Por fin salimos

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Por fin salimos

Vi que Selena salía del trance, ya que había quedado algo así como embobada mientras yo le ordenaba lo que yo quería que ella haga por mí, y temí lo peor. No… esa niña… no puede ser…

Vi que se me acercaban unas reptilianas. Sam empuñó su espada, y yo tomé la mía.

-          No va a servir de nada, cariño – me dijo con voz susurrante y áspera una de ellas – Ya matamos a tu hermanita, tus padres serán blanco fácil, ya que están débiles. – Los miré de reojo, y pude notar que a pesar que ellos estaban débiles, hacían un esfuerzo muy grande para mantenerse de pie, y firmes. A mamá le temblaba el maxilar inferior, y hacía un esfuerzo para no llorar. Vi tres ganchos colgando del techo. Lo miré a Sam, y él asintió. Perfecto, captó el mensaje.

Fue despacio hacia atrás mientras las reptilianas me miraban con recelo. Para ganar tiempo, les dije:

-          Oigan, para ser reptilianas, ustedes tres son bastante lindas.

-          Calla – siseó - ¿Qué pretendes hacer con eso? – señaló mi espada.

-          ¿Con esto? Ah, bueno… lo que yo quería hacer es matarlas antes de que me hagan daño.

-          ¡No lo harás! – la del medio quiso tomar por el cuello a mi madre, pero yo le propiné un espadazo en sus brazos. Chilló como condenada, y quiso estrangularme. Fui más rápida que ella, y la sostuve yo por el cuello con ambas manos.

Tenía la piel viscosa, y resbalosa. Palpé algo parecido al moco, y fruncí la nariz.

-          Quédate quieta. – Chillaba, y quería sacar mis manos de su cuello. Vi que algo resplandecía a mi derecha. Sam también lo notó.

Llevé a la reptiliana por el cuello, agarré la Funem Aureum y la llevé al centro de la cueva. Agarré por el cuello a las dos reptilianas que fueron directamente con mis padres, y que los lastimaban o los torturaban hablándoles en lenguas que no conocía, y también las deposité en el centro. Sin pensarlo dos veces, las até alrededor de ellas. La soga resplandecía con destellos dorados sobre aquellas criaturas verdes viscosas. Noté que había una escalera. Las até firmemente a las tres, y fui a buscarla. Até un extremo de la soga en una de las vigas, con ayuda de mi padre, e hicimos que queden colgadas como una piñata.

Le hice una señal a Sam con el dedo, y soltó los ganchos. Con un chirrido metálico, se fueron a toda velocidad hacia ellas. Soltamos mi padre y yo las sogas, y ellas quedaron colgadas del cuello. La sangre no era roja: era verde pálida. Daba náuseas.

Selena, presa del pánico, quería huir. Pero yo fui más rápida, y le ordené que nos llevara hacia afuera. Con una expresión serena en el rostro, nos llevó tranquilamente hacia afuera. Miré a Luna con muchísimo dolor. ¿En qué había estado pensando? Retuve las lágrimas, y ordené a Selena que la llevara en brazos hacia la cueva, ya que yo era incapaz de tenerla en mis propias manos.

Mamá y papá lloraban en silencio. Yo no soporté más, y a mí también se me cayeron las lágrimas. Sam me abrazó, y juntos fuimos hacia donde la batalla aún no había cesado.

Entramos, y pude ver que todos se paraban al ver a quién llevaba en brazos Selena. Ashley y Luke se acercaron rápidamente.

-          Lo siento – me dijo Ashley, abrazándome – Lo siento mucho.

-          Yo también – le dije, con la voz tomada. La solté. No quería seguir llorando.

Selena la depositó a Luna en brazos de mi padre, y salió del trance, tomándose la sien ya que se había mareado un poco.

-          Qué… conmovedor.

Me di vuelta. Era Brody. Estaba convertido en humano.

-          Ya tienes a tu familia, están casi todos a salvo – remarcó el casi con malicia. – Supongo que crees que nos vamos a entregar. Que todo va a salir bien. Que tú te irás a tu preciosa casa junto a tu familia y amigos, y que tú y Sam serán felices por siempre y para siempre, y nosotros estaremos muertos, y tú y tu asquerosa familia quedarán como unos héroes. ¿No es así? – Dijo todo esto atropelladamente, estaba furioso. – Pues yo no creo que sea así – Daba miedo - ¡Selena! – gritó. Obediente, Selena se fue hacia él, con muchísima devoción – Quiero que… incendies este lugar.

Acto seguido, unas llamas nos rodearon.

-          ¡Dame el maldito libro y el collar! – gritó.

-          ¡No! ¡Jamás! – grité yo.

Sin esfuerzo, caminó entre las llamas, y me tomó por el cuello. Sam, Luke y Shane le golpeaban, pero él no se inmutaba. Se acercó más a mí, y me dijo:

-          Dame… el collar.

Le tomé las manos, y él saltó con un grito hacia atrás. Me miré las manos. Estaba ardiendo. Confundido, se miró las marcas de fuego que quedaron en sus manos y me miró a mí. Antes de que pueda hacer algo más, yo agarré el libro y lo sostuve en alto. Él quiso tomarlo, pero yo mantuve una mano levantada a modo de escudo.

-          Un paso más, y te quemo.

Acto seguido, tomé el libro y lo arrojé a las Llamas Temporales, un tipo de fuego muy poderoso que, por un tiempo, siguen ardiendo. Éstas no se pueden disolver con agua, ni con extintores. Se necesita otro objeto poderoso, que no me acuerdo como se llama. Observé cómo el libro se quemaba de a poco, mientras los del bando de Brody enloquecían. Vi que papá se debilitaba.

-          ¿Estás bien?

-          No… me siento… algo mareado.

-          Yo también – me dijo mamá. Alarmada, los miré al resto. Se encogían de hombros, preocupados. Escuché un gritito. Me di vuelta.

Aisha se encontraba tapada por el agua para que solo se le vean los ojos. Tenía los ojos muy abiertos. Me acerqué lo más que pude. Se levantó del estanque, y me pasó una concha marina con un líquido azulado. La miré, extrañada.

-          Haz que beban eso. Se sentirán mejor – me dijo, con ese extraño susurro forzado. Asentí con la cabeza.

Les di a mis padres que tomen un poco, y enseguida volvieron a la vida. Mamá le propinó un buen golpe a uno de los lobos, y se convirtió. Papá también se convirtió, y mordió al que estaba más cerca. Levanté las manos. ¿Podía hacerlo?

Cerré los ojos, y me concentré en el fuego. Cuando los abrí, vi que me había dejado un espacio lo suficientemente angosto como para que pueda pasar. Sonreí.

Guié a todos, y nos fuimos hacia la entrada, no sin antes dejar inconscientes a los del bando de Brody. Levantamos la pesada puerta que bloqueaba el paso, y nos fuimos directamente hacia afuera, cuando un centauro nos llamó. Nos dimos la vuelta. Era el que nos habíamos encontrado en el sótano, en mi cada.

-          La G.E.L.A. está muy orgullosa de ti.

-          Gracias – dije, con una amplia sonrisa.

-          ¿Los guío?

-          Sí, por favor – dijo mi padre.

Caminamos hasta cierto punto, hasta que vimos que la cueva se hallaba tapada. Respiré hondo, e hice un esfuerzo para concentrarme. Ya no estaba tapada. Es más, había una escalerilla. Sonreí, y nos fuimos hacia afuera, en donde la luna reflejaba nuestra sombra.

-          Oye, Har – me llamó Sam. - ¿Qué harás con eso? – señaló al collar.

-          Pues… creo que me lo quedaré. Solo para protegerme – dije rápidamente. Meneó la cabeza.

-          No creo que sea buena idea.

-          Bueno… nos ayudó bastante, ¿no lo crees?

-          No, Harley. No fue el collar, fueron tus propios poderes. Los que tenías desde el principio – me miró unos segundos, y luego se fue con el resto, dejándome a mí plantada en mi lugar, pensando. Miré el collar, que estaba aferrada a mi espada, y seguí caminado rumbo a casa.

I. Moonlight Shadow (editando 2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora