Parte 56

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Me paso toda la noche en vela pensando en ella.

Todavía no puedo comprender como es que específicamente Natalie me ha calado hasta los huesos por mucha resistencia que hice, por más que quise resguardarme de ese terrible sentimiento ahora estoy aquí con sus imágenes reproduciéndose en mi cabeza, con todos esos momentos que compartimos juntos mostrándose como un gif en mi mente.

Me duele hasta el alma, no puedo pensar en nada más que en eso que me quema por dentro. Con los ojos empañados miro sus fotografías en Instagram y me riño interiormente por no poder dejar de hacerlo.

Ayer, en cuanto llegué a casa después de la boda de Steve, me di cuenta que mi hermana sabía que Natalie se iba y ella no se había atrevido a decírmelo porque Natalie quería ser quién me lo dijera, pero tuvo que preferir el último día para hacerlo. Sin embargo, yo estoy aquí, ignorando el sin fin de alarmas que se encendían en lo más rotundo de mi cerebro, con el corazón latiendo desbocado mirando mi reloj mientras aguardo en los últimos escalones del aeropuerto pensando que debí perder el raciocinio en alguna parte.

Mi pulso se acelera y mis manos comienzan a tiritar en el momento que su cabellera castaña y perfecta está apareciendo en mi campo de visión, su rostro va haciéndose tangible frente a mi vista conforme los escalones eléctricos van subiendo, aunque su vista está clavada en un papel yo no puedo dejar de verla, no puedo creer que en unas horas esté lejos de aquí. Pensé mucho venir hasta aquí, pero mi parte egoísta, la que no quiere dejarla ir, me apresuró a llegar al aeropuerto y decirle:

—Natalie, por favor... —Nunca le había hablado a nadie con ese tono de súplica, nunca siquiera llegué a pensar que lo utilizaría para pedirle a una mujer que se quedase conmigo. Nuestros ojos siguen conectados y mis manos temblorosas ahuecan su rostro y junto mi frente con la suya cerrando los ojos por un momento—. Cielo, por favor, no... —No, no puedo decirle que no se vaya, que no haga algo que en realidad le gusta hacer. ¿Qué clase de persona egoísta sería si permito eso?

Natalie me toma ambas manos y las aleja de su rostro, las sostiene entre las suyas y nos miramos a los ojos, nunca voy a poder borrar esa mirada achocolatada de mi mente, jamás voy a poder sacarme a Natalie de mis pensamientos. Sólo quiero que se quede, lo único que pido es que se quede. Quiero volver a iniciar desde cero si tan solo me diera esa oportunidad.

—Te deseo lo mejor, Natalie. Sea lo que sea, estés donde estés. Solo puedo desearte lo mejor y decirte que... —Hago una pausa... que te amo, Natalie.

Pero entonces, cuando estoy a punto de mencionar esas palabras alguien aparece detrás de ella. El mismo tipo actor que ha estado saliendo con ella y algo se rompe dentro de mi pecho. Algo que me hace en ese momento terminar de quebrar esa coraza que he intentado construir por muchos años.

—Natalie, es hora —le dice, pero yo no puedo despegarle la mirada de encima y al escuchar esa voz mi corazón se rompe por completo. No puedo seguir insistiendo, mis ojos viajan al sujeto quién no puede mantenerme la mirada fija y ambos pasan a mi lado. Solo le doy un último vistazo a Natalie para verla a ella también mirarme antes de perderse tras la puerta.

Me quedo viendo un punto fijo, sin moverme. En ese instante, mis ojos derraman todas esas lágrimas que había intentado contener, mi espalda choca contra la pared detrás de mí y me tapo el rostro con ambas manos, me deslizo hasta quedar sentado en el piso y, ahora sí, no puedo frenarlo.

La he perdido, la he perdido por completo.

Lo primero que hago al llegar a casa, es comunicarme con Steve. Pero está en su luna de miel así que no puedo hacer nada, no hay absolutamente nada que Steve pueda hacer por mí. En parte es su culpa, por no decirme antes, por no dejarme arreglarlo a tiempo.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora