El reflejo en el espejo

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El reflejo en el espejo

-          Aquí tienes, cariño – me dijo Anna.

Noté que mi mano estaba a unos centímetros de aquel libro. La bajé, la miré y le dije:

-          Gracias. Esperen un momento – me dirigí a Carl - ¿Me quedaré? ¿Y mi familia? ¿Y mis amigos?

-          Siempre tendrás un lugar aquí, pero puedes seguir viviendo con tu familia. Claro que el G.E.L.A. es mucho más seguro que tu casa. Ambas están en peligro – nos miró a Ashley y a mí.

-          ¿Por qué?

-          Ya lo sabrás – me dijo, con pena.

Miré la llave que Anna me dio. Tenía el número 8.

-          ¿Cuántas habitaciones hay? – pregunté.

-          101. – Dijo Anna.

-          ¿Cuántos pisos hay? – comentó Ashley, sorprendida. Anna y Carl rieron.

-          Lo suficiente como para proteger a varias familias de lo que va a suceder – repuso Carl misteriosamente. Ashley y yo nos miramos.

-          ¿Los molesto?

En el umbral había una persona ya mayor, con barba corta plateada. Estaba vestido con un traje viejo color verde, con corbata haciendo juego.

-          Para nada – repuso Anna. – Entre, por favor. Ellas son Ashley y, desde luego, Harley – dijo señalándonos con la mano.

-          Es un gran honor tenerlas aquí, señoritas Charterouse y Lightwood. – nos dijo, sonriendo. – Mi nombre, como quizá se los hayan dicho, es Aberforth. Soy el…-

-          Guardián general – dije, cortándolo. – Lo sabemos – dije, como disculpándome, con una sonrisa.

-          Oh, entonces la situación marcha bien – su sonrisa se acentuó más. – Veo que tienen la llave de su habitación. Creo que sería conveniente que las dirija hacia allí.

Recorrimos el pasillo hasta llegar a las escaleras, y pasamos de la bifurcación izquierda al descanso para irnos a la bifurcación derecha. El ocho se encontraba al final, mano izquierda. El pasillo daba a una barandilla de metal negro con algunas ramificaciones y flores extrañas, que luego desembocaba en la bifurcación. Lo mismo para la otra bifurcación. En el descanso había otra escalera que ascendía en vertical y terminaba en otro descanso. Y luego otra. Y otra. Exactamente cuántos pisos había, no lo sabía. Si se preguntan qué pasó con la mesita que había allí, la cuestión es que ya no estaba. Y hace unos minutos tampoco estaba la escalera que llevaba a pisos superiores. Quiero creer que no me volví loca, y que la mesa no estaba allí desde el principio.

-          Aquí es – nos dijo Aberforth. Me había perdido viendo un retrato de una señora con mirada altanera, aferraba con una mano un vestido rojo antiguo. – Éste es el ocho. Si tienen alguna duda, no olviden en consultarla.

-          Muchísimas gracias, de veras. – contesté.

Entramos a la habitación. Era linda y espaciosa, y presenciaba una luz nítida color azul. Las paredes estaban decoradas con unos dibujos que resultaban ser un patrón simple de color marrón claro. El fondo era marrón oscuro. Tenía como una barandilla de color marrón claro, y abajo era de color violeta liso. La pared se dividía en dos por dicha barandilla.

Había una cama matrimonial y una cama simple, y a ambos lados de la cama matrimonial, había una mesita de luz con una lámpara. Me acerqué al espejo que estaba encima de un tocador para ver mi retrato.

Me miré mis ojos verdes azulados. Mi pelo estaba algo revuelto, pero estaba bien. Vi que mis ojos se tornaban amarillentos, y mi cabello, negro y corto. Las facciones se me contorsionaron hasta que se volvieron verdes y escamosas. El retrato me mostró sus afilados y puntiagudos dientes en una sonrisa. Me caí para atrás. Volví a verlo. Mi retrato me devolvía la mirada. “No estás loca” dijo una voz en mi cabeza, seguido de una risa fría.

I. Moonlight Shadow (editando 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora