Capitulo 26

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No sé cuánto tiempo duro el viaje, solo recuerdo que cuando desperté una mujer me observaba atentamente, era Madame Chloe, que al ver qué abría los ojos, sonrió y retrocedió un poco para que pudiera levantarme -Querida, es casi imposible creer que eres una princesa- soltó una risita -Sin ofender, pero al verte vestida así, no lo creería- dijo Madame Chloe, antes de que pudiera decir alguna palabra añadió -Lo siento, soy Madame Chloe- extendió hacia mi su mano llena de anillos y pulseras, que sonaron cuando la movió, tome su mano y le sonreí, parecía una mujer agradable, el trayecto hasta el tren fue bastante entretenido, Madame Chloe continuo enseñandome a leer las cartas del Tarot, puesto que ya estaba informada sobre mi caso, una vez que llegamos a la estación sentí los nervios a flor de piel, escuchaba los latidos de mi corazón, bajamos la mujer y yo mientras que los hombres se dedicaban a bajar las cosas, Mousier Claude fue a comprar los boletos, me puse muy nerviosa al ver a los caballeros que examinaban a todas las jovencitas que había, todas asustadas, me paralice del miedo a que me reconocieran, mis rasgos eran inconfundibles así como el aroma de los aceites que estaba segura aún desprendia, Madame Chloe me tomó del brazo -tranquilizate, mi marido tiene todo bajo control, no tienes que temer, es un hombre de palabra, te llevará a ti y a tu marido a Italia tal como prometió, vamos que nos espera- me llevo con ella sin soltarme, no perdía de vista a los caballeros, toda la gente de nobleza que estaba aquí se hacía a un lado para dejarlos pasar, uno de ellos daba la orden de que todas las jóvenes presentes se presentarán frente a ellos, por orden del rey, y si la princesa Madeleine se encontraba entre ellas debía ir con ellos, su esposo el príncipe Alexander estaba muy preocupado por ella y la quería de nuevo con el, algunas chicas ingenuas con un pequeño parecido a mi intentaban actuar como una princesa diciendo ser yo, pero al ser examinadas eran inmediatamente rechazadas y aprisionadas por hacerse pasar por una princesa, con lo cual se escuchaban llantos desolados de madres rogando por qué sus hijas les fueran devueltas, talvez si me entregaba las jóvenes fueran liberadas, esa idea cruzó por mi mente, talvez era mejor regresar, sería castigada, pero ellas no pagarían por mi, de seguro las matarian para obligar me a regresar, tire un poco de mi brazo para ir a donde los caballeros, regresar era lo mejor -¡Madeleine! ¡¿A dónde vas?!- dijo Madame Chloe a mi oído apretando más mi brazo, sin despegar la mirada de los hombres respondí susurrando -Es mejor que regrese, así esas chicas no sufrirán- sentí como me jalaba hacia ella quedando volteada y mirandola a los ojos -¿Recuerdas por qué huiste anoche? Huiste de el, de ese monstruo que tienes por esposo que tan solo te maltrataria, para ser libre y feliz, esas chicas tentaron a la suerte y ahora pagarán por ello, no tienes la culpa de su lujuria, fue su elección ¿En verdad renunciaras a tu libertad y tiraras a la basura todo lo que has logrado por unas niñas tontas?- Esas palabras lograron hacer que recuperará la cordura, Madame Chloe asintió con la cabeza y camino de regreso con su marido y Jules, está vez la seguí sin poner dificultades, cuando estuvimos juntos Mousier Claude puso una mano enorme en su prominente estómago, en ella estaban cuatro boletos, hasta ese momento me detuve a admirar el ferrocarril, una enorme máquina, muy larga, de metal que desprendia mucho vapor, me sentí muy emocionada al verla, nunca me había subido a uno antes, cuando salía de casa siempre lo hacía en una carroza con gruesos cortinajes y escoltas, no se me permitía asomarme y ahora saldría de Francia para cumplir mis sueños -Una vez que terminen los niños de subir las cosas al vagón podremos subir- dijo Mousier Claude señalando a un grupo de chiquillos que subían a toda prisa y con cuidado las cajas con vinos, sentí tristeza al verlos así, estaban sucios, muy delgados y haraposos, la gente que pasaba por dónde ellos nos ignoraba como si no dieran personas, la vida no era buena para todos de seguro ellos darían lo que fuera por poder ,vivir como yo aunque fuera un día, me sentí muy triste y pensé en darles algo que pudieran cambiar por comida pero recordé que no tenía mi bolso conmigo y nuevamente el miedo se apoderó de mi, la expresión de mi rostro lo dijo todo porque Jules le tranquilizó diciendo que mi bolso y nuestras pertenencias estaban a salvó en nuestro vagón, logrando calmarme; mientras esperábamos a que terminaran me acomodé entre los brazos de Jules que me abrazaba protectoramente, dando tiempo a los caballeros de que llegarán a donde nosotros, repitiendo su mensaje y haciendo que todas las jóvenes se pusieran frente ellos, Madame Chloe me tomó de la mano y me llevo hasta los caballeros tranquilamente, sentí como el color se iba de mi rostro, la mujer se reverencio y luego hablo -Mi nombre es Chloe Faure, esposa de Claude Faure, comerciante de vinos y esta es nuestra hija, Lía Faure, hija, que esperas, haz reverencia a estos nobles hombres- torpemente hice lo que me pidió, el caballero que encabezada la comitiva me observo fijamente -Ven, ponte frente a mi, quiero verte mejor- dijo -Vamos Lía, obedece- dijo Madame Chloe empujandome ligeramente, avance y me coloque frente al hombre, al estar a su alcance estiró una mano enguantada en hierro y alzó mi cara -Es ella, es la princesa Madeleine- dijo firmemente, la gente empezó a murmullar, me habían encontrado ¿Qué sería de mi ahora? ¿Regresaría a mi lujosa prisión?, sentí que una manaza caía sobre mi hombro, era Mousier Claude -¿Cómo confunden a una joven de tal alcurnia con mi plebeya hija? Es tan solo un ligero parecido con ella, pero le aseguró que está muchacha no es la joven que buscan- el guardia lo miro inquisitivamente -Yo vi a la princesa el día de su boda, ella es idéntica y vendrá de regreso al castillo con nosotros- Mousier Claude rió - La princesa no abandonaria sus sedas y comodidades por estas corrientes telas, es solo una gitana como su madre ¿A qué si Lía? Y la princesa jamás se comportaria de un modo tan descortés, le ruego su perdón por la actitud de mi hija, pero le reitero que está muchacha no es la princesa, yo la vi nacer y yo la crie, la conozco mejor que nada en este mundo ¿Que le parece si le doy unas de mis mejores botellas para usted y sus hombres? ¿A qué suena tentador?- El hombre acepto las botellas que Mousier Claude le ofreció, pidiendo una disculpa por confundirme con la princesa, para luego marcharse alegremente, Madame Chloe me abrazo -¿Ves? Todo salió bien, te lo dije, mi marido es un hombre de palabra- un silbato sonó y un hombre anuncio que las personas debían subir al tren, con el corazón en un puño y de la mano de Jules subí al tren, tras nosotros el hombre cerró la puerta, seguimos a la pareja por los vagones, eran estrechos con puertas a los lados, el tren comenzó a moverse, se podía escuchar como giraban las ruedas y el andar se hacía más difícil por el movimiento, me aferre a Jules, Madame Chloe río al ver qué casi caía, se detuvieron frente a una puerta, Mousier Claude la abrió -Este es su camarote, el nuestro está a un lado- Jules y yo entramos, el cerro la puerta, dentro había dos asientos y una cama que colgaba de la pared, los asientos estaban a un lado de la ventana Jules  se sentó  en uno y me sento en sus piernas, abrazando mi cintura me reí un poco -¿Lista para dejar Francia?- le sonreí -Claro que si- lo bese y me sentí muy bien de poder hacerlo sin tener miedo, nadie me diría que no debía hacerlo,  aquí nadie sabía quien era en realidad y a nadie le importaba, solo era la hija de un comerciante de vinos, no una princesa,  era libre al fin, y se sentía de maravilla, poder estar con el hombre que amo y besarlo era lo mejor de todo, toda la tarde estuvimos juntos, hablando y besando nos, el con sus manos en mi cintura, yo con las manos en su cuello,  no había alguna institutriz diciéndome que estaba mal  lo que hacía, que era inapropiado este tipo de comportamiento con un hombre que no fuera mi esposo, podía hacer lo que me viniera en gana, me recargue en el pecho de Jules, el me abrazo con fuerza, observé el paisaje, me marchaba a otro país, a otra vida donde nadie sabía quien era Madeleine Bellerose, donde sería libre, solo tendría que enseñar a leer, escribir y hablar a Jules, tenía joyas para vender y sobrevivir mientras Jules conseguía empleo, tendríamos un techo hasta obtener el nuestro, tendría un oficio como gitana, por lo mientras, no tendría por qué más preocuparme, solo me dedicaria a dejar atrás las campiñas francesas junto con mis recuerdos.

Hola, hasta aquí este capítulo, espero en verdad les guste, pido una disculpa por la tardanza, pero he sufrido una crisis creativa ;-; y no tenía nada bueno para escribir, apenas logré escribir esto y me falta actualizar mis otras dos novelas (Ayuda ;-; no tengo nada D:) que si no las leen los invito a hacerlo, me harían demasiado feliz <3, así como agradezco sus comentarios los cuales me motivan, al  igual que sus votos y su apoyo, cuénteme ¿Qué les parece la historia? Me encantaría saber lo que piensan sobre ella, me ayuda a mejorar y nada, solo quería decirles eso, nuevamente una disculpa por tardar me tanto en actualizar y gracias por su apoyo, nos leemos en la próxima.

No me voy a casar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora