Soulmates ~JB~

Capítulo 52: ¿Te hace feliz?

No se ha pronunciado ni un solo sonido desde que salimos del aeropuerto. Sólo el sonido del motor y del auto avanzando.

Ni siquiera encendieron la radio.

Preferí tratar de alejar todos aquellos pensamientos y cosas relacionadas con la escena que mi papá había hecho al ver al mismísimo Justin Bieber llegando conmigo.

Para resumirlo todo: empezó a gritarle, me empezó a gritar a mi, a mi hermano por aceptar que él nos trajera y le dijo que él no iba a irse con nosotros en su auto.

~Flashback~

—¿Ann? ¿Qué está haciendo él aquí?—se acerca rápidamente a nosotros, y me aparta del brazo de Justin.

—Hola señor Williams.—Papá ignora el saludo de Justin y se dirige a mi hermano.

—Daniel, nos tenían mal. Se supone que ustedes se devolvían en un vuelo específico, y al preguntar por ese vuelo, nos dijeron que no habían ningunos hermanos Williams ni otras acompañantes.—Antes de que Daniel le pudiera decir algo, Justin lo interrumpe.

—Señor Williams, fui yo quien les pidió que se vinieran conmigo. Quería venir con ellos y...

—Me importa lo que tú querías, estamos hablando de la seguridad de mis hijos y sus amigos. ¿Por que no me avisaste Ann?— bajo la cabeza ligeramente, con rabia.

—No sabía. En la mañana nos sorprendió y nos dijo.— mi papá se acerca a Justin, y lo mira con molestia.

—Escúchame bien jovencito, me importa un carajo si tienes todo lo que quieras en esta vida, pero no te vas a meter con mi hija. Vive tu vida loca alejado de ella.—Papá me agarra del brazo y nos dirige a la salida.

Daniel trata de hacerlo reflexionar.

—Papá cálmate, no tienes que portarte así.— mi padre hace oídos sordos a las palabras de Daniel y eso me hace enfurecer.

—No me importa Daniel, tú eras el adulto responsable, no tenías que aceptar venirse con ese tipo.

Me suelto de su agarre y me mira confundido y molesto. Detrás de su hombro puedo ver a Justin hablando con mamá, y luego dirigiéndose a nosotros.

—Caleb...—papá voltea a ver a mamá, pero es Justin quien termina hablando.

—Le prometo que lo que más quería era la comodidad y seguridad de su hija. Nunca le haría daño.

—No me importa un carajo lo que querías.— vuelve a tomarme del brazo y nos dirigimos al carro.

No lo aguanto más.

—No le hables así papá.—Nuevamente me suelto de su agarre.

—¿Quién es él para que lo sigas defendiendo después de todo lo que ha hecho?—Cierro mis ojos y lo dejo salir.

—Mi novio, papá. Él es mi novio.

Su semblante pasa a un sorprendido, y pensando que va a explotar nuevamente, no lo hace. No me dice absolutamente nada. Sólo: