Capítulo #24

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Me tomé una cerveza. No pensaba hacerlo y de hecho me desagradaba el sabor. Pero la imagen de esos dos era suficiente para necesitar una. Neil llegó cuando iba por la segunda, y no pude evitar soltar la risotada al verlo.

Se colocó unas gafas sin cristal, se peinó el cabello de lado y dijo que estaba disfrazado de nerd. ¿Acaso no era un encanto? ¿Pensé eso de verdad o fue culpa de las dos cervezas? No estaba segura. Me sentía un poco mal, Zoe me había abandonado por completo, eso era lo que sucedía cuando tu mejor amiga andaba enamorada, se olvidaba de ti y te abandonaba a tu suerte. Te dejaba sola frente a aquel chico disfrazado de Harry Potter que no se despegaba de la chica que pretendía ser un hada.

Neil fue mi salvación. Porque seguir sentada en ese sofá, con una cerveza en la mano y completamente sola rayaba en lo patético y no me pasó desapercibida la mirada que Ethan nos arrojó por un par de segundos: ¡Bien, sufre Lodge!

Neil me preguntó por qué no me disfracé y yo contesté, o la cerveza contestó.

—Soy una mujer adulta, ¿qué no es obvio? —Y él sonrió, con aquellos dientecitos blancos y alineados.

—Eso explica la cerveza, ¿en dónde hay?

—Ven —dije, parándome al tiempo que le daba un trago a la lata, luego tomé su mano y lo arrastré hasta la cocina, sabiendo que la mirada acristalada de un falso Harry Potter nos seguía.

En la cocina todo estaba más iluminado, tras las puertas la música alta se ahogaba y se podía pretender que existía un ligero pedacito de paz. Neil rebuscó en la heladera y sacó una lata. Lo observé, el chico no estaba tan mal. Si, quizás no sacaba sobresalientes pero no era como que me fuera a casar con él. Era una adolescente y a esa edad no importaba mucho con quien te liaras, bueno, siempre y cuando no fuera uno de esos idiotas bad boys que las chicas de esos días solían idolatrar. Bien, por ahí Neil tenía un punto a favor, él era todo menos eso.

Es más, si estuviéramos en algunas de esas series juveniles norteamericanas, ninguno de nosotros encajaría por completo en las etiquetas. Él era lo que podía considerarse popular, era jugador de futbol pero tenía un carácter tan dulce y amigable que no parecía encajar del todo en la etiqueta. Por otro lado estaba yo, el primer lugar y si bien era cierto que mi físico distaba mucho de la típica nerd, mi carácter estaba mucho más lejos. Yo no era tímida, ni sumisa, ni me dejaba pisotear, más bien eso era lo que en ocasiones yo hacía con chicas estilo Azlyn y era mucho peor, porque cuando me burlaba de chicas como ella, ellas ni siquiera lo notaban.

Pensé en Lodge. Él tampoco encajaba en los estereotipos, con sus cachetes regordetes y su mirada altiva. Con aquella sonrisa que podía derretir hasta a la más fiera.

—¿Estás bien? —Sacudí la cabeza y miré instintivamente la cerveza. Tenía que dejar de beber aquello, si seguía así terminaría arrojándome a mí misma a los brazos de mi contrincante.

«¿Contrincante, Heather? Si ya te ha ganado un montón de veces.»

Le pedí a Neil que saliéramos de la casa. La música, mezclada con aquellas cervezas y el montón de adolescentes sin control, me estaba ahogando. No se lo expliqué del todo, claro, solo tuve que pedirle salir y él aceptó de inmediato, algo me decía que era lo que él deseaba desde que se sentó a mi lado en el sofá.

La noche era fresca, lamenté que muchos de esos chicos, incluyendo mis amigas, la desperdiciaran en el interior de aquella casa atestada de idiotas. Ahí afuera podía sentir el viento rozándome las mejillas y haciendo bailar mi cabello.

—¿Pasa algo entre Ethan y tú? —Giré el rostro de golpe, Neil tenía una lata de cerveza en la mano y parecía sereno, me tomé el atrevimiento de quitarle la cerveza y darle un trago, negué al mismo tiempo y luego lo interrogué.

La guerra nerdDonde viven las historias. Descúbrelo ahora