Capítulo 15. El tres: Lugh, Djab y Naruto.

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Se los dije muchas veces, yo historias abandonadas no dejo... solo que la vida te exige vivir y esas cosas. El cuatrimestre me tomó por sorpresa, me han exigido más de lo que me imaginé y dejé cosas para luego y el resultado... pues tener dos días para terminar tres trabajos finales, dos proyectos y estudiar para exámenes finales. Todo el día de hoy (o de ayer, viendo la hora) me la pasé haciendo tarea, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde, jamás pensé que mi cerebro aguantara tanto.

Bueno, la música ayuda. También la comida.

Pero bueno, a modo de recompensa, me tardé en subirlo para entregarles un capítulo que moviera la historia un poquito más, ya saben... que avance de verdad no que solo sea relleno. Muy pocos sabrán que mis capítulos por lo general son de 3000 palabras o menos de 4000 pero esta vez me pasé, contadas son 11928, ojalá valga la pena tanta, tanta, taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaanta espera.

Bien, después de este capítulo, posiblemente nazcan algunas dudas pero pueden que se resuelven otras. Trato de ser explicativa pero tampoco quiero que se pierda el detalle de lo misterioso que envuelve a cualquier dios que conozcamos. Así que, si les sirve, (yo creo que sí) pueden regresar al capítulo 12, La otra cara de la moneda" y leer la sección donde Shikamaru está investigando, en las letras negritas hay una especie de poema o escrito dirigido en oración hacia Lugh, léanlo y puede que tenga un poco más de sentido ahora.

Si tienen dudas me las dejan en los comentarios, prometo estar atenta para que no se me junten tantos.

(Ya me compré una agenda).

Y como siempre, muchas gracias por esta oportunidad y espero con todo mi corazón que les guste este capítulo. 

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Un nuevo panorama se abría ante sus ojos, sus cejas se subían incluso hasta agitar sus propias facciones, miraban para todos lados buscando algún punto de partida. Era un lugar tétrico no por ser oscuro o tener fantasmales imágenes que les causaban pesadillas, era esa clase de terror por la nada. Una nada absoluta que solo contrastaba con sus cuerpos y existencias.

Habían saltado sin fijarse observando solo ahora, ya atrapados en esta nueva burbuja, que no era precisamente el lugar correcto.

Llevaban un rato caminando, incomunicados, sus voces no se escuchaban, sus celulares no servían, no comprendían ni señas de los demás. Estaban solos aun estando juntos, prendidos y atrapados en sus pensamientos. Y por fuera, en esa infinita blancura sin suelo o cielo, sin derecha o izquierda. A veces sentían que estaban boca arriba, que sus cabellos caían hacia arriba o que la sangre subía hasta su cerebro provocándoles náuseas.

Anduvieron juntos, luego decidieron caminar un poco por separado solo que afortunadamente el mismo miedo y preocupación apareció en sus cabecitas post adolescentes, regresando apresurados hasta encontrarse y solo con la mirada relatarse el miedo y el alivio de verse juntos.

Shikamaru era el que parecía estar menos asustado o contrariado, acostumbrado a la introspección, al silencio, a la individualidad, las cosas parecían resultarle más sencillas.

Habían visto a Konohamaru esperando que el pequeño duende abriera otro portal pero el niño buscaba una piedrecilla y en esa nada, nada había.

Se sentaron, quietos, convirtiéndose en parte de ese infernal silencio que aterra a los humanos. Konohamaru parecía desaparecer al menos psíquicamente cuando cerraba los ojos, yéndose, libre de todo lo que ata a una persona mortal en esa realidad cruel sacada de algún cuento de ciencia ficción.

¡Mi novio es una bruja!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora