6. La verdad

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La mañana siguiente, Harley se despertó y observó la pila de libros en su mesa auxiliar. Debajo, en el cajón, se encontraba el que había robado el día anterior. Lo abrió para asegurarse de que estuviera allí. Las letras doradas tenían un color cobrizo dado a que la luz no le daba de lleno y el cuero parecía intacto. No aparentaba ser un libro tan viejo, ya que, si lo fuese, el cuero estaría descolorido o roto. Cerró el cajón y se dirigió hacia las escaleras.

Sam y Jeremiah iban de un lado a otro mientras Shane le daba órdenes. Su casa era un caos, pero estaba acostumbrada, por lo que se dirigió perezosamente hacia la cocina, en donde su madre se encontraba.

—¿Qué sucede ahora? —preguntó Harley, sentándose en la isla de la cocina.

—El GELA no deja de hacer sonar las alarmas —contestó su madre, colocando unos huevos y un tocino sobre un plato enfrente de Harley. Frunció el ceño.

—Pero ¿qué sucede, realmente? —Amy Lynn se encogió de hombros, sirviéndole un vaso de jugo de naranja.

—Tu padre se ha vuelto muy taciturno. Ya no habla, solo trabaja. Sam y él parece estar siempre susurrándose cosas.

Harley volteó y vio a Sam hablando con Jeremiah. Parecían estar teniendo una acalorada discusión mientras que Shane los observaba, preocupado.

—¿Por qué ya no te involucras con en GELA?

—Es demasiado trabajo, Harley. Tengo seis hijos, una casa y demasiadas responsabilidades —colocó sus rizos rubios detrás de su oreja y dejó soltar un suspiro.

—Déjame ayudarte.

Harley se levantó y sirvió comida al resto de sus hermanos mientras su madre servía jugo de naranja.

—¿Existe la posibilidad de que puedas volver a trabajar? —Amy observó un plato, pensativa.

—Quizás, sí. Pero hasta que tus hermanos menores no sean lo suficientemente independientes, no podré volver. O, por lo menos, no podré hacer lo que hacía antes, que era hacer misiones fuera.

—¿Y por qué no trabajas en secretaría y te ocupas de papeles, como yo? Solo debes organizarlos, juntar firmas, pedir permisos...

—Estaría muy bien, de hecho —admitió su madre.

Al cabo de un rato, toda la familia se encontraba junta en la cocina mientras comían. Jeremiah no paraba de observar su aparato electrónico y Sam comía con avidez. Harley pensaba en muchas cosas a la misma vez.

—Oye, pa. Antes de trabajar en el GELA, ¿qué hacías? —su padre se removió, inquieto.

—Era doctor —soltó, a secas, y se metió un bocado.

—¿Y qué sucedió?

—Tu madre y yo nos convertimos —se encogió de hombros— y no pude seguir trabajando.

Harley esperó a que su padre diga algo más. Sam la observó, apenado. La conocía, y sabía que siempre esperaba que su padre sea un poco más comunicativo con ella, pero no sucedía. Así que se enderezó y dijo:

—Cuando ellos se convirtieron, tuvimos que mudarnos varias veces. Por seguridad, ya sabes. La policía nos buscaba, y no queríamos meternos en más problemas de los que ya teníamos. Además, a tu madre se le hacía muy difícil controlarse, por lo que él siempre la protegía.

—Pero, ¿qué tiene que ver con su trabajo de médico? —preguntó, confundida.

—Sabes que para los lobos principiantes les es muy difícil controlar sus impulsos, ¿verdad? —Harley asintió— pues ellos han matado accidentalmente a muchas personas. Los inculparon varias veces por sus crímenes y, a causa de ello, suspendieron su licencia. Tus padres han estado en la lista de más buscados por mucho tiempo y siguen allí.

I. Moonlight Shadow (editando 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora