Capítulo 20. La parte negra del pez blanco.

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Hola, brujitas y brujitos, feliz año nuevo, les dejo esta actualización, ojalá les guste mucho, sé que me he tardado bastante pero este año es el año de las culminaciones, termino mi servicio, termino mis proyectos pendientes y por supuesto, termino mis historias pendientes (e inicio otras jejeje). 

Bueno, espero que se entienda, hoy vamos a avanzar un poco en la explicación de la naturaleza del dios Lugh y Djab, de Sasuke, de la historia de los Uchiha y vamos a ver un milagro, ojalá les guste de verdad. 

¡¡¡Les mando un abrazo y mis mejores deseos y vibras para el año nuevo!!!

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No era como nadar, era diferente, tampoco era como caminar, era como flotar dentro del agua, así era, aunque no se entendiera. En esto pensaba confiado en la mano que aún lo sostenía y lo guiaba por una inmensidad oscura, ya estaba acostumbrándose a los animales con los que chocaba, aunque de vez en cuando una ballena o un calamar le asaltaban y escuchaba una risilla burlesca del dios que lo apegaba más a sí mismo.

A veces intentaba hablar pero no podía recordar las palabras apenas abría la boca, podía tragar agua sin perjudicarse pero era un sabor salado intenso que le hacía escupir provocando burbujas a montones.

-Te dolerá un poco la cabeza. –le alertó quien tenía la apariencia de su amigo. Asintió por pura amabilidad pero no comprendió hasta minutos después cuando la presión del agua le estaba lastimando ya, era helada, sin tiritar, podía sufrirlo. -¿No te estás congelando? –le cuestionó de nuevo pero con dulzura y su luz resplandeció aún más, regalándole calor en su costado, Shikamaru tenía la intención de abrazarle pero no se animó a ultimo segundo... ¿qué dirían los demás si lo vieran así?

Los demás...

-Ah, ya te has acordado de ellos. –una mirada del castaño fue suficiente respuesta. –Tiendo a dar ese efecto, se acercan a mí y se olvidan de todo. –otro mutismo cargado de pensamientos. –Estarás bien. Ellos han hecho un gran trabajo, no porque sean bueno hechiceros, de hecho... son ya muy escasos los que tienen los conocimientos ancestrales adecuados para realizar un buen conjuro, pero ¿sabes? Cuando haces algo bueno... algo bueno pasa. –le presumió y la velocidad se intensificó, lo supo Shikamaru porque los animales que lograba vislumbrar pasaban a su lado con rapidez, o más bien él lo hacía junto con el dios. –Yo inventé esa regla universal. –le susurró cómplice y le guiñó el ojo. –Así, aunque no me conocieran, estarían bien, serían felices y serían buenos. –se detuvo de improvisto y Shikamaru, por la inercia, se abrazó al otro para detener su cuerpo. –Ya llegamos. –le anunció y ascendió cual jet o proyectil hacia los cielos.

Como una bomba, el agua rompió su temple y todavía un remolino los siguió antes de caer al arroyo del que salieron. ¿Cómo es que el océano se convirtió en un arroyo simple de agua dulce?

-Mi tierra, mi amada Tri Lunoj. Vaya, que fea está. –dijo parpadeando, aun flotando en un cielo rojizo y negro. –Qué poca luz. –tocó una de las tres lunas que ascendían muy poco a poco, casi imperceptiblemente, hasta el centro del cielo. Ese toque insignificante acelero todo cual si fueran meses de vida en segundos. Shikamaru observaba todo esto con asombro, veía las plantas renacer, morir, renacer, crecer, morir, renacer... poco a poco subían, cambiaban los colores, el panorama, el cielo se movía. Se sintió un poco mareado.

-Cuando veas que es suficiente, lo detienes todo. –le dijo aun en el centro del espacio, flotando, suavemente, y se recostó perezoso cerrando los ojos.

-¿Y cómo pretendes que yo...?

-Tú puedes. Tú puedes. –le dijo dos veces. –Yo estoy contigo. –aseguró y su gesto final dio también por terminada la conversación.

¡Mi novio es una bruja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora