David.
Sí, Natalie tenía razón, estaba golpeando mal el jodido saco y me di cuenta varias horas después.
Tengo mi muñeca con la pata de un elefante, una compresa de agua tibia alrededor y un envase de analgésicos a mi lado con un vaso de agua por la mitad cuando me bebí la última, nunca más vuelvo a tocar ese maldito saco.
—Te dije que no era la forma que tenías que golpearlo —dice, recostada sobre mis piernas, con la vista hacia el tv, la dejo estar ahí porque masajeaba mi muñeca y la verdad que la hinchazón bajó bastante.
—Me dijiste que le diera más duro.
—Pero bromeaba.
—Igual, es tu culpa —refunfuño, la escucho reír. La observo a Natalie y no me ha dicho una palabra de lo que acordamos hablar y eso me aterra. Tanto silencio en las mujeres no es normal, su vista está puesta en la televisión, no hemos hablado nada, ni siquiera hemos tocado el tema.
La observo de reojo, está meramente concentrada en la película, o es que está tramando la forma de torturarme luego de escuchar lo de Andi. No lo sé, yo tengo una hermana y siempre que pasaba en silencio por un buen rato yo terminaba con un calzón chino.
No sé qué es peor, su silencio o estar viendo la jodida película de Romeo y Julieta, ya no tengo palomitas para atragantarme con cada escena cursi.
—¿Quieres más? —pregunta, luego de ver mi tazón vacío ¿Será que las palomitas tengan algo que me haga tener una disfunción eréctil?. Entrecierro mis ojos y la observo retirarse hacia la cocina luego de arrebatarme el jodido tazón.
Ni siquiera esperó mi respuesta. Sospechoso.
—¿Sabes qué? Estoy bien. Mucha mantequilla me causa gases y créeme, no querrás que eso pase si quieres que me quede a dormir contigo esta noche —mentira, no me da gases. Pero no me inspira confianza.
Ella sólo quita su mirada del tazón y la vuelve a mí con su entrecejo levemente fruncido.
—Qué asco —dice, guardando las palomitas y regresa al sillón conmigo, se acomoda junto a mí, muy junto a mí.
Muy junto... a... mí.
Deja caer su cabeza en mi hombro y yo sigo pensando qué cosa está tramando, se acurruca debajo de mi brazo. Lo peor de todo es que sube sus piernas encima de las mías.
Sus piernas, con un mini short.
Sus piernas perfectamente trabajadas en gimnasio con un mini short están sobre las mías.
—Bien, ya —digo, quitando sus piernas de encima y acomodándome para encararla frente a frente —¿Qué es lo que estás planeando? Porque sé que una noche apasionada no, debido a que tu rápida y furiosa —señalo su entrepierna —está perdida en el mar rojo. Así que ya... dímelo.
Ella se endereza y me mira con intriga, hasta dejó de masticar las jodidas palomitas.
—¿Mi qué? —enarca una ceja, con una mirada curiosa puesta en mí.
—Tu rápida y furiosa, tú misma lo dijiste en un video de esos de tu celular —ella frunce su entrecejo, me agrada saber que no soy el único loco que dijo en público el nombre de su parte íntima.
—¿Revisaste mi celular? —interroga de inmediato.
Mierda.
—No... bue... yo sólo quería saber que más videos habían de King Kong. —otra mentira, pero es a medias, sí quería saber qué videos habían en su teléfono sobre nosotros, quería saber si en algún momento nos habíamos grabado en nuestra luna de miel o algo así, porque no soportaría un video mío en acción circulando por la red.
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Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)
RomanceNovela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. Definitivamente, no todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas y eso es algo que Natalie y David aprendieron muy bien. (Entra a la...