David.
Me quedo ahí estático por unos segundos y ella también, el celular que sostenía la pelirroja en sus manos ahora está en el suelo y de inmediato recompone su postura cuando Camilo se lo entrega nuevamente.
—Lo siento —dice con una risa nerviosa, vuelve sus ojos a mí con una sonrisa extremadamente fingida —¿Cómo está señor Schmitt? —por un momento no sé qué hacer ni qué decir, ni cómo actuar o si finjo muerte.
—Bien, señora Spencer. Un placer verla por acá —intento sonar profesional cuando en realidad quiero tirarme de un acantilado.
—¿Ustedes se conocen? —habla Camilo con su entrecejo levemente fruncido, uno de sus brazos está alrededor de la cintura de Andi y el otro dentro de su bolsillo.
—Así es, el señor Schmitt es... —aclara su garganta —es mi jefe.
Dios, te ruego que sea su hermana, prima, amiga, amante, lo que sea... pero no...
—Entonces... ¿Es él quién asegurabas que era gay?
La madre que la parió.
Andi golpea el codo de Camilo quién suelta una leve risa y yo con mi rostro sin mostrar algún tipo de expresión los miro a los dos. Camilo lleva su mirada a mis ojos y cambia su gesto al ver el mío —estoy bromeando —dice, golpeando suavemente mi hombro con una sonrisa.
¿Desde cuándo tú y yo nos damos bromas, Jackie Chan?
—¿Ella es tu esposa? —la voz de Natalie a la par mía interrumpe la dichosa plática, ella me rodea por la cintura con uno de sus brazos mientras Camilo asiente con una sonrisa.
En estos momentos deseara tener la velocidad del maldito de Flash para desaparecer en segundos.
—Cariño, ella es Natalie. Por cierto, también trabaja en la revista Anderson —Natalie frunce su entrecejo y esboza una amplia sonrisa a Andi, para luego estrechar su mano hacia ella.
Por favor, que no lo recuerde.
—Ella es la esposa del señor Schmitt —habla nuevamente la tortuga ninja —te dije que era casada, no tienes de qué preocuparte.
¿Preocuparse? Casi me río con sorna, pero mejor me quedo callado.
—Es un placer conocerte —dice Natalie, Andi con una de sus sonrisas más falsas le responde de la misma manera —y puedo asegurarte que este muchacho no es gay —dice, golpeando mi pecho con la palma de su mano.
Muchacho...
Con mi ceño fruncido me vuelvo a ella y se acerca a mis labios para depositar un beso en ellos, sus suaves, tibios y húmedos labios se pasean por los míos con una extrema delicadeza que por unos segundos no sé cómo reaccionar, rápidamente doy órdenes a mi cerebro de despertar y mis labios se acoplan a los suyos.
Ella se separa de mí y por un momento aún de desorientación siento como mis labios extrañan el calor de los suyos.
Ahora estoy comprendiendo mejor el porqué me casé.
Y por muchas otras cosas.
Esboza una amplia sonrisa y se vuelve a las dos personas que están de pie en frente un tanto incómodos pero no me da tiempo de analizar sus facciones, mi cerebro aún está procesando ese beso.
—Y... yo —balbuceo y aclaro mi garganta —iré a cambiarme —Natalie me extiende su bolso, ni siquiera fui tan caballeroso como para cargarlo yo. Ella dijo que llevaría mi ropa con la de ella pero yo me limité a comer y ni siquiera subí a cambiarme.
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Recién Cazados © (Borrador de la 1era edición)
RomanceNovela en físico gracias a Nova Casa Editorial. Contáctame si quieres saber los puntos de venta en tu país. Definitivamente, no todo lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas y eso es algo que Natalie y David aprendieron muy bien. (Entra a la...