{29} Juego

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Somos recibidos por absoluto silencio y hermética oscuridad, la cual se disipa cuando la tenue luz se apodera de todo el lugar. Respiro y la familiaridad que siento me sobrecoge de manera tremendamente agradable. Cuando volteo, buscándole, veo como deja con gran descuido su chaqueta a juego caer sobre uno de los sofás, posando su mirada azul inmediatamente en mí.

—¿Sara ya no trabaja para ti?— pregunto cuando recuerdo que la vez anterior no había visto a la mujer de quien guardaba tan cariñosos recuerdos.

Él me observa. Lentamente, su mirada me recorre y sé que lo hace con la pura intención de afectarme.

—No podría mantener este lugar en pie sin ella.— dice y aquello me parece muy dulce de su parte. —Se encuentra de vacaciones.— asiento con una pequeña sonrisa en mis labios, sin duda, contenta de que la mujer siguiera con la familia.

Le observo, con una bruma de ansiedad que no sé cómo abordar en ese momento y veo como Sebastián se encarga de su camisa, remangando los bordes de sus mangas hasta la mitad de sus antebrazos.

—Necesito ir por algo al segundo piso.— anuncia avivando un poco más mi ansiedad e interés. —Mientras tanto, ve al bar y escoge algo para nosotros.— pide, confundiéndome de paso.

—¿Alguna preferencia?— inquiero creyendo que así él sería capaz de darme más información.

—Tú escoges. Algo con lo que podamos divertirnos.— dice y sin antes dirigirme una lasciva mirada, desaparece de mi vista dejándome completamente...excitada.

Sus palabras habían sido tan divertidas como inusuales, sin embrago, me encantaban. Amaba que Sebastián mostrara capas de su personalidad que no habíamos logrado explorar antes.

El bar es un universo por si mismo. Cuando me acerco y lo observo en su plenitud, contrasta totalmente con el recuerdo que tenía de él. Ahora, es mucho más grande y mucho más basto en productos. Me tomo los minutos necesarios en deliberar, ganando finalmente la botella sin abrir de vodka que se hallaba en un rincón. Fuera lo que fuera que pasara, debía asegurarme al menos de no tener resaca al día siguiente. No tenía mejor opción.

—Vodka...— su voz, sorpresiva y susurrante, se escucha a mi espalda, alertándome por completo.

Le observo sobre mi hombro y noto las nuevas diferencias en él: el vest ya no se encuentra cubriendo su torso, como también la corbata a juego había desaparecido y los primeros botones de su camisa se encuentran desabotonados, permitiendo así que sus cicatrices se vieran a libertad.

—Sabia elección.— agrega y no puedo evitar mirarle como diciéndole que claro que lo era.

Sebastián toma la botella con una de sus manos, mientras que con la otra toma mi mano, indicándome después que tomará dos pequeños vasos, aquellos que se utilizan para los cortos. Enseguida se encuentran en mi mano, nos hace caminar de regreso al centro del salón, entre los sillones y la impecable mesa de centro que eran parte de la decoración. Cuando nos encontramos lo suficientemente cerca, él deja la botella sobre la mesa, justo a un lado de todo lo que ahora hay en esta. Dos bolsas de color marón medianas con un lindo broche dorado decorándolas.

{ II } SUEÑOS SALVAJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora