¿Selena, eras tú?

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¿Selena, eras tú?

Desperté de repente. Lo único que pude ver era oscuridad. Tanteé con la mano, para tomar la lámpara, pensando que todo lo que sucedió fue un sueño. Pero, en vez de tomar el interruptor de la lámpara, palpé el frío suelo de roca. Respiré entrecortadamente, producto del miedo, y me senté. Acto seguido, se encendió una luz justo encima de mí.

Estaba en una cueva, sentada apoyando mi espalda sobre la pared. Miré hacia arriba, y noté que tan solo era un reflector. Todo el resto era oscuridad. Oí susurros, y me quedé rígida. Sentía la tensión. ¿Quién me había llevado hacia allí?

-          Bueno, bueno – una figura se hizo ver, y salió de entre la oscuridad. Su rostro se veía tapado a causa de una capucha, lo ocultaba. Llevaba una lima, y limaba tranquilamente sus largas uñas pintadas de fucsia. – Harleton Marie Elizabeth Lightwood. Qué… sorpresa. – rió con esa risita que me desquiciaba. Sentí un escalofrío.

-          ¿Quién eres? – pregunté, con voz ronca. Rió.

-          Todavía no, niña. La única pista que puedo darte, es que soy una persona… que conoces. – Se paseó de un lado a otro, y yo me levanté. No era muy alta, pero aun así temía lo que podía hacerme.

-          ¿Cómo que eres una persona que conozco? – repetí, frunciendo el ceño.

-          Así es – dijo, arrastrando las palabras.

-          ¿Dónde están mis padres?

-          Te dije que todavía n… - la corté.

-          ¡Dónde están mis padres! – grité. Ella se detuvo en seco. Levantó una mano desde su túnica negra, y sentí una presión en mi pie izquierdo. Algo metálico lo rodeaba, era una cadena. “Genial – pensé, con irritación – lo único que faltaba”.

-          Tus padres están en donde te mostré.

-          ¿En donde me mostraste? – repuse, mirando hacia abajo. Acto seguido, se sacó la capucha. Era… la reptiliana.

Me llevé un susto de muerte, y ella se limitó a sonreír.

-          ¿En serio te sorprende, Harleton? – dijo, alzando las cejas. – Ya nos hemos visto… muchas veces. – sonrió, mirándome con malicia.

-          Sí… pero nunca te he visto… de cerca.

-          Casi, querida, casi… - Se volvió a pasear, y me miró con curiosidad, estudiándome.

-          ¿No te gustaría saber… cierto tipo de cosas?

-          Sí. Quiero saberlo todo, no importa cuánto demores.

-          Bien – soltó una risita – A ver… nuestra preciosa historia comienza… cuando empezaste a ver cosas… que no necesariamente eran… reales. – Me miraba con sus ojos verdes manzana, que hacía juego con el tono verduzco de su piel – Tú creías que te habías vuelto loca… no sabías si… lo que pensabas o veías era real o no. – Se paseaba con tranquilidad mientras hablaba.

-          ¿Pero cómo sabías que…? – me cortó.

-          ¡TE DIJE QUE ESPERARAS! – me gritó, y su cara se contorsionó hasta dar una mueca espeluznante. Su pelo flotaba ligeramente tras su espalda, fruncía el entrecejo, y mostraba sus filosos dientes. Me quedé quieta en mi lugar – Así está mejor. Quiero que te quedes callada, y luego podrás hacerme todas esas preguntas que vienen a tu estúpido cerebro. Bien… prosigamos. ¿En dónde me quedé? Ah, sí… ya lo recuerdo.

I. Moonlight Shadow (editando 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora