1-2 Llamada

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-Disfrutamos de buena cocina en el comedor, señor Park.

-Gracias -se disculpó él-, pero tengo otra cita.

George Fullerton recorrió la oficina con la mirada y ella supo que había visto el televisor y los
dosieres.

-¿Le ha gustado lo que le ha enseñado la señorita ____?.

Jimin esbozó una amplia sonrisa y se quitó una mota imaginaria de la inmaculada chaqueta. Ella
sintió un repentino escalofrío de excitación al recordar lo que esa mano había estado haciendo tan solo
unos momentos antes.

-Pues lo cierto es que sí, pero tendré que volver a reunirme con ella antes de tomar una decisión.

-Estoy seguro de que ____ le complacerá. -Fullerton sonrió.

-Sí, yo también estoy seguro de ello -murmuró Jimin.

-¿Todavía te diviertes jugando con pelotitas?

Una voz se inmiscuyó en el ensueño de ____. Estaba sentada en una mesa en la cafeteria del campo deportivo, agradablemente relajada después de darse una ducha mientras recordaba el tacto de las manos de Park Jimin sobre su cuerpo. La idea de mantener relaciones sexuales sin ataduras con él, y recibir una agradable gratificación comercial al final, comenzaba a atraerla. Se moría por saber si Park Jimin sería tan sexy desnudo como vestido con aquellos elegantes trajes hechos a medida. Deseó haber reaccionado de manera menos receptiva a sus avances amorosos y no haberle permitido que impusiera su voluntad con tanta facilidad. Debería haber hecho alguna maniobra por su cuenta. ¿Acaso ella no merecía catar también lo que iba a obtener? Alzó la mirada y vio a David Carshaw de pie ante ella, con una lata de Pepsi light en la mano y una enorme bolsa de deportes en la otra.

-Me gusta más que perseguir unas plumas de plástico por la pista -repuso ella.

-El bádminton es más complicado que eso. -David se sentó-. Y mucho más tranquilo que el
squash. ¿Todavía juegas la liguilla? No he visto tu nombre en la lista.

-No me he apuntado -confesó ella-. Me pasaba la vida cancelando los partidos en el último momento. Acabé siendo bastante impopular.

-Los inconvenientes de ser una profesional mujer de negocios. -David sonrió de oreja a oreja-.
Me alegro de no ser más que un humilde empleado de banca.

«De humilde tienes poco», pensó ella.
Hacía tiempo que no veía a David y se preguntó por qué había decidido hablar con ella en ese momento, de repente. Lo observó beber la Pepsi, sorbiendo las últimas gotas con una pajita antes de guardar la lata vacía en la bolsa.

-Reciclo -explicó él-. El dinero lo dono a obras de caridad. He oído por ahí que estás en tratos
con Park Jimin -añadió sin pausa.
Sus palabras la cogieron completamente desprevenida. Sabía que los rumores se extendían con
rapidez por la ciudad y que David estaba en el lugar adecuado para oírlos, pero por un horrible momento
pensó que las sugerencias sexuales de Jimin se habían convertido en algo de dominio público.-Mejor dicho, es Barringtons quien está en tratos con él -se corrigió David-. ¿No crees que tu pequeña empresa es demasiado ambiciosa?

Ella encogió los hombros.

-Podemos con ello. Estaremos a altura del señor Park.

-¿De veras? -David clavó en ella una mirada especuladora-. Park es uno de esos hombres que no se conforma con ganar un millón. De hecho, eso es lo que ha ocurrido ya. Siempre quiere más. Francamente no entiendo por qué ha pensado en Barringtons; hay muchas otras agencias publicitarias que le besarían los pies ante la posibilidad de manejar su cuenta.

90 DÍAS (JM & ___)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora