[3.9; EXTRAÑO]

193 18 1
                                    

—¿Estás segura de esto?

—Completamente. —Contestó ella sonriendo, tomó su abrigo y se lo colocó. No pude evitar levantar las comisuras de mis labios al tomar su mano.

Comenzamos a caminar; finalmente ambas regresaríamos a Anteiku, después de tanto tiempo todo regresaría a la normalidad.

Ella comenzó a hablar, de todo, desde la razón por la que se fue hasta que regresó. Me explicó que aquella vez en el baile hizo lo que hizo por influencia de su hermano, Ayato, quién la convenció de que lo mejor sería darse a conocer, hacerse a respetar y que dejaran de esconderse.

—Seguro está enfadado. —Hablé refiriéndome a su hermano

—Completamente —me miró—, pero ya no te molestará más. —Rió.

—¿Cómo?

—Digamos que lo e convencido. —No me dejó preguntar más, sólo tomó mi brazo y me hizo correr hacia la cafetería. Creo que debería recordarle que no soy tan rápida como ella. 

Entramos y al momento las miradas se clavaron en nosotras. Traté de sonreír.

  —Tu..., ¿cómo es que te desapareces y vuelves de la nada? —Reclamó el de gafas.

—Déjala —Irimi tomó su hombro y sonrió hacia nosotras—. Bienvenida.

Los demás empleados sonrieron y fueron hacia ella, unos minutos después, el gerente apareció.

—Me alegra tenerte otra vez aquí —sacó de su espalda un delantal y se lo entregó—. Esto es tuyo.

—Muchas gracias... —Hizo una reverencia y apretó mi palma.

—Y tu —me miró—, ¿quisieras regresar?

—No, señor —hice una mueca—, quisiera enfocarme en estos momentos a mis estudios.

—Lo entiendo, esta siempre será tu casa. —Agradecí con una sonrisa.

...

Los días pasaron con rapidez, mi rutina consistía en ir a la universidad, pasar a Anteiku el resto de la tarde, hacer deberes y finalmente dormir, bastante sencilla pero me gustaba. Hasta el momento no se nada de Ayato, mucho menos de Juuzou, aún me intriga lo que quiere a cambio de haberme dado la ubicación de mi novia. En fin, la tranquilidad había regresado como un balde de agua fría, tan de repente, pero al mismo tiempo era algo que necesitábamos.

  —¿Eso es todo? —preguntó uno de los meseros al traer mi café. Asentí.

—Gracias. —Sonreí y el se dio la vuelta, regresé mi vista a las dos libretas frente a mí y continué repasando mis apuntes. Subrayaba, tomaba un sorbo de café, escribía y así sucesivamente hasta que llevaba mas de 30 minutos.

La campanilla sonó anunciando que alguien había entrado, pero lo ignoré y continué con mi mío. La cafetería quedó en silencio, nadie le había dedo la bienvenida, nadie había hablado.

«Vamos, ¡no te desconcentres!» me repetía a mí misma clavando la vista en un ejercicio que realmente no comprendía. Golpetee el bolígrafo en mi frente y con el ceño fruncido traté de hacerlo, pero no salió como esperaba. Volví a hacerlo.

Unos pasos resonaron en el lugar irrumpiendo entre el silencio del ambiente. Aquella voz desconocida comenzó a hablar, primero con Nishiki, luego con los demás.

Pasé de página tratando de buscar la respuesta correcta, rebusqué en casi toda mi libreta y no la encontraba. Gruñí.

—¿Kaneki? —La voz de Touka apareció. ¿Kaneki?... yo conozco ese nombre.

Levanté la mirada, ella iba saliendo de la bodega, se quedó mirando a aquel hombre el cual estaba a punto de abrir la puerta para irse. Se quedó paralizada al igual que el albino, pero a diferencia de ella, el parecía estar completamente neutro, casi desinteresado.

El silencio regresó, fruncí el ceño al ver la expresión de tristeza en ella, parecía que todos en el lugar miraban expentantes ¿qué sucedía?
A lo lejos vi como ella cerraba sus temblorosos dedos con fuerza, incluso sus palmas se comenzaron a tornar pálidas.

—Kaneki, yo... —Comenzó a hablar, pero se calló. Sus pies se movieron con lentitud hacia el, se detuvo en cuanto el la miró por encima del hombro. Lo miraba como se estuviese completamente hipnotizada.

Pasaron algunos segundos, y finalmente el salió de la cafetería.

—¡Kaneki! —Touka corrió tras el dejando caer su lápiz al suelo, la puerta se cerró de golpe y pronto ambos habían desaparecido.

Comencé a recorrer el lugar con la mirada, como si la explicación de lo que acababa de suceder estuviese escondida entre las mesas. Fue hasta que sentí la mirada de todos los empleados sobre mi que sabía que algo no estaba bien. Evadí sus rostros y bajé la mirada cubriendo la mayor parte de mi cara con el cabello, fingía que continuaba con lo mío, pero no lograba volver a concentrarme.

El era quién se había quedado conmigo en aquel callejón, pero ¿qué relación tenía con Touka?
Había algo raro en el ambiente, demasiado silencio, muchos me miraban con pena, sentía que yo era la causa de aquel incómodo momento.

Cerré mis libretas y las guardé, dejé dinero en la mesa y me levanté lo más rápido que pude. Quería girar y despedirme como siempre, pero había algo en mi que quería salir de ahí cuanto antes.

•••••••••

BLOOD [Touka x reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora