Capítulo 11.

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Capítulo 11.

Desperté enredada en unos fuertes y tatuados brazos, intenté levantarme de la cama, pero Williams no me dejaba, cada vez que intentaba moverme, me apretaba más contra él.

-Williams, tenemos que ir a clase.-Le escuché gruñir.-Es mi primer día, no me gustaría llegar tarde.

-Joder, Sídney.-Dijo aflojando su agarre de mi cintura.

Me levanté de la cama y fui al armario a por ropa interior para después meterme en la ducha.

Minutos después salí de ella, me puse la ropa interior de encaje que había cogido y enredé mi cuerpo y mi pelo en una toalla para volver a la habitación.

Salí y encontré la cama vacía.

Tiré la toalla y fui hacia el armario.

Lo abrí y cogí unos vaqueros negros con las rodillas rasgadas y una camiseta de rayas negras y grises que se ajustaba bien a mis curvas y me calcé mis superstar.

Salí de la habitación y bajé por las escaleras buscando la cocina para prepararme el desayuno.

La encontré después de haber entrado a cuatro diferentes estancias, de las cuales, una era un gimnasio.

El pavo este debe ser millonario.

Entré a la cocina y me encontré con una señora mayor.

-Hola.-Dije tímidamente.

-Buenos días, señorita Cox.

¿Señorita Cox? ¿En serio?

-Sid está bien. Le preguntaría cómo sabe mi nombre, pero supongo que Williams se lo dijo.

-Así es. El señor estuvo preparándolo todo para su llegada.-Me sonrió y señaló una silla.

Me senté e inmediatamente puso una taza de café en la mesa.

Justo cuando empecé a desayunar, Jules entró en la estancia, cogió su taza de café y se fue sin decir nada.

Fruncí el ceño por sus actos.

-No se lo tenga en cuenta, Sid. El señor siempre desayuna solo en la terraza. Le gusta respirar el aire frío de las mañanas y aclarar sus ideas.-Asentí.

Me levanté de la mesa y le di las gracias a la señora por el desayuno. Subí a la habitación para terminar de asearme y, al no encontrar mi mochila de instituto, bajé a preguntarle a Jules.

Empecé a buscar la terraza y una vez que vi la puerta que llevaba a ella, me dirigí hasta allí.

Entré y el aire frío chocó contra mi rostro haciendo que tiritase.

Caminé hasta Jules, quien estaba de espaldas a mí. Me coloqué a su lado y admiré las vistas. Se veía todo el bosque desde ahí, no me extrañaba que a Jules le gustase desayunar allí.

Una ráfaga de aire frío chocó contra nosotros haciendo que me estremeciese por el frío. Me tensé en el mismo instante en que Jules pasó su brazo por mis hombros y me pegó a él.

Le miré extrañada pero él tenía la mirada al frente. Mis ojos cayeron justo sobre su cuello, el cual estaba adornado con tatuajes y por algunas marcas moradas. Me puse roja cuando recordé que había sido yo quien había hecho esos chupetones y me lamí los labios.

Pasé una de mis manos por mi cuello recordando que este debía de tener aún muchas más marcas que el suyo. Y que las suyas se disimulaban un poco con los tatuajes, pero mi piel era demasiado pálida y sabía por experiencia que los chupetones se me notaban muchísimo, así que tendría que taparlos con maquillaje.

-No los tapes.-Dijo Jules como si hubiese leído mi pensamiento. Clavó su mirada en mis ojos y puso su mano en mi cuello, dejando que su pulgar vagara por mi mejilla.

-Señor-Llamó una voz femenina.-.Su amigo acaba de llegar para acompañarles al instituto. Les está esperando en la sala de estar.-Dijo la señora que estaba en la cocina.

-Dile que ahora vamos.-Contestó Williams fríamente mientras me soltaba.

Entramos a la casa y fuimos hasta el salón, donde Jules cargó con su mochila y también la mía.

-Jules, dame mi mochila, la llevo yo.-Dije.

-No. Yo la llevo.-Contestó con voz autoritaria, a lo que yo fruncí el ceño.

-Pero...-Paró en seco haciendo que me chocara con él ya que iba detrás suya.

-He dicho que la llevo yo.-Dijo sin mirarme.

Resoplé y rodé los ojos.

Llegamos a la sala de estar, donde nos encontramos con su amigo. Gracias al Ángel no era Porky, sino el moreno que estaba con ellos en la fiesta.

Se saludaron entre ellos con un choque de manos y después el moreno me miró con una pequeña sonrisa.

-Soy Dylan.-se presentó tendiéndome la mano para que se la estrechase.

-Sid.-Contesté yo con una tímida sonrisa.

Salimos de casa y me encontré con dos motos.

Supuse que una era de Dylan, pero no sabía si de Williams era la otra porque cuando me trajo a su casa fue en coche.

Claro que en ese momento tenía que llevar mis cosas.

Vi que Dylan se dirigía hacia una de las motos y que Jules iba hacia la otra, así que sí, tenía coche y moto.

Te dije que era millonario.

Una vez que estaban los dos en sus motos, Jules me miró y me hizo un gesto para que subiera con él.

-Estás loco si piensas que voy a subir ahí contigo.-Dije a lo que Jules soltó un chasquido.

-Venga ya, Sid. Te he visto en las motos de tu hermano y de sus amigos. Sé perfectamente que además de montarlas como acompañante, también sabes conducirlas y hacer trucos con ellas, así que no me toques los huevos y súbete si no quieres que lo haga yo.-Dijo Jules con tono fastidiado.

Me negaba rotundamente a subirme a su moto así que me crucé de brazos y cargué mi peso en una de mis piernas.

-Sid, no querrás llegar tarde a tu primer día, ¿verdad?-Volvió a decir.

Me giré quedando de espaldas a ellos y escuché la risa de Dylan a mi espalda.

Segundos después dejé de tener tierra firme bajo mis pies y tenía una ancha espalda contra mi cara.

Empecé a gritar como una loca que me bajara, pero Jules no me hizo caso hasta que me sentó en la parte de atrás de su moto.

-¿Tan difícil ha sido?-Dijo divertido.

-Vete a la mierda.-Le respondí molesta.

Se sentó delante y cogió mis manos para ponerlas alrededor de su torso. Yo apreté mis muslos en su cadera para no perder el equilibrio y segundos después arrancó e hizo un caballito, lo que consiguió que gritara de la impresión.

Le escuché reír a pesar del ruido, lo que hizo que sonriera.

Llegamos a una carretera, y con el sonido de su risa y los motores rugiendo, fuimos hasta el instituto.


Etéreo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora