{10} Antes

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[   Viernes 29 de Mayo, 2015   ]



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Hace mucho tiempo que no sentía el temor que ahora recorría mi cuerpo. Me detengo paralizada frente a la puerta entreabierta de su cuarto, dándome cuenta segundos después que mi miedo es únicamente a la devastadora idea de ser rechazada por él.

¿Qué tal si él no quería nada de mi en estos momentos? ¿Sería que habría herido su corazón con mi actitud de tal manera que no quisiera verme nunca más?

La idea es infernal. Duele. Aterra. Sin embargo, entiendo que ese es mi propio miedo. Ahora, no se trababa de mí. Ahora, yo debía entrar y entregarle a él lo que necesitará.

Con toda mi valentía a cuestas, tomo la manilla de la puerta y la empujo lentamente hasta abrirla por completo. Me encuentro con la vista de un cuarto diferente al que recordaba, aun así, mantiene su aura elegante y acogedora. Me hubiera detenido en los detalles de ello, no obstante, al no verle alrededor mi preocupación incrementa groseramente.

Dejo que la puerta se cierre a mi espalda, escuchándose el suave sonido de mi acción, teniendo segundos después la imagen de Sebastián apareciendo desde su habitación contigua, la que era su impresionante armario. Nuestras miradas se acunan y ambos quedamos completamente vacíos.

Puedo ver en la sombra de sus ojos azules la tristeza que carga en su alma. Los bordes rojizos de sus ojos le muestran agotado, derribado a un nivel que yo nunca había visto. Él lucia como un pequeño débil, desamparado y sorprendido. Un pequeño que sin duda había perdido lo más preciado para él.

—Lo siento...— digo sin pensar bien mis palabras. —Mi intención no es...molestar, yo...— pestañeo rápidamente, sintiendo una vez más como el terror aparece amenazante. —Lo siento. No debí molestar.— hablo por fin con firmeza, preparando mi salida.

Sin embargo, el suave movimiento de su cuerpo me detiene. Él hace ademán de aproximarse, pero no consigue más que aquel suave inicial paso.

—No.— susurra y sin más, nos mantenemos así por un par de segundos más, sin saber que hacer, sin saber que decir, hasta el momento en que simplemente dejamos caer todas nuestras barreras que parecen tan insignificantes en ese momento.

A diferencia de lo mostrado hasta ese momento, cuando sus brazos rodean mi cuerpo y me acercan por completo, lo hace con una rapidez que me quita el aire. Respiro entre los pliegues lizos de su ropa, presiono mis manos contra su espalda y siento el latido acelerado de su corazón contra mi mejilla. Todo en misma maravillosa sintonía.

{ II } SUEÑOS SALVAJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora