Capitulo 28

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Ese día aprendí una lección, que mis ropas no eran las adecuadas ni estaban cerca de serlo para el trabajo en el campo, como supe luego que era el nombre para las actividades que hacíamos en las mañanas, pues en la tarde, Alessandra, Fiorella, Jules, Luka y yo salimos a una de las plazas dónde pasaba más gente, Luka llevaba una pequeña mesa y Fiorella un mantel de terciopelo rojo, o una tela parecida, pues al tocarla me di cuenta de que era demasiado rígida para ser terciopelo, mi capa estaba hecha de ese material y tenía vestidos de esa tela, por lo cual reconocía que no era, yo llevaba uno de los vestidos que me había dado Madame Chloe, era blanco, con los hombros descubiertos y unas lazadas en el pecho, el cinturón era rosa fuerte, al igual que la orilla de la pesada falda, tenía varias capas y llegaba hasta el suelo, en el cinturón tenía mis cartas, llevaba el cabello tal como me había peinado Lorriane para salir de Francia, Alessandra me había dicho que me pusiera la capa y el gorro de la misma, hacia algo de calor, lo cual hacia un poco pesado mi andar, además de el peso de ambas prendas, dijo que era para dar más misterio y llamar la atención de la gente y si, la gente que nos veía fijaba la atención en mi, y estaba más que segura que también lo hacían en el escudo bordado en la espalda de mi capa, el escudo de mi familia, ese detalle no pasaría desapercibido, pero dudaba mucho que alguien supiera de mi en ese país, estaba realmente lejos de casa, ocasionalmente me dolían las orejas cuando hacía mucho esfuerzo, los puntos donde Lorriane había perforado y colocado aretes, pero ya era menor, cuando llegamos a la plaza, buscamos un lugar liso y ahí coloco Luka la mesa, Fiorella la cubrío con el mantel, Jules traía un banco que dejó frente a la mesa y Alessandra el otro que dejó del otro lado, me senté en un banco, sin quitarme la gorra, saque el fajo de cartas del cinturón y a su vez estás de la bolsita de seda donde las guardaba, las acomode sobre la mesa, Alessandra comenzó a hacer propaganda, anunciandome como la adivina qué leía el futuro, tenía talento, sus palabras y la forma en que hablaba atraía a la gente, les daba la promesa de que les diría que les pasaría, preeveria su fortuna y desgracias, al decir que era una "gitana francesa" llamaba más la atención, luego de un rato la gente hacia fila para saber si futuro, deje la bolsita de seda rosa claro abierta en una esquina de la mesa, donde la gente depósitaba el dinero para saber su futuro, las cartas eran difíciles de leer, tantas probabilidades, tantas historias que se formaban, con cada persona y cada vez que se barajaban las cartas cambiaba el orden, haciendo un orden único e irrepetible, no leí las cartas a mucha gente ese día, ya que era exhaustivo y tardado, pero era una fuente de ingresos, está rutina se repetía tarde con tarde, a cierta hora llegábamos Luka, Fiorella, Jules y yo, acomodabamos la mesa y el mantel, ellos se iban y regresaban en la noche por Jules y yo, quien se encargaba de llamar a las personas, cosa que no era muy necesaria, ya que poco a poco ganaba más popularidad, mucha gente quería saber su futuro, les llamaba la atención saberlo y ver a una gitana francesa, como una atracción de circo nueva, en las mañanas hacíamos las labores de campo y en la tarde leía las cartas, no podía quejarme, recuerdo que ese primer día trabajando, Jules me llevo a un mercado a que compramos ropa, una adecuada para los trabajos del campo, ya que toda mi ropa era apta en lo absoluto, iba de su brazo riéndome de las cosas que decía, me había bajado el gorro, pero el hecho de que hablaramos en francés llamaba mucho la atención, no era normal ver a dos jóvenes hablar en otro idioma en medio de una plaza llena de gente, me sentía bien estando con el sin miedo a que lo matarán por estar conmigo, aquí, no importaban nuestras antiguas clases, ya que no nos conocían y por lo tanto no tenías ataduras, esa primer visita a un mercado Italiano era fantástica y totalmente diferente, estuvimos dando vueltas y viendo todas las cosas que se vendían allí, hasta que encontramos un modesto puesto donde vendían ropa, yo iba a hablar cuando Jules le hizo una seña con la mano para que lo dejara hablar a el, asentí con la cabeza, podía ver la mirada concentrada de Jules, luego de unos segundos hablo en un titubeante italiano, sonreí al escucharlo hablar italiano frente a mi, con Alessandra que era la única con quien había hablado, hablaba en francés, yo hablaba en italiano con todos menos con el, le daba cierto velo mágico el poder hablar en nuestra lengua natal sin que nadie más supiera que decíamos, algo íntimo que solo teníamos nosotros 2, Jules me compro un par de pantalones y unas camisas con lazadas al frente, también un par de botas y una falda como las de Alessandra y Fiorella, consideré muy curioso el como para mi, eso era poca ropa, pero para estas personas era una cantidad considerable, como aún no teníamos dinero, use un brazalete de oro que realmente valía la ropa y hasta más, la mujer que atendía el puesto vio con ojos asombrados el accesorio, mismos que intento disimular, reviso la autenticidad del mismo, luego frunció la boca y extendió la mano pidiendo más por las cosas, esto me indignó demasiado, el brazalete si valia las prendas, yo jamás estaría, además era evidente que la mujer quería estafarnos, al darse cuenta de las cosas que teníamos, puse con algo de fuerza las manos en la mesa, moviendo ligeramente las cosas y sobresaltando a la mujer, intentando tener modales como en casa y en el mejor italiano que tenía dije - Señora, me tendrá que disculpar por esta descortesía, pero es claro el que usted quiere estafarnos a mi señor esposo y a mi mintiendo sobre la autenticidad de esta prenda de oro que le entregué como pagó, está pieza está hecha de oro puro y buena calidad, mi padre mando hacerlo con el mismísimo joyero real del rey de Francia, mismo para el que sirve, además de que durante toda mi vida he portado oro, por lo cual me parece indignante está actitud, y le exijo acepte el pago sin más reproche y se sienta agradecida de que no le reclame mi cambio-  sin decir palabra, la mujer con los ojos bien abiertos y algo asustada, guardo el brazalete y nos entrego la ropa, Jules y toda la gente me miraban con sorpresa, en ese momento me di cuenta que había usado el tono y actitud de la realeza, había hablado con diplomacia cual cortesana o princesa, como se me había educado, me sonroje un poco al darme cuenta de esto, yo no quería usar ese tono autoritario, tan solo quería reclamar está estafa, tome las cosas de la mesa, me coloqué la gorra y empecé a caminar de regreso, con Jules siguiéndome los pasos, regresamos en silencio a casa, estaba algo apenada del escándalo que había provocado, por fortuna no hablamos de eso, al llegar me baje la capucha, los demás ya habían llegado, tan solo nos esperaban para cenar, procedimos a comer en silencio, al menos por mi parte, mientras el resto comentaba su día y todo lo que habían hecho, las ventas en el mercado, cuando dijeron Luka y Fiorella que había habido un escándalo en el mercado por una discusión de una noble con una plebeya por un pago, no pude hacer menos que bajar la cabeza, estaba muy apenada por este acto, veía como Fiorella contaba emocionada la historia, Alessandra en cierto momento se dio cuenta de mi incomodidad al oír la historia que contaba su nuera, por lo que tuvo la delicadeza de pedirle que parara de hablar de ello, ya que no me sentía a gusto, a la joven le tomo unos minutos entender el porque de esto, hasta que cayo en la cuenta que aquella noble discutiendo era yo, luego, apenada me ofreció una disculpa y luego continuo comiendo su sopa en silencio, esta es la única ocasión incomoda que recuerdo haber tenido con la familia Chardin.

El tiempo paso y paso, ya estaba más que acostumbrada a Italia, con el dinero que juntaba leyendo las cartas del tarot y otras cosas típicas de los gitanos, pudimos apoyar a los gastos en casas, comprar una carpa donde cobraba un poco más por mis servicios, pero daba una mejor experiencia, ahorraba todo lo que podía para que Jules y yo pudiéramos tener nuestra propia casa, mi "esposo" como le conocían, ayudaba a la gente a cargar y descargar las carrozas con mercancía, decía que lo hacía para también poder aportar algo, aunque un día un mercader de telas al que conoció, lo llevo con el a comprar las telas, por lo que me quede sola, este hombre empezaba a instruirlo en el negocio, lo trataba como si fuera su heredero, le enseñaba todo lo que sabía sobre telas, yo jamas entendí el porque lo escogió a el, sin embargo, respetaba eso, no podía además hacer algo al respecto, más que esperar a que llegará por mi, hubo ocasiones en las que se iba días, por lo que Luka, junto con Gian me ayudaban a quitar la carpa  y regresábamos a casa, en ocasiones tengo que admitir, me gustaba que Jules no estuviera conmigo, ya que tenía la cama para mi sola y me recordaba un poco a cuando vivía en Francia, y aunque puede parecer raro, las cosas que veía con Jules, sin el, se veían realmente distintas, tenía cierto encanto, así me acostumbre a esta nueva vida, curiosamente cada vez mas sola, Jules y aquel mercader salían cada vez y más, la mayor cantidad de tiempo que estuvieron fuera continuamente fue de 3 meses, en ese tiempo, lo extrañe, demasiado, pero no podía decaer, debía seguir trabajando y ahorrando, uno de esos días no fui a leer las cartas, Alessandra me dijo que era día de guarda en Italia, así que me senté en el jardín en una de las sillas de madera y observe mi alrededor, el pasto verde cortado de manera un poco dispareja, el constante aroma a animales y estiércol flotando en el aire, algunas manchas de lodo por el pasto, casas de madera y ladrillos pintadas con colores claros y grandes ventanas de madera, la planta enredadera que cubría parte de uno de los muros de la casa, las flores de colores que encontrabas por todos lados, no tenían orden alguno, a su modo, era un lugar hermoso, me gustaba y lo extrañaría cuando nos mudáramos Jules y yo, mi vista se poso sobre unas pequeñas flores blancas, idénticas a unas que teníamos en casa, recordé una ocasión de pequeña en la que mi hermano Lucas tenía 5 años y yo 4, jugábamos a ser una princesa y su noble caballero, mi hermano dijo ese día "Yo te cuidaré y te protegeré hasta que muera, seré la mano derecha del rey, tu señor esposo y jamas te dejare sola, lo prometo" y cortó un pequeño ramo de esas flores, el cual me entregó, sonreí al recordar eso y sentí un par de lagrimas caer por mis mejillas, mismas que limpié con el dorso de mi mano, Lucas había cumplido con su palabra, aunque físicamente ya no estaba conmigo, me había protegido, y sabía que siempre estaría en mi corazón,  gracias a el, ahora estaba a salvo, en un momento llegó Alessandra y se sentó a mi lado - Madeleine querida, ¿Aún piensas en Francia?- su pregunta me saco de mis pensamientos, gire la cabeza a la izquierda para verla, suspire profundamente -Un poco Alessandra, aunque ya ha pasado tiempo y estoy muy feliz de estar en Italia, en ocasiones la nostalgia se apodera de mi, y ahora que no esta Jules conmigo, es un poco más intensa- Alessandra me rodeo con su brazo y me pego a ella, como en ocasiones veía que hacía con su hijo, supongo que así se sentía las muestras de cariño de una madre, me permití abrazarla, mi madre no hacía esto, lo más que ella alguna vez había hecho fue darme un beso en la frente en una ocasión que estaba muy triste por que mi yegua había muerto, no podía culparla, la cultura de Francia e Italia eran diferentes, al igual que ambas familias eramos de distintas clases sociales, con la mano libre Alessandra acariciaba mi cabello, con una voz suave y firme a la vez dijo - Es normal que extrañes Francia, fue tu casa durante toda tu vida, y siempre estará presente en ti, es parte de ti y de quien eres, es normal y esta bien, no debes estar triste o sentirte culpable de ello, y Jules, como madre y esposa puedo decirte que es un gran chico, no te va a dejar jamas, el es el indicado para ti, aunque no venga de la misma noble cuna que la tuya, es mucho más digno de ti que aquel príncipe con el que estabas prometida, debes confiar en el así como el lo hace en ti, ahora ve a descansar un rato, aprovecha que es un día de descanso, iré por ti a tu habitación a la hora de la cena- besó mi cabello, la abrace con más fuerza, -Gracias Alessandra, por todo- me separe de ella y sonreí, ella me sonrió a la vez, después camine hacía mi habitación, entré y cerré la puerta tras de mi, sin cambiarme, me acosté en la cama a la mitad, como solía hacerlo antes, cerré los ojos y en poco tiempo, me quede dormida.

No me voy a casar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora