20. Punto Débil

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AVISO: ESTE CAPITULO CONTIENE ESCENAS SEXUALES.
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Sobra decir que mi cabeza no olvida lo sucedido de esta tarde, he estado torturándome con ello y es algo que no tendría que estar pasando siquiera por mi cabeza, pero es inevitable pensar en ello. Mejor dicho en él: Lucían Hyde.

Me gustaría saber porque Clarissa o el mismo Cameron no han nombrado ni una sola vez a este tipo. Y también conocer la razón de que se haya aparecido en este momento. Argh, debo dejar de joderme la cabeza con eso. No es asunto mio. No debe importarme.

Nada debe importarme.

Escucho unos ladridos del piso, me acerco al borde de mi cama y veo el regalo de mis padres.

-¿Que quieres, chucho?-digo vagamente mirando al animal, me mira sentado con una expresión seria.

Ladra y hago una mueca con disgusto.

-Ya callate.-digo alzándolo y poniéndolo sobre la cama, el perro salchicha hace el giro típico sobre si mismo y se recuesta en mi cama, otra vez observandome.-¿Eso es lo que querías, verdad? ¿Subirte a mi cama y hacerte de ella?

Me pone esos ojos de corderito y yo ruedo mis ojos, resignada.

-Vale.-digo mirándolo desinteresada.-Supongo que tendré que ponerte un nombre...

-¿Que tal Bola de Pelos?-ladrido fuerte.

-¿Enano?-otro aullido.

-¿Y si te llamo Idiota?-escucho una voz varonil en la habitación, miro hacia la ventana, mi perro ladra.

-Tu ya tienes ese nombre. -le digo a Cameron mirándolo con mis ojos entrecerrados, el termina de entrar a mi habitación.

-Gracioso.-dice sarcásticamente, aproximándose a mi.-Mira que tenemos aquí...

Me mira con travesura y cuando pienso que es para acercarse mas a mi, toma al perro con sus manos y comienza a hablarle.

-¡Eres tan apapachable! ¡Y tan lindo!-le dice al perro con entusiasmo y una sonrisa deslumbrante, el chucho le lame la cara y Cameron ríe.-Quiero llevarte a casa y jugar con esas orejitas tan tiernas.

Cuando Cameron nota mi mirada perpleja en su dirección, baja al perro al suelo y se aclara su garganta. No puedo mas, las risas salen de mi boca.

¿Como alguien tan idiota, insensible, vulgar, y de mal genio, puede terminar hablándole así a un perro? ¡Es ridículamente bizarro!

De un momento a otro, se acerca a mi y me estampa en el colchón, sujeta mis muñecas con sus manos, mientras el comienza a carcajearse cuando el paticortas de mi perro empieza a lamer mi rostro.

-¡Quitamelo!-gruño furiosa, Cameron solo se rie, mi sangre hierve mas.-¡SUELTAME! ¡O VOY A DECIRLE A TU HERMANO QUE ESTAS AQUI!

Su rostro queda perplejo. Me suelta, reincorporándose y bajando al perro de la cama. Lo miro cabreada y con mi respiración jadeante, seguramente tengo las mejillas rojas por el enfado.

-Hazlo.-responde estoico.-Sal de aquí y ve a avisarle. Vamos, no voy a detenerte.-señala vagamente la puerta de mi habitación con su cabeza, frunzo el ceño.

-¿P-porque estas tan tranquilo?-esperaba otra reaccion de el-Deberías estar gritandome que eso no es mi asunto.

Comienza a deambular a mi alrededor, sin mirarme, pronuncia:

-Tus padres van a despertar y venir aquí si me escuchan gritarte que no te metas donde no se te ha llamado. -su tono es indiferente y sombrio, me mira de reojo unos segundos, trago saliva.-O ¿acaso quieres que te grite para tener mas que claro que de mi, no se habla?

Ángeles Entre Nosotros | SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora