45. Exilio

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Apolo P.D.V.

Hace un año y medio, me había escapado de casa para ir a una fiesta a la que mis padres me habían prohibido ir. La fiesta era para festejar el cumpleaños de un chico que me gustaba en secreto. Mi mamá no sabía de mi orientación, mucho menos mi padre, pero mi hermano mayor, Teo, ya me había encontrado besandome con algún que otro chico en casa. Era el único que lo sabía.

Esa noche, Teo se dio cuenta de donde estaba y fue a buscarme en el auto nuevo que se había comprado con sus ahorros. El chico que me gustaba estaba besandome cuando el apareció, empecé a gritarle y reclamarle que hacia ahí en la fiesta, le dije que no fastidiara. De todas formas me subió a su auto. Le dije que lo odiaba cuando me saco en cara porque siempre causaba tantos problemas a nuestros padres. En esa época era muy recurrente que pasará por la oficina del director por una pelea, encontrarme fumando dentro de los baños, por no hacer tareas, etcétera.

Eran pasadas las tres de la mañana, la calle parecía estar vacía, íbamos a una velocidad mínima. Unos 30 km/h. Llevábamos puestos nuestros cinturones de seguridad. Teo estaba totalmente lúcido a pesar de ser tan tarde, el único que desvariaba por el alcohol era yo. Él parecía tranquilo y en silencio mientras yo le escupia insultos. Ya sólo faltaban 4 o 5 cuadras para llegar a casa.

¿Porque no hice caso a mis padres? ¿Porque fui a esa fiesta? ¿Porque?

De la nada un auto apareció.

Creo que no hace falta seguir diciendo que yo salí totalmente ileso y que Teo... Que él ya no será nunca más el chico que fue antes de esa noche.

Mis padres me culparon; ellos no lo han dicho pero no hace falta que lo digan, se les veía en sus miradas de decepción y dolor. Luego de eso hice todo lo posible para volver a caerles bien. Mejore mis notas, evite las peleas, me encargaba de ayudar a Teo, incluso trate de buscar otros doctores para que nos dieran una posibilidad, una esperanza de que algún día Teo regresaría a ser normal.

Pero nada de eso era suficiente para mi padre. Su favorito siempre había sido Teo. Y ahora que yo intentase tomar su lugar... Mientras su primogénito de 23 años necesitaba ayuda para comer y hablar... Eso debió hacer que me empezará a alejarme de él, a que me detestara.

Mi madre todavía me hablaba, todavía podía sonreirme un poco cuando le decía que la indiferencia de papá me dolía. Me felicitaba por mis nuevos logros.

Pero luego una mañana, mi padre me encontró con el chico de la fiesta de cumpleaños. Sólo estábamos basándonos. Eran besos únicamente. De todas formas enloqueció.

Me dijo "Monstruo". "Abominación". "¿Cómo puedes hacerme esto?" Fue a mi habitación, tomó una maleta y comenzó a arrojar toda mi ropa adentro, todas mis cosas, la cerró y luego la tiro en la entrada de casa, yo no paraba de gritarle que se detuviera.

"¡Vete de mi casa! ¡Fuera! ¡Ya no eres bienvenido en esta casa!" es lo que me dijo. Estuve las horas siguientes en casa de este chico, llamando a mi madre. Y cuando logré contactar con ella dijo que era mejor que le diera un poco de tiempo, que mientras ella alquilaria un departamento en otra ciudad.

Días después tomé un autobús y me dirigí hacia la dirección que ella me había mandado. Ese departamento estaba vacío a excepción de una cama sobre la que había una carta de ella; diciéndome que la próxima semana comenzaría con mi nuevo instituto y esta nueva vida, hasta que ella me llamase para avisarme que podría volver a mi vida anterior.

Me puse a llorar cuando leí eso. Mi padre me odiaba. Mi madre me habia mandado aquí, lejos de ellos. De Teo. De mis viejos amigos.

Había perdido todo lo que yo amaba en cuestión de segundos. Y estaba aquí, solo.

Ángeles Entre Nosotros | SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora