Parte 53

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Está demás decir, que ese día no pude concentrarme en más nada.

Cuando llegué a casa me quedé viendo por la ventana no sé por cuántas horas mientras tomaba un poco de vino y con la laptop sobre mis piernas, intentaba poner atención al correo que me había enviado el caga-billetes esa tarde. No pude probar bocado, no hice más que sentir pena por mí mismo.

No me siento bien, quiero despejar mi mente y lo único que hago es salir a correr. Le envío un mensaje a Oliver, le digo que ahora estoy ocupado, que revisaré el documento luego, no le quiero decir lo que en realidad me está pasando, que tengo ganas de tirar todo y salir corriendo. Mi amigo no me contesta, así que dejo mi celular de nuevo en mi bolsillo, regreso a casa cuando mi estómago comienza a protestar y me doy cuenta que no he comido en casi todo el día.

Lo primero que hago en mi hogar es ir hasta mi refrigerador, busco algo por aquí y me doy cuenta que no he ido al súper mercado y no tengo ganas de hacerlo, así que tomo lo único que salta a mi vista, una botella de yogurt que no dudo en destapar y darle un trago.

—No deberías comerte eso —escucho la voz de mi hermana, en ese momento me doy cuenta que mi vista ha estado puesta sobre algún punto de la encimera, sin ver nada en sí. Levanto la mirada para encontrarme con una Caroline perfectamente arreglada, con un vestido negro con cuello alto, maquillaje y tacones —ha estado ahí mucho tiempo.

Señala el envase en mis manos, pero no le presto atención a lo que me está diciendo.

—¿Dónde vas? —la interrumpo, ella me sonríe con suficiencia y toma una pose erguida para contestar:

—Tengo una entrevista de trabajo —arrugo el espacio entre mis cejas y le doy otro trago al yogurt pensando que lo que me ha dicho es una broma. No me imagino a Caroline trabajando, no lo haría ni estando en perfectas condiciones y mucho menos en ese estado —Natalie me ha conseguido un empleo en el set.

Siento mi corazón encogerse cuando escucho el nombre de Natalie, así que decido dar esta conversación por terminada y no se me ocurre hacer todas las preguntas que se amontonan en mi cabeza. Me dejo caer de regreso en el sillón, con vista hacia la ventana y tomo mi celular de regreso para ver si hay alguna respuesta del caga-billetes, ella continúa y casi quiero odiarla por no comprender que no quiero escuchar su nombre.

—Seré la asistente de Natalie. Pero igual tengo que ir a la entrevista y todos esos procesos odiosos que hacen.

Me quedo callado, con la vista clavada en mi teléfono, como si mirara algo en especial pero en realidad no es nada en específico.

—Q... Qué bien.

—¿Te incomoda que hablemos sobre ella? —suelto una pequeña risa irónica lo más fingido posible —¿por qué simplemente no la invitas a salir y dejas de angustiarte? Pareces alma en pena en esta casa.

—¿A qué hora es tu entrevista? —cambio de tema de inmediato. No la estoy viendo, saco mi teléfono de mi bolsillo y tomo lugar en el sillón frente a la ventana.

—Pink se divorció y después volvió a casarse con su ex esposo. Vamos, que eso ya deber saberlo porque lo leí en un artículo de la revista Anderson.

—Caroline, ¿a qué hora es tu entrevista? —repito, con un leve fastidio. La miro en ese instante, está pintándose los labios.

—Dentro de alguna hora ¿me llevas? —asiento, aunque no quiera llevarla a ese lugar, pero después de todo es mi hermana, me da pánico que algo llegue a pasarle. La escucho retirarse, no sin antes decirme que se dará unos retoques en su maquillaje. Me termino el yogurt, con el celular entre mis dedos se me ocurre ir a Instagram, mi parte racional me grita que es mala idea lo que pienso hacer, pero la otra parte, la estúpida y molesta quiere saber de quién se trata esa persona con la que Natalie sale, no dudo en irme a su perfil pero no me arroja ningún resultado, solo hay fotos de ella y mi corazón da un vuelco en mi pecho cuando observo una foto mía en su perfil.

Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora