Que hay unos días que no tolero el olor a coco pero también hay otros días en el que hasta me lo unto, que resulta que ahora me doy cuanta que cuando la cabeza me da vueltas me pongo a fregar como lo hacía mi mamá, que soy muy joven para saberlo todo pero he aprendido varias cosas entre ellas, que no importa qué tan solo vivas mientras quede una persona con quien compartir un café, que no importa lo alto que subas mientras tengas los pies en la tierra y no olvides la humildad, que todos le tenemos miedo al cambio pero una vez que cambiamos de aire nos damos cuenta que estamos en el lugar correcto, que el tiempo vale más que el oro, que el cuerpo no se vende por cosas que valen tan poco como el dinero, que no hay nada mejor que darse el lujo de llegar con la mirada puesta en Cristo sabiendo que este fue el único que te ayudo, que siempre serás una puta por hacer de tu cuerpo arte, por salir mal vestida a la calle, y que siempre te juzgarán antes de hablarte, que no es bueno darle lugar a la duda porque el destino pocas veces conspira a nuestro favor, que a veces no hay próximas veces, que debes mirar a los ojos siempre sin importar lo que puedan gritar, que te rías fuerte, que cantes en todo momento, que no úsese drogas para lograr crear un mundo porque después solo podrás estar ahí así, que te atrevas a cumplir tus sueños, que no te refugies en el alcohol, que juegues y recuerdes de una forma linda tu niñez, que luches por amor, que cuando sientas alguna emoción sea buena o mala te detengas a orar y luego actúes, haz locuras que no afecten a los demás, lánzate y ve por nuevas experiencias, que no seas tan duro contigo mismo, que todos los días se aprenden cosas nuevas, que no hay éxito sin sacrificio y que aprendas a irte de donde no te valoren y ya verás que un día cualquiera tal vez fregando como yo te des cuenta de que siempre hay que agradecerle todo a Dios.