David.
—Escúchame guapo —el rubio murmura sentándose a la par mía y el asiático al otro costado —tenemos marihuana, crack, anfetaminas.
—Estimulantes para tú... ya sabes —el asiático interrumpe, enarca una ceja y se me queda viendo esa parte, me cruzo de piernas para evitar esa mirada morbosa ¡Me quiero ir de aquí!
—¿Están en la cárcel y están ofreciendo drogas? —Cuestiono, cuando el rubio sisea con su dedo índice sobre sus labios y mira para todos lados ¡Sólo estamos nosotros tres! Para mi desgracia.
—No hables en voz alta —dice —si quieres algo será hasta que salgamos de aquí —¿Cómo carajos dejaron entrar a estos hombres con drogas a este lugar? ¿Dónde diablos tendrán metidas las drogas?, voy a preguntarlo cuando el asiático toca mi cabello y me hace llevar mi vista a él de inmediato.
—¡Ah! —chilla, maldita sea —es un rubio natural, Marisol.
—¿Rubio natural? —el tal Marisol también toca mi cabello y suelta un chillido tan jodido que resiente mis tímpanos peor que los de Natalie y Alex juntas. —Nosotras hemos tenido sueños eróticos con hombres rubios naturales toda la vida. —Eso me paraliza el corazón.
—¿Cómo te llamas? —Cuestiona el que supongo se hace llamar Paula, se acerca demasiado a mí y no puedo alejarme porque del otro costado está el rubio, mira atentamente mis ojos muy de cerca.
—Patricio —digo tragando saliva, Dios, por favor ponle un motor a los tacones de Natalie al estilo Rápido y Furioso para que llegue cuanto antes.
—¿Y dónde dejaste a Bob Esponja? —ambos gritan soltando carcajadas mientras se cruzan de piernas de manera muy femenina.
—En... una piña debajo del mar —balbuceo, cuando ambos nuevamente sueltan carcajadas, tal vez yo también necesito marihuana, crack y anfetaminas para reírme de cualquier pendejada mientras trabajo.
—Me caes bien rubio, pero con ese nombre que llevas mejor saco cualquier fantasía sexual de mi cabeza contigo —Gracias Dios —no me imagino a ti sobre mí y yo gritando ¡Oh Patricio! —definitivamente, necesitaré un psicólogo luego de salir de este lugar.
—¿Y por qué ustedes traen vestidos de tul? —pregunto, cambiando rápidamente de tema para evitar más trauma psicológico y luego necesite un psiquiatra, viendo a ambos alternadamente.
—Estábamos en una fiesta de disfraces, cuando Paula barrió el césped con la perra de Clarissa por robarle a su hombre.
—Perra —sisea, el tal Paula —y todavía fue a nosotras a quienes detuvieron, malditos policías.
—Lo mismo digo —suelto luego de un suspiro —malditos policías de tránsito hijos de puta.
—Dame esos cinco, Patricio —el asiático extiende la palma de su mano ¿ya qué? La choco con la mía y ambos me rodean con sus brazos por ambos costados. No puede ser.
En ese preciso instante por gracia u obra del Espíritu Santo, el portón de hierro se abre.
—Señor Schmitt —de inmediato llevo mi mirada al oficial —puede salir, han pagado su fianza —me pongo de pie como un resorte, necesito salir de aquí cuánto antes.
—Bien, fue un gusto conocerlos...Paula... y... Marisol —me causa gracia mencionar esos nombres, precisamente el año pasado estuve con una Paula y una Marisol que si eran mujeres.
—Adiós Patricio Schmitt, te vamos a extrañar —Patricio Schmitt ¡Ja! ¡Qué putada más graciosa! —te vamos a buscar por Facebook, te vamos a unir a nuestro grupo de chat Gatitas Salvajes.
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Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)
RomanceNovela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. Definitivamente, no todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas y eso es algo que Natalie y David aprendieron muy bien. (Entra a la...