Capítulo 16: El pez negro.

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Hey, hola, hasta me da vergüenza hablarles u.u

He tardado eternidades y es muy poco comparado con lo mucho que me dan en sus comentarios, estoy reviviendo. He tenido momentos de encuentro muy extraños y mi vida se está acomodando de una manera que no imaginé. Tengo que decidir un par de cosas en mi vida y me tiene aterrada, por eso no he encontrado la paz para esto, pero si hago cosas pequeñas, se harán grandes si se acumulan. Por eso les presento este capítulo como ofrenda para ustedes, mi parte especial de la vida. Les mando un agradecimiento y mucha luz a todos, ojalá valga la pena la espera y se queden con ganas de más jiji

Ay, me siento extraña. Bueno, de todos modos, esta historia también ya está llegando s u final pero más lento. Nos hablamos luego, un beso a todos y todas.

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 El giro de la obsidiana era sencillo, siempre fue bueno en esas cosas, recuerda cómo en primaria lograba hacer que todos se acumularan en su lugar cuando hacia girar sus lápices en sus dedos, con ambas manos; muchos apostaban que sería buen baterista pero tendría que ensayar y qué pereza da eso.

Pero pensar es uno de sus hábitos más culposos, no deja de hacerlo en ocasiones y girar la piedrecilla entre sus dedos, avanzándola, era algo inevitable mientras rememoraba absolutamente todo lo vivido. Estaba más pesada desde que absorbió –por decirlo de esa manera– el enojo, coraje y rencor que Naruto acumuló en esa extraña experiencia de la que todos fueron parte, como si se tratara de un bautismo para meterlos de lleno en el mundo extraño de Sasuke.

O de Naruto.

Si algo le quedó claro es que ahí Naruto era el personaje principal, aunque el rubio no quisiera serlo.

Miró su techo recubierto de estrellas fosforescentes que pegó en su niñez y no ha quitado porque... ah, qué pereza hacerlo. (Le gustan).

Miró su piedra y la colocó con cuidado sobre su frente, estaba tibia pero por el constante jugueteo de sus dedos. La dejó posada en su piel imaginando que algo en su mente se abría, imaginaba un cosmos avanzando, estrellas pasando a su lado, imaginaba que le daba la respuesta la maldita piedra por fin.

Nada más horrible que la incertidumbre.

Tal vez solo necesita comer algo.

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-No creo que haya algo atrás de esta pared.

-Te lo juro, por aquí entramos. –Ino le aseguró mientras palpaba la pared pintarrojeada con tiza que tomó de la casa de Sakura. –Hizo una puerta como esta y logró abrir un portal... -le dijo nerviosa, sonaba extraño sin ese par aquí, asegurándole la magia. –Yo digo que busquemos a Naruto... es más, puede que Sasuke esté con él. O nos puede llevar a verlo.

-No estoy lista para ver a Naruto. –cruzó sus brazos y le dio la espalda a la chica.

-¿Sigues molesta por no decirte lo que tenía con Sasuke?

-¡Sasuke me gustaba mucho!

-¿Y Naruto? ¿Ya no lo quieres como tanto lo defendías? –la hizo girarse moviéndola del brazo. -¿Dónde está ese amor que tanto jurabas por él? ¿Ya se te olvidó cuando fuiste a llorar porque tuviste que terminar tú la relación y me pediste que no hiciera preguntas? ¿Qué no lo odiara?

-Es que...

-¡Eres cruel y lo sabes! –la regañó. –Sakura, si tú hubieras estado... quizá habría sido más fácil calmarlo. Quieran o no aceptarlo, fuiste especial, eres especial a sus ojos y estás lastimándolo con tu castigo innecesario.

¡Mi novio es una bruja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora