Capítulo 25. Bestias y movimientos de ajedrez.

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Vaya, que loco todo, ya tenía el capítulo más o menos cuando mi padre se llevó la compitadora por varios días y ayer (hoy en la madrugada) me dí cuenta que me mamé con esta primera parte de la narración, intenté hacerlo lo más simple que pude pero queriendo aun así plasmar cierta visión humana y a la vez filosófica de la situación con los personajes. 

Hoy se presenta por completo aquello que han estado viendo a pedacitos a lo largo de la novela, espero que se entienda la referencia y además fungirá como un adelanto de lo que se verá después en esta novela de La bestia y su amo II (si Dios me da vida y ganas XD). 

Ojalá sea sencillo, no tan borde, y muy de su agrado, me cuesta mucho plasmar guerras, ojalá pueda compartirles un poquito de mi visión. Les mando un abrazo enorme y un agradecimiento por el apoyo que ha tenido este libro en particular a pesar de lo complicado que es. Tengo un proyecto con este libro ya después, pues es muy complejo y he pensado en hacer una guía para entenderlo, pero primero vamos a acabarla. Notarán que ya casi se acaba ;) 

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Tras torturantes minutos donde los suspiros estaban a la orden como las mismas miradas, los hombres encapuchados comenzaron al unísono una serie de rezos que atormentaban la mente de los chicos asustados; sin embargo, Shikamaru comenzaba a reconocerles al viajar por las burbujas de los tiempos, explicándoles con calma que se trataban de oraciones y clamores a Lugh.

Si bien, en un primer momento no resultaba sino molesto, llamativo y ciertamente extraño, poco a poco reconocieron en el mismo hecho de continuarlo, una esperanza y una parte de la normalidad que se estaba viniendo encima. Conscientes de que no eran conscientes (vaya que era extraña esa sensación) del cambio temporal, ver a personas sopesar la intrusiva y áspera esencia de Djab con ayuda de meditación, oraciones y esperanza, los colmaba de fuerza suficiente para al menos seguir de pie en el pequeño círculo creado por el duendecillo que caía arrodillado a veces por el agotamiento espiritual.

Ya todos tuvieron su espacio en el silencio mental, en el auge de ideas, donde por medio de sus propios cuestionamientos, parecían cambiar poco a poco la realidad que vivían. Conforme, pues, a los minutos y horas que pasaban sin afectarles corporalmente más allá del cansancio humano, ellos comprendieron en su escasísima habilidad, que su pobre, torpe y agraciado amigo Naruto ya no existía.

Y dolió.

Dolió tanto como a Shikamaru mientras lo veía sonreírle como despedida y se recostaba dispuesto a sacrificar su existencia plena como el muchacho que nació y creció con ellos, para poder darle espacio a la divinidad máxima. Dolió cuando notaron que inclusive en otra vida, si es que existía, no lo verían, porque ya no era real. Había sido un recipiente con sentimientos.

Además, quizá era la misma esencia humana quien los empujaba a ver aquello como algo reprobable e ilógico de aceptar tan sencillamente. Entonces, mientras buscaban la razón madre, se topaban pues con el finito de sus capacidades como humano, notando que jamás podrían comprender las formas, prioridades y mecanismos que un dios tendrá.

Esto era inclusive más difícil de afrontar para ellos que el mismo hecho de saber que, básicamente, estuvieron conviviendo con el dios vivo que les dio origen a todos. Era más terrible y de más provocación espiritual en sus almas pensar que eran tan pequeños y casi un nada en los ojos de la eternidad, que replantearse escenas donde Naruto cantaba, bailoteaba, caía de los árboles, se peleaba o los abrazaba y verlo como el dios que los cuidaría.

Sin embargo, Sai pudo sospechar, como uno de los mayores talentos que el chico portaba (quizá a beneficio de una causa que él aun desconocía en esos momentos), que también es de índole meramente humana abandonarse a la fuerza de una idea superior. Qué práctico era, pensaba mientras observaba la devastadora escena, atribuirle la tortura a un bien mayor, a esperar paciente a un héroe, cuando el súper hombre ya simplemente no puede actuar. Y tuvo tiempo de sobra para molestarse con esa idea, odiarla, contradecirla de mil maneras, enfrentarse de nuevo a ella y aceptarla.

¡Mi novio es una bruja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora