Capítulo 37 - Maratón

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Christian

Ver sus ojos es lo que más me calma en el mundo pero hoy, es malditamente dificil. Se ve hermosa en ese hermoso vestido blanco entallado perfectamente a su silueta, ese simple pero provocativo escote que deja ver su espalda pálida. Sus ojos se ven casi apagados, no tienen ese brillo que deseé ver en el momento que ella caminaba hasta mi, están un poco hinchados y aunque el maquillaje cubría, puedo ver sus mejillas rojas por haber llorado.

No puedo simplemente entender, ¿Por qué llora? ¿No va a tener acceso a todo si no nos casamos? ¿Por qué demonios no me dijo que había sido ella? Me engañó de la peor forma y de la manera en que más odio. Una mentira. Una maldita mentira. ¿Por qué en sus ojos veo tristeza? ¿Acaso...?

No. No. No vayas por ahí Christian. Ella te engañó. Lo hizo de la peor forma. Ella es una mentirosa. Eso era lo que ella quería que vieras, recuerda que es experta en mentir. Te ha mentido todo este tiempo y tu como un idiota sin saberlo.

Tenía que creerle a mi padre. Tuve que haberlo hecho. Pero me envolvió y me engañó. Todo lo hizo a su manera y pensó que nunca lo descrubriría.

Digo mis votos, con la voz cargada de odio. Quiero acabar con esto de una vez, encararla y que me diga por qué ha hecho todo esto pero no puedo, no puedo alejarme de ella, haré de nuestro matrimonio un calvario para ella así quede destrozado pero ya no hay nada más que dañar en mi, sólo me queda odio, odio y amor hacia ella.

Sus ojos están cargados de miedo. Oh si Anastasia, te descubrí. Descubrí tu maldita mentira. Cuando ya el reverendo ha dado su bendición tengo que besarla. Besar esos deliciosos labios rosados a los que no le hace falta ni un poco de labial porque tienen color propio. Los labios que han dicho muchas mentiras.

La beso. Con fuerza y furia. Que sepa que a partir de ahora no tendrá descanso y deseará nunca haberme conocido, robado y engañado. Su labio queda rojo e hinchado y veo sangre en él. Bajo la mirada y veo en la falda del vestido una mínima gota de sangre que de seguro no se dará cuenta.

La saco del jardín y la llevo a mi vieja habitación y no sé porqué lo hice. Sólo deseaba estar solo con ella. Está asustada pide una explicación de lo que está pasando y respondo la misma razón que dio mi madre a los invitados horas atrás. Siento su toque en mis hombros pero me alejo. No puedo siquiera sentir su toque. Quema mi piel. Le digo que no estaremos mucho tiempo aquí y asiente, ¿por qué demonios no se queja? ¡Ya tiene todo de mi!

Bajando las escaleras nos encontramos a mi madre que viendo su aspecto estaba buscándome. Me habla en doble sentido, quiere que deje a Anastasia aquí, plantada pero yo tomé mi decisión y ella sufrirá.

Al salir al jardín voy a la mesa de mi familia, mi padre se acerca junto con mi madre

-Lo que estás haciendo es un error hijo, debiste denunciarla. Tiene que pagar Christian.

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