó los
brazos alrededor de la cintura dhabían convertidondo la suave y excitante textura del cuero. La
motocicleta rugió, alejándose de la acera.
Pronto fue evidente para ella que él no tenía intención de llevarla a dar un breve paseo.
Recorrió distintas calles secundarias y, antes de que pasara mucho tiempo, los escaparates de las tiendas se habían convertido en casitas de campo. Los pocos peatones que caminaban por las calles se los quedaban mirando fijamente, aunque no sabía si por las poderosas y masculinas líneas de la motocicleta o por ella.
De lo que se convenció con rapidez fue de que le iba a resultar imposible mantener la falda en su sitio.
Él dobló una esquina y ella se inclinó hacia un lado. El borde de la minifalda se escapó de debajo
de sus nalgas y fue muy consciente de que cualquiera que fuera detrás de ellos en un coche tendría una
vista perfecta de la hendidura de su trasero y de las redondeadas nalgas, abiertas por su peso contra el relleno negro del asiento.
Y había un coche detrás. Miró por encima del hombro y vio que el conductor sonreía de oreja a
oreja.
Intentó, sin éxito, bajar la falda.

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora