David.
Tomo la banqueta frente a Steve del otro lado de la barra, él está limpiándola pero al momento de percatarse de mi presencia deja de hacerlo, esboza una sonrisa y me da un apretón de manos.
—¿Qué te trae hoy por acá sin compañía muchacho? —Steve reposa sus codos sobre la barra viéndome con intriga, lo cual es ilógico, ya sabe que puedo venir a hacer a su establecimiento.
—Quería venir a verte —Steve suelta una risa porque sabe que es mentira —ya sabes que vengo por mi botella de vino.
—¿Cuándo conoceré a tu esposa? —pregunta, como si yo viniese a hablar de mis asuntos matrimoniales.
—Nunca, me divorcio en alguna semana.
—Ay muchacho —niega con su cabeza y continúa limpiando la barra —ya te veo como yo en los sesenta años, buscándote una relación formal y las únicas candidatas tienen menos de 30 años.
—¿Qué? ¿De qué estás hablando Steve? ¿Cómo puede gustarte una mujer con más de treinta años menor que tú? —digo al viejo Steve, él se encoge de hombros mientras acomoda sus grandes lentes.
—No es por eso —replica, con su voz rasposa de tanto cigarrillo, no me imagino a Steve con esa edad dándole placer a una veinteañera —es porque ya no encuentro una soltera de mi generación. Además para el amor no hay edad.
—Pero si tú ya no tienes espermatozoides tienes espermatozauros —el viejo Steve suelta una carcajada que hasta a mí me hace reír.
—Este es el David que me ha agradado, no aquel en el que te habías convertido en aquella época.
—Shhh —le interrumpo, antes de que diga algo más. No quiero que me mencione eso otra vez —el pasado pisado, Steve.
—Exacto —me dice, dejando de hacer su labor —repítete eso una y otra vez. Las personas no merecen ser juzgadas por errores de otros. No sabes cuánto me arrepiento yo de haber roto corazones solo porque alguien me lo rompió a mí.
—Lo sé, lo sé. Ya me has contado eso mil veces.
—Siempre te lo he dicho David, no quieres que te engañen... fíjate en la pureza del alma y la grandeza del corazón —observo al viejo Steve alejarse y justo un par de minutos después viene con la botella de vino y me la extiende.
Sin decir ninguna palabras efectúo el pago, estoy replanteándome la idea de volver a venir donde el consejero Steve. Un par de minutos después estoy camino a mi auto y treinta minutos después estoy en mi casa sentado en mi sillón tomando vino, saco mi laptop para terminar algo de trabajo que dejé pendiente.
"Fíjate en la pureza del alma y la grandeza del corazón"
Sí, claro.
Estoy revisando un jodido informe sobre el sillón de mi sala y veo que hay cosas que no cuadran, maldigo y bufo cerrando mis ojos para calmarme cuando unas pequeñas manos se postran sobre mis hombros, frunzo mi entrecejo y miro por sobre mi hombro a Natalie quién comienza a darme masajes en esa zona.
—Constanza ¿Por qué no me dijiste que ya estabas aquí? —riño, ella comienza a quitarme el saco y me hace reír.
—Si te lo dije, pero no contestaste —saco mi teléfono celular de mi bolsillo y efectivamente hay un mensaje suyo, lo más probable es que estaba con Steve y no lo sentí. Natalie continúa masajeando mis hombros y se siente jodidamente bien, estos últimos días nos hemos llevado bastante bien.
—Constanza, vas a hacer que me duerma. Tengo que terminar esto hoy —digo, tomando un sorbo de vino, Natalie rodea el sillón sentándose a la par mía. Llama mi atención los leggins color blanco que lleva puestos y un top que hace conjunto —¿Puedo saber dónde vas?
ESTÁS LEYENDO
Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)
RomanceNovela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. Definitivamente, no todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas y eso es algo que Natalie y David aprendieron muy bien. (Entra a la...