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La luz de luna adornaba todo el ambiente, haciendo que la oscuridad no pareciera tan aterradora. Bueno, estando a las 12:00 de la madrugada en calles desconocidas podía hacer que todo luciera tenebroso.

Caminaba a pasos rápidos y para nada seguros mientras me abrazaba a mi misma a falta de un buen abrigo que me protegiera del frío.

Y se preguntarán: ¿¡Pero qué haces en un lugar que no conoces tan tarde, estúpida?! Pues bien, es una historia un tanto complicada, verán; hace una semana que me cambie de país, no por una beca al extranjero, ni mis buenas calificaciones, todo lo contrario. Mis notas eran espantosas. Pero eso no quiere decir que sea la típica chica problemática. Simplemente no se me da estudiar, así que mis padres decidieron mandarme aquí.

Y bueno, hace poco más de las 9:30 pm, estaba en las calles de Tokyo en busca de la dichosa escuela nueva. Resulta que me perdí ( gracias, cerebro.) y para mi buena suerte, había anochecido más rápido de lo que esperaba. Ya casi nadie estaba por aquí, así que no podía pedir ayuda.

¡Argh!

Algunos truenos sonaron en el cielo, anunciando que llovería pronto, ¡perfecto! Me encorvé levemente y un escalofrío apareció.
De pronto, una enorme nube tapó la luna, haciendo que la oscuridad reinara por completo y una voz varonil se hiciera presente.

-¿Qué haces aquí tan tarde, linda?

Me alarmé demasiado, mire a los lados, pero no veía nada. Fue hasta que di media vuelta, y ahí estaba el; un chico de cabellos violetas que cubría la mitad de su rostro con una máscara. Tenía los ojos más extraños que jamás hubiera visto: el iris era de un tono carmesí rodeado por un tono casi negro.

Pero eso no era lo más aterrador, sino que además, gracias a la poca luz que había, noté que de su espalda brotaban una clase de ¿alas?. No se ni siquiera como describirlas, pero si puedo asegurar que de tan sólo verlas, parecían hipnotizarme.

-¿Sabes? No me gusta preguntar dos veces.- Bajó su máscara por completo y por fin logre ver la sonrisa ladina que parecía burlarse de mi.

Por más que quería hablar, el enorme nudo que se formó en mi garganta impidió que emitiera un sólo sonido.

-Bueno, eso no importa ahora. Deja que me alimente de ti, y prometo no hacer que te duela. -Ahí fue donde mis músculos se transaron y un escalofrío recorrió mi espinar dorsal. Faltaba poco para que me echara a llorar. Tenía demasiado miedo.

Reuní todas mis fuerzas y comencé a correr, lo único que escuche fue su risa.

Mi corazón golpeaba tan fuerte mi pecho que lastimaba. Sentía que el aire frío raspaba contra mi garganta a medida que inhalaba con la boca.

Casi no sentí el momento en el que mi rostro se estampó contra el suelo y un peso se hacía presente en mi espalda.

-Te atrapé. -Juguetona-mente llevó sus manos hasta mi cabello y tiró de el.

-Porfavor, no me hagas daño. -Suplicaba entre sollozos.

-Te lo dije, ahora tendré que hacer que duela tanto, que gritarás hasta quedarte sin voz. -después de aquellas palabras fue que comencé a sollozar con aún más fuerza, pero parecía que eso le gustaba, puesto que su risa penetró hasta el fondo de mis oídos.

Comenzó a desgarrar mis ropas superiores, dejando expuesto mi torso en el frío pavimento.
Y así fue como sentí que con sus dientes, me arrancaba carne del costado derecho.
Grité como jamás había gritado. Mi garganta ardió, cerré los ojos con fuerza y débilmente dije:

-Porfavor...

-No sabes cuanto apetito tenía. Dicen que mientras más tiempo dures con hambre, más deliciosa se hace la carne.- Pasó su húmeda lengua por donde estaba la herida y sentí que succionaba algo de sangre para después sujetar mi pecho y acercar más mi hombro a su boca; ahí fue la segunda mordida.

Mis mejillas estaban empapadas, y mis puños cerrados dejaban marcadas las uñas en mis palmas. Los sollozos se convirtieron en jadeos y gemidos de dolor, pero no duraron mucho, ya que cada vez más, mi visión se volvía borrosa al tiempo de que un zumbido irritante se presentaba en mi oído.

Llevó sus manos hasta mis caderas, las sujetó con fuerza y ciñó más su cuerpo al mío. El viento frío rozaba con la piel de mi torso desnudo haciendo que tiritara, intenté moverme, pero sólo conseguí que colocara sus rodillas a cada lado de mis costillas y sujetara mis muñecas por encima de mi cabeza.

Su respiración caliente se estampó con mi cuello, acercó su rostro a mi herida y la lamió.

-¿Nunca te enseñaron a no jugar con tu comida? -El eco de una voz femenina me llamó la atención, pero se escuchaba lejana y algo distorsionada.

-Es algo que a ti no te importa.

-Este no es tu distrito y sabes a la perfección que nosotros somos muy territoriales. Esta área le pertenece a Anteiku, así que lárgate.

Intenté con todas mis fuerzas girar la cabeza para ver a aquella chica que intentaba ayudarme, pero sólo logré abrir los ojos.
Sentí que el se levantaba de mi espalda, y a juzgar por el sonido de sus pasos, se estaba acercando a ella.

Sólo escuchaba sonidos secos, como si estuviesen peleando, pero no puedo asegurar nada, mi audición la dominaba aquel molesto zumbido. A lo mucho, distinguía sus voces distorsionadas, pero sólo eso.

De pronto, mis párpados se volvieron pesados, suspiré y todo se volvió negro.

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Este es mi primer fanfic yuri, así que espero hacerlo bien.
Este libro se actualizará dos veces a la semana; miércoles y sábados.

Aprovecho este espacio para desearle un feliz cumpleaños a MelissaEstrada4 ¡Te quiero!

BLOOD [Touka x reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora