Capítulo 8.

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Capítulo 8.

Pensé que mis mejillas iban a estallar, y antes de que dijera nada, salí por la puerta para volver a mi habitación.

Joder, me atrae.

Me atrae mucho.

Y no debería, porque no le conozco de absolutamente nada.

Chica, ni que no te hubieses liado con tíos a los que no conocías en noches de fiesta loca.

Pero es distinto.

No, no lo es.

Sí, lo es.

Lo que tú digas.

Subí por las escaleras, pero antes de que pudiera subir más, "alguien" tiró de mi brazo haciéndome dar una vuelta completa y caer en sus fuertes y tatuados brazos.

Lo que hizo que me pusiera más roja, si se podía.

-¿Pasa algo, Gatita?-Dijo con su típica sonrisa arrogante al ver que estaba más roja que una cereza.

-Suéltame, imbécil.

-¿Eso quieres?-Dijo, a lo que yo asentí procurando parecer más molesta de lo que en verdad estaba.

-No parece que quieras, eso. Si te das cuenta, tu cuerpo reacciona de una manera muy receptiva a mi tacto, ¿no crees?

Tragué saliva.

Joder. Tenía toda la razón del mundo, pero obviamente era demasiado orgullosa como para admitirlo.

Intenté zafarme de él, pero hizo su agarre más fuerte.

-Vamos, Gatita, no te resistas. Sé que me deseas tanto como yo a ti.

Espera, ¿qué?

¿Me desea?

Bajé mis ojos de los suyos hasta sus labios, y por inercia, mordí los míos. Él gruñó.

-No vuelvas a hacer eso si no quieres que pasen cosas de las que puede que ahora te arrepientas.-Dijo contra mi cuello.

Gemí al sentir su aliento hacer contacto con mi cuello y escuché otro leve gruñido por su parte.

Comenzó a dejar besos por mi cuello y yo incliné mi cabeza hacia el lado contrario para darle más accesibilidad.

-Joder... Gatita... me vuelves... completamente... loco.-Dijo entre beso y beso.

Mordió y succionó varias veces, dejando (seguramente) un gran chupetón en las zonas afectadas.

Mi cerebro en ese momento estaba de fiesta, pero de repente, reaccioné.

Los chupetones, muchas veces, servían como una forma de marcar algo como tuyo.

Si él me estaba marcando como suya... ¿Por qué yo no iba a hacer lo mismo?

-Jules...-Dije entrecortadamente. Él me miró con deseo.-Estamos en desigualdad de condiciones, si tú me marcas...-Me mordí el labio para provocarle. Ese acto le distrajo, así que decidí pasar a la acción en ese momento.

Pasé mis manos por sus brazos, y me puse de puntillas, ya que era muchísimo más alto que yo, y me incliné para depositar un pequeño beso en su cuello, al que, a pesar de estar de puntillas, seguía sin llegar facilmente.

Se apoyó en la pared, haciendo que para mí fuera más fácil acceder a él, y rodeó mi cintura con sus brazos, metiendo sus manos por debajo de la camiseta de mi pijama, enviándome miles de descargas eléctricas.

Sacó sus manos de mi camiseta y las bajó a mi culo, pero yo le agarré de las muñecas y le coloqué las manos donde estaban.

-Cuidadito con las manos, campeón.-Dije haciendo que soltara una risa ronca, divertida y cargada de lujuria.

Sonreí por lo que acababa de provocar y decidí que era el momento de hacerle un chupetón, así que lo hice.

Besé, mordí y succioné repetidas veces, haciendo que soltara gemidos graves.

En un momento de distracción por mi parte, él intercambió nuestras posiciones, me pegó a la pared sujetando mis brazos por encima de nuestras cabezas y pegó nuestras frentes.

Nuestras narices se tocaban y respirábamos agitadamente.

Soltó una de sus manos de mis muñecas y me acarició la mejilla con el pulgar dejando que el resto de su mano se instalase en mi cuello.

Que obsesión tiene este hombre con los cuellos.

Presionó sus labios contra mi mejilla y soltó mis manos apartándose lentamente de mí.

Como si le doliera hacerlo.

-Vamos a cenar, Gatita.-Dijo mientras se giraba en dirección al comedor. Le seguí por el pasillo hasta llegar a él.

Había una mesa redonda en medio de la sala con platos humeantes sobre ella.

Mi boca empezó a salivar.

-Luego te presentaré al servicio y te enseñaré toda la casa.-Dijo mientras se sentaba en una silla y comenzaba a comer.

Yo le imité.

-Por cierto, mañana tenemos que ir antes al instituto para recoger tu horario. Los libros ya los tienes en tu habitación, le dije a Marie que la subiera.-Dijo.

Asentí. Obviamente tendría que ir a su instituto. El mío quedaba demasiado lejos. Bajé la cabeza y resoplé.

-¿Qué pasa?-Preguntó sujetándome la barbilla con el índice y el pulgar a través de la mesa.

-Es solo que echaré de menos a mi hermano y a Heather, sé que podré verlos, pero joder, estoy acostumbrada a que estemos siempre juntos, estar sin él será extraño.-Se me quitó todo el hambre de golpe, así que me levanté de la mesa.-Voy a dormir. Adiós.

Jules no dijo nada, pero sentí su mirada quemándome la piel.


Etéreo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora