Capítulo 18. La parte blanca del pez negro.

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Holis, ya llegué de nuevo, aquí les dejo el nuevo capítulo, espero esté avanzando de manera coherente. Ojalá les guste y aprovecho para agradecer a los que me comentaron en el anterior capítulo y a esas personitas que apenas actualizo ya me dan su voto, que fe ciega tienen hacia mi XD Gracias infinitas a todos. Nos seguimos leyendo. 

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La navaja brillaba cerca de su piel pálida y con una capita de sudor que le hacía verse cristalina. La fiebre aumentaba. Sus ojos se cerraban poco a poco, decayendo por la falta de alimento y energía, su boca temblaba mientras la fruncía para no sacar sonido alguno, para no jadear, para no emitir oración alguna. Soltó la navaja que quedó incrustada en el suelo terroso y ensució la superficie con una mancha oscura ardiente, Sasuke hizo caso omiso de que quemaba sus pies descalzos, solo se abrazó a sí mismo mientras miraba la puerta de su casa, deshabilitada. Si la abría... solo habría oscuridad.

-Lugh... -murmuró con voz ronca, anhelante. –Necesito que me mires... -le rogó. –Protégeme de la tentación. –dijo en su mente cuando la voz acabó y con las ultimas fuerzas que tenía, usó su varita despojada de magia para dibujar a su alrededor un círculo.

El frío se intensificó.

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-¿Señora Kushina? –a ambos les daba temor acercarse, todo era tan fuera de su realidad, tan fuera de lo que pueden considerar normal. Ahí frente a ellos estaba un cadáver agonizante. –Se... señora... -le miró la mujer, las pupilas se notaban transparentes, grisáceas y la piel gruesa estaba congelada, tiesa, sin elasticidad. Un mechón de cabello rojo se cayó sobre sus manos antes de que estirara una con severa dificultad, escuchándose el crujir de los huesos. Sakura jadeó dando un paso atrás, cediendo al temor.

Fue el turno de Shikamaru, que aterrado por dentro, le ofreció su propia mano, tragando saliva y presionando la piedra con la otra mano. Su mano se congeló apenas tocó los dedos de ella, temblaba pero valientemente la sostuvo y se arrodilló frente a ella.

-Necesitamos su ayuda. –le pidió con la mente en blanco, escuchando los sollozos de la chica de rosado. –Su hijo necesita su ayuda. Tenemos que regresarlo a la normalidad. –le pedía notando impaciente como la mujer miraba por la ventana.

-Entendemos que quiere irse pero... no sabemos cómo regresarla. Seria... -Sakura debía estar atenta también a la puerta de entrada, no quería ni imaginarse en este Naruto enojado.

-La ventana. –dijo el castaño mientras se ponía de pie y con cautela dejaba la mano del cadáver sobre su regazo. –La ventana. –se acercó con rapidez y se asomó una vez corrió el cristal. El sol le dio en el rostro a la mujer que parecía sentir alivio con esto. -¿La luz es lo que busca?

-¿Luz?

-No lo sé. –le contestó él mientras ambos observaban como la mujer estiraba la mano otra vez en dirección al exterior, al patio.

-¿Qué hacen? –la voz del rubio los hizo sentir mareo. Ambos se giraron a verle, notando la puerta abierta a pesar de que claramente Sakura había puesto el cerrojo. -¿Qué hacen con mamá? –frunció el ceño pero fue interceptado por la chica que le abrazó con efusividad. –Sakura.

-Tardaste tanto, te extrañé. –le mintió, sonriéndole asustada. -¿Trajiste las cosas?

-Mi mamá...

-Oh, sí, es que... queríamos que le diera el sol, ya sabes, para que descanse, le hace bien a su piel... yo lo sé, es como... para el cutis y... -él la separó mientras hablaba y caminaba a pasos largos, Shikamaru dio un paso atrás para quitarse del camino. –Naruto, solo queríamos hacerla sentir mejor.

¡Mi novio es una bruja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora