{16} Familia

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El vestido que Sebastián había escogido había sido mi favorito de los cinco. El azulado opaco que le decoraba era hermoso y la delicada manera en que caía del ajuste alrededor de la cintura lo hacía lucir tremendamente elegante. Termine de acomodar mi cabello en una cola alta, sintiéndome así realmente satisfecha con lo que veía.

De reojo, puedo capturar su entrada a la habitación. Con la ansiedad que no oculto en mi rostro, me giro y observo la maravilla que él relucía ser. Obviamente, como buen conocedor de su propio estilo, Sebastián había escogido un traje que resaltaba su belleza de ensueño, siendo también la combinación perfecta para lo que yo llevaba.

—Impresionante. Cada rincón de ti.— su mirada me recorre con la sutileza que parece cada vez olvida más, haciéndome notar de paso la poderosa energía que le rodea.

—Tú no te quedas atrás, señor Fassbender.— mi palabras causan un sutil estrago; lo noto en la manera en que su mirada se entrecierra y él se acerca, solo un paso para acecharme como tanto le gustaba.

—¿Eres mía?

—¿Oficialmente dices?— juego y él no puede esconder su sonrisa de costado.

—No te acostumbres a eso.— dice con una ligereza exquisita, devorando mis labios con su mirada.

—¿A qué exactamente?

—A jugar conmigo.— pronuncia e inmediatamente siento su mano en mi mentón.

Eleva mi rostro y acaricia mi labio inferior con su dedo delicadamente. Su cercanía, como suele sucederme, tiene mi respiración en un hilo, siendo mi mirada ahora la que no puede dejar su boca. Él acerca su rostro hasta que nuestros labios se juntan en un roce fugaz pero tremendamente cálido.

—Recuerda que puedo jugar mucho mejor que tú.— su sutil advertencia resuena dentro de mi mente con la misma fuerza en que me observa y justo en el momento adecuado, abre su boca y me besa, siendo recibido por la mía con la misma fuerte intensión.

Mi cuerpo se pega contra el suyo y uno de mis brazos rodea su cuello, mientras mi mano sujeta su rostro con la misma firmeza que él me sostiene por la cintura. Me presiona y nuestro beso parece no cesar, sin embargo, se interrumpe cuando una de sus manos ha abrazado la desnudez de mi cuello.

—Tengo algo perfecto para esta noche.— dice y no puedo evitar mi incrédula mirada, creciendo aún más mi confusión cuando le veo alejarse sin más.

Sebastián hace ingreso a la habitación contigua, la que es el armario de la gran habitación. Solo puedo escuchar un ligero ajetreo antes de que él vuelva a mostrarse con una pequeña caja negra entre sus manos.

{ II } SUEÑOS SALVAJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora