Baje del auto de Dustin azotando la puerta, este solo se estremeció y bajo a hacerme compañía mientras entraba a mi casa. En cuanto llegue las lágrimas se hicieron todavía más presentes que anteriormente, no podía dejar de llorar y no sabía si era por coraje o de tristeza.
Lo sé, el auto de Dustin no tenía la culpa de que me haya peleado por milésima vez con mi mejor amigo y que además le haya roto el corazón a una persona tan especial y dulce, pero simplemente buscaba desquitarme con algo y prefería que fuera el auto que el mismo Dustin. No quería dejarlo invalido.
- Muchas gracias, Dustin- le dije despidiéndome.
-No te preocupes, cuando quieras, pero por favor cuida a mi nena y no me la maltrates- me dijo riendo y apuntando con la mirada a su “nena” como la había llamado él, su auto.
- OK-reí para mis adentros.-bueno enserio muchas gracias- le volví a agradecer.- que descanses- le dije con la voz temblorosa, aun no podía parar de llorar. Llegue a un punto que ya no aguante más y caí de rodillas frente a Dustin, él se inclinó frente a mí sin decir nada y me envolvió en su cálido abrazo. Necesitaba tanto ese abrazo. Independientemente de la persona que fuera, pero necesitaba un abrazo. Me sentía devastada, completamente destrozada, ni siquiera tenía energías y sentía las piernas débiles como unos fideos tambaleantes.
-Para de llorar hermosa. Ellos no se merecen tus lágrimas- susurraba Dustin mientras acariciaba mi cabello y me tenía entre sus brazos, envuelta en su cálido y sobre todo muy acogedor abrazo.
-Soy la peor persona del mundo- le dije aun llorando más fuerte.- jamás debí haber llegado a sus vidas, juro que quisiera desaparecer. Nunca debí de hacerles esto, jamás debí de conocerlos, y mucho menos que mis estúpidos sentimientos se interpusieran en una muy valiosa amistad - le dije mientras el me abrazaba cada vez más fuerte, como si nunca me fuera dejar ir, como si quisiera permanecer así por el resto de su vida.
-Anne, no digas eso, acaso te arrepientes de habernos conocido- me pregunto arqueando una ceja.
-No, no es lo que trato de decir… es solo que no se, a veces pienso que todo sería mejor si yo no existiera.
-Estás loca ¿sabías?- me dijo riendo y después me ayudo a levantar.- mira, Anne, esas cosas pasan y créeme que tú has sido algo de lo mejor que nos ha pasado en la vida, eres especial, eres tierna y si, le rompiste el corazón a alguien, pero y que, ni que no se lo hayan roto antes.
-¡Dustin!- le reproche y le solté un codazo en las costillas.
-¡oye!, yo solo trato de animarte y con esto me pagas- dijo riendo.- el punto es que hay algunas cosas en la vida que tienen que pasar y si esto fue una de ellas pues ni modo, además las cosas pasan por algo y no solo por casualidad, y no fue tu culpa que le hayas roto el corazón a Carlos sino la de el por enamorarse de ti inclusive ya sabiendo que tú lo estás por Kendall. Así que tú vive la vida y deja que las cosas fluyan como tienen que fluir, ¿entiendes?- suspire.
-Está bien, y gracias por milésima vez- le dije un poco apenada.- enserio no sabes cómo necesitaba tu consejo. Alguna vez pensaste en ser sicólogo- le dije divertida y el rio.
- buenas noches, Anne, descansa. Dijo despidiéndose de mi con un beso en la mejilla y evadiendo mi pregunta.- buenas noches Dustin- le conteste en casi un susurro y por fin entre a casa.
“Narra Kendall”
La una de la madrugada, volví a consultar el reloj que se encontraba en mi mesita de noche. No podía conciliar el sueño, mi conciencia no me lo permitía y me estaba matando lentamente. Así que decidí levantarme, de nada serbia quedarme acostado sin hacer nada y perder el tiempo.
Definitivamente tenía que hablar con ella, no podíamos seguir así, y por mucho que me doliera tendría que aceptar que algún día Anne tendrá un novio y se enamorara de alguien, ella se ira y se olvidara de mí, yo no puedo seguir lastimándola con mis peleas inmaduras y mis estúpidos celos de amigo que me ocurrían cada que algún chico le sonreía o se le acercaba.
Tengo que pedirte perdón, hermosa. Pensé. Pero no puedo esperar hasta mañana, es ahora o nunca Kendall. Me dije para darme valor y salir a la una de la madrugada en busca del perdón de esa chica que tanto me hacía suspirar, solo que a veces el recuerdo de que tenía novia me regresaba a la realidad y hacía imposible que yo pudiera estar con ella. Aunque me costara admitirlo estaba enamorado de ella, quisiera o no.
En unos minutos ya me encontraba enfrente de su puerta con un gran nudo en la garganta, no sabía que decirle, lo único que sabía era que quería con toda mi alma su perdón, abrazarla fuertemente contra mí y que tendría que olvidarme de ella costara lo que costara.
Toque.
“Narra Anne”
La una y diez de la madrugada y todavía había locos despiertos, un ejemplo yo, pero esa no era mi culpa sino todo la que había pasado durante el día me hacía imposible poder llegar a cerrar los ojos y dormir.
De repente se empezó a escuchar que tocaban la puerta. Hablando de locos. Pensé.
Cuando abrí la puerta y vi quien estaba del otro lado mi corazón se aceleró y sentí como el aire desaparecía de mis pulmones en tan solo un instante. Era Kendall. y yo aún no sabía si estaba lista para verlo.
-Que haces aquí- le pregunte de mala gana, cuando en verdad lo que quería decirle era “quédate conmigo toda la noche y nunca te alejes de mi”
-Anne, yo lo siento mucho- me dijo llorando. Oh por Dios estaba llorando. Esto si era enserio.- yo nunca debí de haber ido y haber arruinado su cita, pero cuando vi a carlos tan cerca de ti yo… yo…-hizo una pausa.- yo por alguna extraña razón quería matarlo.
- y crees que con un lo siento todo quedara arreglado- le dije molesta.
- por favor perdóname- me suplico y se puso de rodillas para volver a repetir esa última frase que sus labios habían pronunciado hace algunos segundos atrás. Yo no pude más y me arrodille junto a el abrazándolo, llenándome de todo su calor, a estas alturas también ya me encontraba llorando y mucho mas porque no podía soportar verlo así, y si tenía que perdonarlo para verlo feliz entonces haría eso y más para conseguirlo.
- te quiero- me susurro tan despacio que apenas me fue audible.
-y yo a ti, Kendall- le respondí para luego levantarnos.
Esa noche se quedó a dormir y me hizo la más feliz del mundo al escuchar de sus labios un “te quiero”.
Qué ironía, hace unos momentos estaba destrozada e incluso me deseaba la muerte pero ahora, ahora solo quería congelar este momento para siempre y nunca salir de él.
