5: Obstinados

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»niall«


Miré mis dedos, a mis uñas que no dejaba de morder debido a mis ansias y me pregunté si las chicas sufrían de la misma ansiedad que yo, porque las chicas que yo conocía solían tener manos perfectas, probablemente producto de un montón de manicuras diarias y mucha crema humectante cada media hora... o menos.

Entonces, inevitablemente, me pregunté cómo estarían las manos de Diane y luego todo el hilo de mis pensamientos se dirigió exclusivamente a ella. A ella y todo lo que la rodeaba, y entonces, cuando pude concentrarme, no pude evitar cuestionarme a mí mismo sobre lo que me ocurría. Porque, vamos, había estado rodeado de chicas desde la secundaria y nunca, ninguna de ellas me había interesado tanto de la noche a la mañana –o más bien, de un instante a otro–, como lo hacía Diane.

Acababa de notar su existencia esa misma mañana y luego no podía sacarla de mi mente. Probablemente, ese era el acto más hipócrita de mi parte. Comenzar a hablarle porque empezaba a interesarme, pero, de lo contrario ¿de qué otra manera me podría haber acercado a ella? Demonios, los chicos no pensamos cosas tan elaboradas con las chicas. Lamentablemente y para mi suerte, Diane parecía ser digna de más esfuerzo de mi parte. Cosa que estaba cien por ciento seguro de hacer.

Miré mis dedos una vez más y tomé toda mi voluntad para no morderlos más. Era la última clase y al igual que en todas las anteriores, mis esperanzas de hablar tan siquiera un poco con Diane no decaían. ¿Ese era acaso un signo de que estaba perdiendo completamente la mente?

No podía dejar de pensar en ella, en la forma en que sus mejillas se encendían cuando se avergonzaba o se ponía nerviosa, en la manera en que mordía su labio inferior cuando le hice preguntas en el auto. En lo bien que le sentaba el estilo con el que vestía porque la hacía una chica singular y adorable.

Sí, definitivamente había perdido la cabeza por completo. Esos eran los pensamientos más sanos y románticos sobre una chica que habían pisado mi conciencia. Lo peor y que no dejaba de atormentarme, es que era por una chica que había ignorado olímpicamente por tanto tiempo y todo estaba ocurriendo demasiado pronto.

¿Cómo es que logró tenerme en otro mundo tan rápidamente? ¿Qué me hacía sentirme de esa manera? Quería descubrirlo. Quería conocer a Diane a fondo para saber qué era eso que me había atrapado tan de repente.

Cuando el timbre anunció que la última clase terminaba, me apresuré a tomar todas mis cosas y probar mi suerte una vez más para alcanzar a Diane en su casillero, pero Liam, contándome los nuevos planes de Louis para su fiesta del fin de semana, que no dejaba de prometer que sería la mejor de todo el ciclo. Nadie se la perdería y una loca idea comenzó a tomar forma a partir de tanto palabrerío.

La fiesta era mi oportunidad.

Y, como si fuera acto del destino, pude distinguirla a unos metros más allá. Sus botas rojas delatándola entre la multitud. Para mi desgracia, la puerta de su casillero se encontraba abierta, bloqueándome la visión a su precioso rostro. Sus movimientos me hicieron darme cuenta de que ella tenía prisa y que esta sería otra oportunidad perdida. Gracias, Liam.

Miré más allá, buscando el motivo de su prisa. Más que nada para descubrir si ella tenía un grupo de amigas al cual podía pedirle ayuda para acercarme a ella. O, para saber si ella tenía una pareja. Lo cual me atormentaba a pesar de que estaba seguro de que no había nadie. En mi búsqueda, noté que Valerie estaba con su grupo de amigas justo en frente de mi casillero. El mío.

To Niall, with love || niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora