{41} ¿Más?

2.5K 173 25
                                    

[Martes 4 de Agosto, 2015]




¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.






Cuando Elise y Sam se encuentran con mi mirada ambas corren a mi con el mismo entusiasmo que yo lo hago hacia ellas. El abrazo en el cual nos enfrascamos nos entrega energías renovadas del ajetreo tedioso de nuestro día, como también resulta ser la manera perfecta para saludarnos después de tantos días sin vernos.

—¿Dónde está tu novio? — pregunta Sam, quien al igual que Elise, busca a su alrededor por Sebastián.

Le anuncio que se ha quedado afuera del teatro atendiendo una llamada, aparentemente, de trabajo. Ellas asienten y no alcanzan a comentar cuando la voz de mi mejor amigo arremete en la conversación. Compartimos un abrazo cariñoso, embarcándonos en una pregunta tras otra queriendo nada más que ponernos al día, siendo esto interrumpido a su vez por la aparición de mi novio.

Ver a Sebastián interactuar con mis amigos se había convertido en una de mis actividades predilectas. Me resultaba fascinante, y también muy extraño, como sus relaciones habían evolucionado de manera tan drástica. Ahora, todos parecían apreciarlo inmensamente. Todos se mostraban tan entusiasmados al tenerle cerca, muy interesados en detalles que él mismo había compartido sobre su trabajo o simple cotidianidad de su vida. Y para mi aún más grande sorpresa, Sebastián se mostraba tremendamente cómodo con ello. Hablaba y bromeaba con ellos con una naturalidad que hace seis años no hubiera creído fuera capaz de crearse. Estaba fascinada.

—¿Dónde está la estrella?— pregunta mi amor, sintiendo como su brazo rodea mi cintura y me aferra a él con un ademán que es intenso y detiene mi respiración.

Lo volvía a hacer. Aquel gesto se había repetido en los últimos días y me estaba volviendo, paulatinamente, bastante inestable. No era el gesto en particular lo que causaba esa sensación, si no lo que sucedía después.

Como las veces anteriores, alzo mi rostro a él y su mirada azul me encuentra encantadora. Esta brilla con la misma perversión que las veces anteriores, justo antes de acercar su rostro al mío y dejar un casto beso contra la comisura de mis labios. Y solo me puedo mantener ahí, aun con su brazo alrededor de mi cuerpo y completamente aturdida por su coquetería tan provocadora y pública.

Tras lo sucedido aquel viernes, solo hace tres días exactamente, las cosas no parecían haberse complicado tanto como pensaba que podría suceder. Al contrario, el incidente se había tomado con la altura de mira que se debía, volviendo más pronto de lo esperado a la normalidad. Me alegra, por todos, mucho más por Sebastián, pero, sin duda, era algo perturbador, también. Realmente, aquel descanso había parecido servir.

{ II } SUEÑOS SALVAJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora