Capitulo 22

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El día que todos esperábamos, había llegado, me levantaron mis criadas al amanecer, me maquillaron y arreglaron, estaba muy nerviosa, como era de esperarse meses antes ya se habían mandado invitaciones a todos los invitados a la boda, la ceremonia se consumaría en la catedral de Notre Dame, y la fiesta se realizaría en los jardines del castillo, el corsé estaba algo más ajustado que de costumbre, al verme al espejo abrí mucho los ojos, estaba muy cambiada, el cabello peinado a una forma diferente, me habían trenzado el cabello alrededor de la cabeza como una diadema con un par de mechones enmarcando mi rostro, y el resto del cabello en una coleta trenzada y en un moño, el velo estaba sobre mi cabeza sujeto con horquillas, me habían maquillado los ojos, puesto un poco de color en las mejillas y labios, usaba un collar de perlas blancas que mi madre me había dado cuando me comenzaron a arreglar -Es mi regalo de bodas Madeleine, lo he guardado desde que eras pequeña, sabía que te verías más hermosa con el- lo dejo en mis manos, sonreí -Gracias mamá- mi mamá me acarició la mejilla sonriendo y salió de mi vacía habitación, -Emma- dije aún viéndome en el espejo, -¿Si madeimoselle?-
-¿Recuerdas la pequeña maleta que tengo bajo la cama?-
-Si madeimoselle-
-Por favor, mantenla cerca de donde yo esté, la necesitaré pronto-
-Como ordene madeimoselle-
Suspiré, me temblaban las manos, me coloque los guantes e intente respirar profundo, incluso el perfume que me habían puesto era distinto, era más llamativo por así decirlo, llamaron a la puerta -Adelante- dije entrelazando las manos sobre mi regazo -Madeleine, te ves hermosa- era Jules, estaba en la puerta parado observando me como si fuera una maravilla, sentí que me sonrojaba, sonreí tímidamente, -Gracias Jules- recordé la maleta que  a Emma, -Tu padre manda decir que es hora- asiento con la cabeza, me levanto y me giro hacia mis criadas, ellas también saben lo que haré, las tres jóvenes me ven con lágrimas en los ojos, camino hacia ellas, es la última vez que las veré, extiendo los brazos para abrazarlas, antes de que terminaran de empacar mis cosas les había dado algunas de mis pertenencias, las cuatro estábamos abrazadas intentando no llorar, -Fue maravilloso tenerlas de criadas chicas- las tres me soltaron, Lilou se limpio las lágrimas con el dorso de la mano, Emma sorbio la nariz, y Louise enroscaba un mechon de su cabello, -Fue un honor poder ser sus criadas madeimoselle- dijeron al unisono, -Emma, por favor tráeme la maleta- la joven asintió y fue por la maleta, me la entrego -Gracias- a su vez, yo se la entregué a Jules, -Aqui está lo que necesitaré, antes de irnos Lucas nos dará provisiones para unos días- -Si Madeleine, vamos, el carruaje te espera- respire profundo, y camine saliendo de mi habitación, camine escoltada por mis guardias por la casa hasta el carruaje que estaba arreglado con flores blancas, me abrieron la puerta y subí, dentro estaba Madame Jade, que al verme dió unos suaves aplausos -Luces perfecta Madeleine, serás la novia mas bella de toda la historia de Francia- incline un poco la cabeza -Gracias Madame Jade-, el camino se me hizo interminable, la gente rodeaba el carruaje, lanzando flores y porras, yo tan solo hice lo que Madame Jade me indicaba, saludar a las personas de forma cortes y discreta, siempre con una sonrisa pequeña, -Eres la futura princesa, tienes que ganarte a tu pueblo- Al llegar a la catedral, muchas personas que no conocía estaban a los lados de la entrada, alineados y arreglados, un guardia abrió la puerta, la luz del sol me deslumbró, entrecerre los ojos, mi padre extendió su mano para ayudarme a bajar -Hija, luces preciosa- -Gracias Padre- un guardia ayudo a bajar a Madame Jade, misma que se acercó a mí con un ramo de flores blancas y cintas a juego, lo tome con la mano derecha y lo puse frente a mi, acto seguido, me coloco el velo sobre la cara, y se retiró con la multitud con mi madre y hermanos, que estaban en los lugares de honor junto a los reyes, mi padre y yo empezamos a caminar al interior de la catedral,con  cada paso que daba sentía como si tuviera los pies en fango, intento parecer serena, las personas caminan detrás de nosotros, llegamos hasta el altar, donde mi padre entrega mi mano al príncipe Alexander, quien luce maravillosamente bien en su traje azul claro, sonrió cuando mi padre me entrega, aunque tengo miedo, y este crece a cada segundo que pasa, las personas toman sus lugares, el sacerdote da inicio a la ceremonia, no entiendo ni una palabra que dice, solo escucho murmullos y el latido de mi corazón, tras un rato, es el turno de recitar los votos, que decimos a la perfección, para concluir con nuestro primer beso como esposos, oficialmente ya era una princesa, salimos de la catedral tomados del brazo, sonriendo a las personas, subimos al carruaje, dentro Alexander me sonrió -Madeleine, al fin eres mi esposa- sonrió -Si Alexander-, toma mi mano entre las suyas -Estoy seguro cumplirás con todos tus deberes como esposa, apartir de hoy en la noche, en tu deber de darme un heredero, se ve que tú institutriz te enseño todo lo que debes de hacer para complacer a tu esposo, o al menos, fue lo que se me prometió ¿Sabes? No quiero tener que darte correctivos para que te comportes adecuadamente- añadió acariciando mi mejilla, abrí mucho los ojos, lo había olvidado, parte del trato era entregar mi virginidad a cambio del regalo de mi esposo, y dentro de esto, darle placer y un heredero, aunque lo primero nadie debe saberlo, alteraría a la gente -Vamos Madeleine, bien sabías que esa es tu función- dicho esto me soltó y su sonrisa encantadora desapareció dejando lugar a una expresión arrogante, me había equivocado, el príncipe no era alguien bueno, solo un patán más, tal como había imaginado, entrelace mis manos en mi regazo, esta tarde sería de lo más difícil que pasaría.

Nota de la autora:

Les ofrezco una disculpa por la tardanza en actualizar y el que el capítulo anterior fuera tan corto.
P. D:
Les dejo una imagen de cómo se ve Madeleine según yo. ❤

No me voy a casar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora