Capítulo #17

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Zoe dio alguna tonta excusa para irse. Creí haberle escuchado decir algo sobre que debía vigilar la mesa de ponche. Ethan, por otro lado, permaneció allí, de pie atrás de mí. La palabra psicópata me tenía absorta frente al casillero destruido. Parecía que ni siquiera después de muerto, ese chico fuera a encontrar la paz o siquiera la comprensión. ¿Pero cómo podía culpar a la gente por su ira? Después de todo, Guille se llevó cuatro vidas con él, y esa, no era la solución.

—Todo esto me parece una locura, Ethan —dije al fin—. Murió gente en estos pasillos.

—Lo sé y es por eso que la gente tiene que comenzar a superarlo. La idea es que vuelvan a sentirse cómodos en estos pasillos. Que vean los rostros de sus amigos y se sientan seguros de tenerlos a su lado en la clase de ciencias o de química.

—De acuerdo. Entiendo el punto, ¿pero no te parece muy pronto?

—Todo lo contrario. Me parece demasiado tarde. Una fiesta de este estilo mucho antes quizás nos habría evitado semejante desenlace.

—¿De verdad crees que una fiesta cambiaria las cosas? —Me volví y lo miré a los ojos—. No se trata de eso, la adolescencia no es más que un vistazo de la vida diaria. Los populares se juntan con los populares, los rockeros con los rockeros, los solitarios no tienen a nadie y los chicos de los clubs a sus compañeros de horario. Somos humanos, y buscamos a nuestros pares, todos queremos ser aceptados. Una fiesta de este estilo no cambia las cosas porque sigue siendo exactamente lo mismo, solo que con música electro de fondo.

—Yo pienso que te equivocas. Siempre podemos hacer la diferencia si queremos. Además, si lo que dices es verdad y siempre buscamos a nuestros pares. ¿Cómo es que tus amigas son dos animadoras y como es que tú y yo hemos vivido en guerra? —Hizo una pausa y luego agregó—. Si las cosas funcionaran como tú crees, entonces deberías vivir en guerra con ellas y ser mí mejor amiga... o algo así.

De repente me encontré recordando nuestro beso. Ese que nos dimos en la entrada de mi casa luego de visitar el parque de diversiones. Ese beso por el cual Ethan Lodge estuvo a punto de abandonar su oportunidad de ser presidente de la junta escolar y por el cual casi me declaro ganadora de esa estúpida guerra nerd.

—De acuerdo, quizás tengas razón. Pero en ese caso, aún sigue siendo muy pronto para mí. —Comencé a alejarme tres segundos antes de que Ethan dijera.

—Estuve hablando con el director. —Me detuve y lo escuché—. Dijo que todas las actividades van a continuar su curso con normalidad. Eso incluye las elecciones para Presidente Escolar. ¿Sigues dentro?

Me lo pensé un instante, el cual fue suficiente para escuchar en mi cabeza las palabras que le dije a cierto chico que abandonó no hace mucho el planeta de los vivos, así como las que él me dijo a mí:

«—Lo prometo, me ocuparé de esos abusadores.

—Te creo Heather Jones, nunca olvides esa promesa, ¿bien?»

—Sigo dentro. No creas que te libraras tan fácil de mí, Lodge. —Él esbozó una sonrisa y coincidió.

—No esperaba menos de ti, Jones.

Esa noche, luego de tantas noches de vigilia, de miedo, de culpa y de horror, logré dormir tranquilamente. Años más tarde, lo que ocurrió en aquel instituto se convirtió en solo un recuerdo, el recuerdo de lo que las guerras pueden hacer.

***

Volví a clases.

Diferencias del ahora y el antes: Había un detector de metales instalado en la entrada y dos vigilantes nuevos. El señor Estefano, el único vigilante de siempre, no estaría tan solo a la hora del almuerzo, pensé cuando me enteré de los nuevos ingresos.

La guerra nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora