58: Especial

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¿Enamorarse a temprana edad? ¿Cómo puede definirse eso? ¿Acaso existe una norma o ley que dicte que el amor tiene que sentirse a una determinada edad? Entonces, ¿Por qué lo describimos de esa manera? Como sea, el amor es un sentimiento y lo sentimos a lo largo de la vida. Amamos a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestros hermanos, mascotas y mejores amigos. En ese caso, ¿Quién dicta cuál es la edad apropiada por hacerlo? No debería hablarse del amor como algo temible, algo que debemos evitar.

Sin embargo, ahí me encontraba yo, deseando arrancar mis sentimientos por Diane de raíz en el momento en que ella partiera a otro país. Ilusamente creyendo que sería posible olvidarla con facilidad, cuando un par de meses habían sido suficientes para volverme completamente loco por la castaña callada y talentosa en las artes.

Cerré los ojos al notar el exterior a través de la ventana de mi habitación. Esa mañana, el cielo y el tiempo parecieron ponerse de acuerdo. Ambos reflejaban mi estado de ánimo. Ambos factores demostraban cuán destruido estaba mi corazón.

Era mi último día con Diane, pues su vuelo estaba programado para el día siguiente a las ocho de la mañana. Menos de veinticuatro horas. Un día que decidí aprovecharía al máximo. Un día que había planeado de principio a fin.

Aún era temprano, el tráfico habitual de una ciudad tan transitada como Londres no fluía de la manera acostumbrada. Las calles estaban vacías y no me brindaban una oportunidad de distracción. Al parecer, el universo entero confabuló en mi contra ese preciso día.

Pero no era malo que el embotellamiento no existiera, ni tampoco el día nublado. Lo peor del caso era que tenía que esconder mis depresivos pensamientos y mal humor enfrente de Diane, aunque ella lograba sacarme una sonrisa en todo momento, ese día probablemente iba a costarle un poco más de trabajo.

Busqué en mi mente el itinerario que había tratado de memorizar una semana atrás. Estaba dando todo de mí, mi mayor esfuerzo y quizás estaba haciendo lo que nunca jamás volvería a hacer por ninguna otra chica, porque nada tendría sentido para mí después.

A las siete de la mañana, mi plan inicial era despertarla con un bonito y cursi mensaje de buenos días. Pero ella ya no tenía un teléfono funcional, por lo cual omití el primer punto y fui al siguiente; en caso de que ella aún no despertara, la levantaría cantándole una de sus canciones favoritas que logré aprenderme después de tanto escucharla en repetición. Mi guitarra estaba en la parte trasera del auto, esperando el momento indicado para ser utilizada.

Estacioné en mi usual sitio frente a la casa de Diane y prácticamente corrí hacia la puerta principal. Ni siquiera tuve que tocar la puerta o pulsar el timbre, pues Jess abrió la puerta antes de que eso sucediera. Ella sonreía, pero supe que, internamente, ella estaba peor que yo por separarse de su hija.

—Pasa, Niall. Ella está bañándose. —su voz denotaba el cansancio y le sonreí amablemente. Después asentí y corrí escaleras arriba, honestamente, sintiendo un pinchazo de decepción porque mi plan de despertarla había fallado.

Bueno, al menos podría tomar el siguiente punto: llevarla a desayunar a su cafetería preferida.

Sabía que eso no fallaría, a Diane le encantaba absolutamente todo el menú de esa cafetería. Y a mí igual, tenía que admitirlo.

— ¿Diane? —pregunté después de tocar tres veces la puerta con mis nudillos. No era que quisiera evitar verla desnuda o algo así, ya lo había hecho, pero quería ser caballeroso y Jess con seguridad vigilaba cada uno de mis movimientos.

To Niall, with love || niall horanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora