5- la llamada.

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Desde ese día en el patio de la universidad mi vida cambio totalmente, Kendall y yo nos volvimos los mejores amigos, nos contábamos todo lo que nos ocurría en el día, salíamos al cine, a comer, me la pasaba en su casa y el en la mía, inclusive había veces que nos llamábamos a las tres de la madrugada por haber tenido un mal sueño…bueno lo admito esa era yo , pero igual Kendall siempre estaba dispuesto a escucharme y a apoyarme cuando más lo necesitaba, me enseño la ciudad, me acompañaba a todas partes y yo a él, pasábamos horas y horas hablando por teléfono y por el chat, también siempre que llovía se quedaba a dormir conmigo para protegerme de mi extraño y vergonzoso miedo a la lluvia y a los relámpagos, lo único que si no hacíamos era contarnos cómo había dicho el “hasta que ropa interior traíamos puesta”. Por una parte era una vida perfecta, pero por otra cada vez que lo miraba me enamoraba más de él, cada vez que escuchaba su voz, cada vez que me mostraba su sonrisa pasaba lo mismo y me estaba matando lentamente.

Era sábado, normalmente los sábados acostumbraba levantarme a las doce del día si no hubiera sido por mi queridísimo amigo Kendall.

Estaba durmiendo profundamente cuando de repente comencé a escuchar un sonido bastante molesto a lo lejos de mis sueños, abrí los ojos, ya se mostraba una tenue luz de día, No debían de ser mas de las ocho. Pensé. Tome mi teléfono de la mesita de noche ya que de ahí provenía el sonido molesto que me había despertado, mire el aparato y claramente se podía leer “Kendall” en la pantalla de este, enfadada me lleve el teléfono al oído, presione el botón para contestar y de mis labios logro salir un muy soñoliento “bueno”.

-¿Anne?-dijo mi querido amigo Kendall un poco dudoso.

-si… ahora dime que quieres- le dije un poco grosera a lo cual el soltó una carcajada.

-Hola… bueno días, ¿cómo amaneciste mejor amigo?- bufe al haber entendido su muy obvio sarcasmo sobre como debí de haber empezado la conversación con él.

- Ya deja de payasear y dime que quieres- realmente estaba molesta.

- Relájate Anne, solo te quiero pedir un favor.

- ¿A las 8 de la mañana Kendall?-le pregunte haciendo mostrar mi evidente enfado por haberme despertado tan temprano.

- Quieres que te recuerde las miles de veces que tuve que ir a tu casa porque a la señorita le dan miedo los truenos. Bufe.

- Esta bien, está bien… ahora dime que es lo que quieres- le dije aún más irritada de lo normal.

- Escúchame, hoy vendrán a la ciudad unos amigos de mi infancia y significaría mucho para mí que tú vinieras a mi casa y los conocieras… ¿vendrás?- en el auricular del teléfono se oyó su voz con un tono de insistencia que llego a convencerme. Bufe.

-Ok… ahí estaré solo dime a qué horas.

- a las 4:00, se puntual malhumorada- dijo riéndose en la última palabra.

- Pues gracias por levantarme a las ocho de la mañana- le dije usando un tono sarcástico como el que él había usado conmigo.

- De nada- se oyó una carcajada del otro lado del teléfono

- Eres un tonto Kendall- le respondí indignada y colgué el teléfono antes de que dijera palabra alguna.

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