Capítulo 39 - Maratón

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Anastasia

Los primeros tres días en Mónaco han sido agridulces, un poco más ágrios que dulces por supuesto, Christian sigue enojado por sabrá Dios qué y su humor me tiene más que cansada.

Hemos salido a conocer todo Mónaco, el Casino, dónde Christian ganó setenta mil dólares y apostó dos mil ¿Cómo lo hizo? No tengo la respuesta; la Ópera con la Orquesta y el Ballet, ambas están frente al Hotel y son una maravilla y Centros Comerciales en dónde Christian ha comprado miles de cosas para su familia y nada para mi. Me ha molestado un poco porque no entiendo su repentino cambio conmigo y menos lo entiendo en nuestra Luna de Miel.

Le he comprado a papá algunos Souvenirs, igual que a Kate obviamente con mi dinero aunque técnicamente es de Christian porque él es quien ha estado levantando la Editorial pero el sueldo es del trabajo que he logrado gracias a él.

En fin, mi Luna de Miel se ha basado en salir a caminar por Monte-Carlo en busca de Centros Comerciales y estar encerrada en la habitación porque Christian no me quiere dejar salir sóla.

La brisa golpea mi cara, desde la terraza de la habitación puedo ver el mar y he tomado algunas fotos con mi teléfono que lo recuperé después de prácticamente rogarle a Christian que me lo diera. Christian está en la sala de la suite en su portatil trabajando desde que despertó, son las dos de la tarde y no he almorzado esperando que él termine.

Pienso en su comportamiento, ¿Qué pude haber hecho para que esté así conmigo? Después de esa mañana que quise salir sóla y él lo impidió, su enojo incrementó de tal forma que apenas puedo hablarle para preguntarle si pido servicio a la habitación. Estoy comenzando a sentir miedo al hablarle y he optado por no decirle que salgamos a conocer más de Mónaco. Hojeo los trípticos de los lugares más visitados de Monte-Carlo y quisiera salir par conocerlos pero Christian está tan ocupado que no se ha dado cuenta que estoy más aburrida que una ostra.

De tanto pensar decido decirle a Christian que saldré así esté como un ogro. Busco un vestido hasta mis tobillos y unos zapatos bajos, tomo mi bolso y salgo a la sala donde está Christian

-Uhm... Christian...-Le hablo pero no me escucha, está pegado al portátil leyendo y escribiendo a la vez. Me planto a su lado y todo su hombro.

-¿Que quieres?-Responde brusco. Inspiro hondo repitiendo mi mantra desde hace dos días "No llores, No llores"

-Venía a decirte que saldré un rato, veo que estás ocupado y me gustaría conocer más Monte-Carlo.

-¿Qué parte de que no puedes salir sóla no entiendes, Anastasia?

-Taylor puede ir conmigo... O los hombres de seguridad que contrataste, estoy aburrida y me gustaría llevarme un buen recuerdo de Mónaco.

-Mi respuesta es No,  Anastasia y es mi última palabra.

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