Capítulo 3.

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Capítulo 3.

Me desperté sobre las seis y media de la tarde gracias a Jace. Había hecho caso a Heather y me había echado la siesta, la verdad es que la necesitaba.

Llevaba bastantes noches sin dormir bien y me vino de lujo.

Heather fue puntual, como siempre, y en cuanto llegó a mi habitación se metió en mi vestidor buscando un bikini y ropa de fiesta casual.

A los diez minutos salió de él cargada con bikinis y conjuntos de ropa.

-Toma, bebé, pruébatelo todo.-Dijo mientras dejaba toda la ropa encima de mi cama.

Yo rodé los ojos y me llevé el primer conjunto y un bikini al baño para cambiarme.

Cuando estuve lista, salí para que Heather me viera.

-Estás preciosa, pero no deberías llevar pantalón blanco esta noche.

Me llevé otro conjunto y otro bikini y así repetidas veces, y cuando solo quedaba un pequeño montón de ropa encima de la cama, a Heather se le iluminó la bombilla. Rebuscó entre la ropa hasta encontrar un bikini negro y un conjunto formado por unos vaqueros rotos en las rodillas y una camiseta blanca sin mangas.

-Esto. Es perfecto. Póntelo. Ahora.

Me empujó hasta el baño y me puse el bikini.

La verdad es que me quedaba muy bien. Favorecía a mi tono de piel y me modelaba la silueta. Me puse la ropa encima y salí.

Heather tenía un montón de maquillaje 'waterproof' sobre mi escritorio.

-Muy bien, preciosa, vamos a experimentar con ese cutis perfecto para dejarlo aún más perfecto.

Me reí y me senté en una silla enfrente de ella y me empezó a aplicar el maquillaje por toda la cara.

Veinte minutos después ella estaba cambiándose en el baño y yo tenía la música puesta a todo volumen.

Cuando Heather terminó de arreglarse, eran casi las diez.

-¿Pizza?-dije

-Pizza.-me contestó.

Bajé a por el teléfono fijo para llamar a una pizzería y me encotré a Jace tirado en el sofá viendo la tele.

-Holi, iba a pedir una pizza, ¿quieres?

Me respondió con un gesto afirmativo sin despegar la mirada de la tele.

Llamé a una pizzería y pedí la comida.

-Oye-dijo Jace- Sid, tenemos que hablar.

-Mmmm, vale, di.

-Será mejor que te sientes.

Jace se pasó las manos por el pelo, estaba nervioso.

Nunca pensé que fuera a utilizar las palabras "Jace" y "nervioso" en una misma frase.

Me senté en un sillón enfrente del sofá.

-Sid, mamá y papá se han ido a Berlín.

Lo soltó de sopetón. Casi sin respirar.

Estábamos acostumbrados a sus viajes, pero solían despedirse antes de marcharse.

Sentí que un nudo se me instalaba en la garganta.

-¿Durante cuánto tiempo?

-No lo sé, peque-me respondió Jace mientras se levantaba para abrazarme.-No lo sé.

Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas, pero no dejé que cayeran.

Desde pequeña he sido muy vulnerable a esto, a que mis padres no estén en las buenas y, muchísmo menos en los malos.

Todo lo solucionan con dinero, y no todo se arregla con un fajo de billetes en el bolsillo.

No iba a preocupar a mi hermano y a mi mejor amiga por una tontería así.

Me sorbí los mocos y me deshice del agarre de Jace.

-No pasa nada, total, ¿Cuándo están más de dos días seguidos en el mismo sitio?-Traté de sonreír, pero me salió una mueca extraña.

-Sid...-comenzó a decir, pero justo sonó el timbre.

Le acaricié la cara con ternura y me fui a abrir la puerta.

Pagué las pizzas y fui a dejarle a Jace la suya al salón.

-Toma, tu pizza.

-Gracias, enana.

Le sonreí y cuando iba a subir las escaleras, Jace me llamó.

-Oye rubia.

-Dime rubio-le dije

-Tú y yo vamos a estar siempre juntos, ¿verdad?

No dudé ni un segundo.

-Siempre.

Etéreo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora