Capítulo 9: Poder propio, poder entregado, poder prestado. Parte I.

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La primera vez que visitó un museo fue a los once años, en compañía de su salón, todos tomados de la mano de una manera vergonzosa, no se podían tomar fotografías, ni gritar, ni correr, ni esconderse, ni tocar, ni hablar, ni hacer nada que atacara el aburrimiento obligatorio que debía tener el museo.

Naruto aprendió que los museos eran lo peor que le podía pasar a un muchacho lleno de alegría, vida y energías como él. Por eso, incluso bajaba de las banquetas cuando se aproximaba a uno, les tenía aversión, pensaba que los mismos guardias lo jalarían hacia adentro para obligarlo a ver cada exhibición.

Un miedo ridículo, a decir verdad.

Incluso no lo sintió cuando Sasuke se adentró con él, pagaron sus boletos y revisaron sus mochilas. Sasuke tuvo que dejar la suya porque cargaba demasiadas cosas "sospechosas", Naruto ni libros cargaba.

Anduvieron por las enormes salas de paredes blancas, iluminadas con lámparas larguísimas puestas en el techo formando un diseño, todo ahí tenía una razón, no había caos. Naruto odiaba el orden. Sus cejas estaban fruncidas luego de notar que el moreno no parecía tener un as bajo la manga, solo lo había llevado a observar cuadros, jarrones, pinturas...

-¡Me estoy aburriendo! –perdió el control, el regaño no tardó en aparecer y Sasuke fue quien se disculpó sin culpa con el guardia. Tomó su mano con confianza y lo jaloneó hasta una sala en esepcial, luz tenue, cortinas tintas y piso alfombrado. El ruido minimizó hasta que podía escuchar su respiración. –Sasuke, me aburro.

-Ya entendí. Todos, en realidad. –le recalcó si mostrarse molesto. Miraba los cuadros buscando un en especial. –Por aquí. –la mano volvió a tomarle y Naruto la recibió gustoso. –Mira bien. –quedaron frente a un cuadro donde estaba retratada una mujer, la mano de Sasuke quiso retirarse pero Naruto presionó el agarre. -¿Qué haces?

-Nada. –miraba los ojos de la mujer que parecía verle directamente.

-Bien... -temblaba nervioso. –Ella es Alice Kyteler, una de las primeras brujas que inició con el arte del libro de sombras.

-¿Qué es eso?

-Un libro donde se transfieren todos los conocimientos. –ahora si soltó su mano. –Cuida que nadie se acerque. –le dijo y sus manos tocaron la telita pintada. Naruto se había girado para revisar las dos entradas. –Listo. –escuchó pero también un carraspeo.

Girando su cuerpo, encontró a Sasuke con actitud casual mientras hacia una inclinación de cabeza. Eso no importaba, lo que importaba era que el mismo retrato le imitaba.

-Andale, a lo Harry Potter, dattebayo. –se admiró y sonrió un poco como saludo.

-Bien, los dejaré solo. Ella no quiere mi presencia aquí. –a pasos rápidos, parecía estar seguro de su decisión.

-¿Ah? –lo detuvo a medio camino. –No vas a dejarme con la pintura parlante ¿o sí? –susurró mirándola de vez en cuando.

-Debes hablar con ella.

-¿De qué?

-No lo sé. –frunció las cejas. –Tú debes saber. Una pregunta. Solo una te dejará hacer, aunque claro, hablar con ella sí que podrás.

-¡Sasuke!

-¡No lo arruines, idiota! –salió de la sala.

El rubio miró por sobre su hombro a la mujer que acomodaba un mechón de su cabello. No había dado un paso atrás a ningún reto, jamás, pero esto era demasiado, quizá abandonar no era algo tan malo ahora... se peinó con sus dedos e infló el pecho para fingir valentía, ojos fijos, ceño fruncido, boca formando una línea.

¡Mi novio es una bruja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora