41. Enfermeros

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Patrick P.D.V.

Abro mis ojos de golpe al oir el sonido de una explosión, inhalo una profunda bocanada de aire. Siento una punzada de dolor en mi hombro, lo miro pero no veo sangre. Aunque al intentar mover mi brazo, maldigo como nunca antes.

Hay mucha nieve en mi entorno, estoy muriendo de frio. Veo una luz anaranjada provenir detrás de mi, me vuelvo y noto que es el autobus lo que esta en llamas. Me acerco impulsivamente y luego me detengo. No alcanzo a ver a nadie dentro del bus, las llamas invaden todo.

—Apolo...—¡él no esta ahi! No puede estarlo.

Trago saliva para intentar deshacer el nudo de mi garganta. Tengo que encontrarlo.

Suelto un chillido del susto al sentir una mano sobre mi hombro, me doy vuelta rápidamente. Veo a un chico de una de mis clases, con el rostro lleno de tierra y sangre.

—¡JODER! ¡NO HAGAS ESO, MALDICIÓN!—le digo poniendo una mano en mi pecho.

—L-lo siento. ¿Estás bien?—me pregunta examinándome.

—Si, creo que si.—exhalo, lo miro y noto que tiene un pequeño corte en su cabeza, de ahi la sangre.—¿Tú que me dices?

—Es soportable.—señala su herida, parece en shock aun.—¿Has intentado pedir ayuda con tu celular?

Me acuerdo y empiezo a palpar con mi brazo sano mis bolsillos pero no lo encuentro en ningún lado.

—Mierda, creo que lo perdí.—me quejo resoplando.

—Creo que de todas formas daba igual, intenté de todas las maneras pero no hay señal aquí.—dice sombrío.—¿Que hacemos?

Me mira en busca de una respuesta.

—S-supongo que debemos intentar hallar más gente. Hacer una fogata y encontrar algo de comida... y no sé, hombre; hacer lo que no hacen en las películas cuando se pierden en un bosque luego de un puto accidente.—le digo serio e irónico.—No ser unos malditos pargelas; así que coge un palo, rasga algo de tu ropa, y traete un poco de fuego de la hoguera detrás de nosotros.

Ahora me mira sorprendido.

—¿Hablas en serio?

—Oye, no vamos a desperdiciar ese fuego porque estoy seguro hasta los huevos que ninguno de los dos sabe como encender una fogata con un par de piedras y palos.—alzo una ceja, irritado.—¿O si sabes?

—Bueno, vengo enseguida.

Se aproxima a un árbol y toma una rama, luego se acerca al lugar del autobús en llamas y con su bufanda atada en el extremo del palo, coge eso que nos mantendrá calientes. Y no en ese sentido. Vuelve a mi lado.

—Por cierto, soy Emmett.—me dice bostezando.

—Patrick.—digo y siento que mi estomago ruge.—Tenemos que encontrar comida ya, si no quieres que recurra al canibalismo.—me mira asustado.

—Esa no es una buena broma para este momento.—traga saliva, estornudo y grito al sentir el tirón hacia adelante en mi hombro.—¿Que le pasa a tu hombro?

—No sé, no puedo moverlo.—murmuro adolorido.

Clava la rama con el fuego en la nieve y se pone delante de mi, escrutándome minusiosamente. Mira mi hombro y luego a mi, y ahi es donde comprendo lo que quiere hacer.

—No.—empiezo a negar.—Ni de puta coña.

—Tienes dislocado el hombro.

—¡¿Tú que sabes?! ¡No eres médico!—le grito ansioso y receloso.

Ángeles Entre Nosotros | SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora