4-2 Stripper

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-Sí... -contuvo el aliento-. ¡Oh, sí...! Por favor, sí.

La mano correspondió a la urgencia de la boca y las sensaciones duales que provocaban sus labios y sus dedos la llevaron hasta el punto sin retorno. Alcanzó el clímax de repente, con un grito de alivio y placer.
En cuando se relajó, volvió a ser consciente de dónde se encontraban y de la estampa que ofrecería
si alguien aparecía en el corredor. Considerando el ruido que había hecho le sorprendió que nadie
hubiera acudido a ver lo que ocurría. Intentó recoger el vestido con intención de ponérselo tan rápido
como fuera posible y buscar un cuarto de baño de señoras donde refrescarse.

Él se levantó con elegancia y sacó una llave del bolsillo.

-Por aquí. -Ella observó con cierta satisfacción que le temblaba un poco la voz-. Número treinta y dos.

Era una habitación doble, con flores frescas en las mesillas. La luz era tenue. Una puerta corredera
conducía al cuarto de baño. Él la agarró del brazo y la hizo girar bruscamente antes de tirarla sobre la
cama.
-Es mi turno -dijo con voz ronca.

Se arrodilló sobre ella al tiempo que se abría la cremallera de los pantalones. Su erección era tan
inmensa que le sorprendió que se hubiera controlado durante tanto tiempo. Todavía estaba mojada y
relajada tras el orgasmo y, cuando la penetró, se dio cuenta con profunda satisfacción de que podría alcanzar más placer.
A pesar de su evidente necesidad, él embistió lentamente y ella se arqueó indolente.

-Así -murmuró Jimin-. Despacio. Puedo conseguir que vuelvas a correrte. Esta vez será
lento... y maravilloso.

Supo que esa era otra manera de demostrarle que él seguía al mando. Que todavía controlaba la situación y era el dueño, no el esclavo. Decidió cambiar las tornas. Contrajo los músculos internos y lo apresó intermitentemente.

Él gimió.

Se aferró a él, puso las manos en sus nalgas y sintió cómo los músculos se tensaban bajo sus dedos. Arqueó las caderas en una serie de envites cada vez más veloces cuando notó que él estaba a punto de perder el control. Jimin alcanzó el clímax mucho más rápido de lo que ella esperaba y,
probablemente, pensó, también más rápido de lo que él pretendía.
Cuando él se relajó y se retiró, sintió un delicioso ardor en su interior. Fue un orgasmo dócil pero tan satisfactorio como el violento éxtasis que había disfrutado en el pasillo. Se estiró en la cama y suspiró adormecida. Escuchó que el agua corría en el cuarto de baño y cerró los ojos. Lo siguiente que supo fue que él le sacudía el hombro con suavidad.

-Venga, date una ducha -le aconsejó-. Casi es la hora de la cena.

Había algunas caras más jóvenes en la mesa, iluminada con velas. _____ se sentó entre Jimin y un hombre de porte militar de mediana edad, sorprendentemente ducho en rock moderno. Enfrente tenía a una mujer muy hermosa de unos treinta años, que la miró un par de veces y sonrió.

Ella le correspondió.

-¿Quién es la mujer del vestido azul? -preguntó a Sinclair.

Él se encogió de hombros.

-Quizá alguien que te conoce porque, desde luego, no te quita la vista de encima -comentó un
poco después.

-Tal vez porque tú le resultas atractivo -apuntó con timidez.

-No la culparía -se jactó-, pero sé cuándo atraigo a una mujer y este no es el caso. Parece más interesada en ti.
No volvió a pensar en la mujer ni en el comentario de Jimin hasta después de que la cena acabara y las señoras comenzaran a salir del lugar.

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora