David
Sus labios son tan cálidos y suaves, son tan adictivos que siento no poder separarme de ellos, los saboreo uno a uno de una forma delicada, sin prisa, como si fuera el primero o el último. Mi lengua se encuentra con la suya y ella sigue el ritmo con un completo frenesí, tomo su pequeña cintura en mis manos, la deseo tanto, quiero tumbarla en mi cama y desnudarla, hacerle miles de cosas....
«Por Dios»
De inmediato detengo el beso riñéndome interiormente. Natalie no es ese tipo de mujer que sólo besas por besar o te acuestas solo por acostar, es precisamente ese tipo de mujer con la que no tienes siquiera derecho a fantasear.
Ella se merece algo mejor que esto.
—Lo siento —digo, una vez que me he separado lo suficiente de ella —¿Nos vamos?.
—¿Sentir qué? —dice de inmediato, con su entrecejo levemente arrugado —es sólo un beso David. Relájate. No es nada que no haya sucedido antes.
Ella esboza una amplia sonrisa y se acomoda el gorro de su abrigo para ir conmigo hacia el auto, por un momento me desconcierta ¿Para ella un beso no significa nada? Es decir... ¿No le importaría besar a alguien por ahí? Bueno, me besó a mí a los minutos de conocernos, pero no quiero que se ande besando con cualquier sujeto por ahí.
—Vamos —me dice interrumpiendo mis pensamientos, hace un gesto con su cabeza para que vaya con ella, miro al cielo como intentando ver si ya se está lo suficientemente despejado y camino con ella.
—David ¿Puedo hacerte una pregunta? —cuestiona, girándose levemente hacia mí, se detiene para esperarme, estamos a un par de metros del auto y por suerte solo es un breve rocío el que nos está cayendo.
—Claro —digo, viendo exactamente en dirección donde está mi auto mientras busco las llaves en mi bolsillo, no me detengo y ella camina a mi lado.
—¿Te has enamorado, cierto? —ahora si llevo mi mirada a ella con curiosidad, vuelvo mi mirada al auto, sin ningún tipo de expresión contesto su pregunta.
—Si —la verdad no me gusta hablar de esto y espero no tenga más preguntas por hacer —¿Y tú?
—Nop —dice de inmediato, seguimos caminando en silencio hasta llegar al auto y apretar el botoncillo para desbloquearlo.
—Tienes suerte —fuerzo una sonrisa, me adelanto un poco para abrirle la puerta del vehículo. Hago una seña con mi mano para que suba y luego de sonreír sin llegar a mostrar su dentadura, accede. Cierro la puerta para rodearlo y subir de mi lado.
—¿Tan malo fue? —pregunta de inmediato, cuando ya todo mi cuerpo está en el interior, cierro la puerta viendo al frente pensando mi respuesta.
—Es la cosa más jodida del mundo y la verdad no pienso volver a caer de esa forma —contesto, consciente de que vamos a divorciarnos y no importa mucho que le diga que no me pienso enamorar nunca más.
—Todo mundo teme a enamorarse —se encoge de hombros, y se acomoda el cinturón —espero algún día enamorarme de alguien que obviamente también esté enamorado de mí.
—Lo encontrarás, te lo mereces —sonríe de lado y lleva su vista a la ventana.
El resto del camino fue un completo silencio, ella solo viendo por la ventana mientras muerde la uña de su dedo índice y yo concentrado en la carretera sumergido en mis pensamientos.
—Está bastante temprano... ¿Vemos una película al llegar? —pregunta, luego de unos varios minutos.
—No —contesto de inmediato, consciente de las películas que a ella le gustan ver. No quiero dos horas de tortura —tengo trabajo que hacer.
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Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)
RomanceNovela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. Definitivamente, no todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas y eso es algo que Natalie y David aprendieron muy bien. (Entra a la...